Del piropo galante al acoso soez y criminal es ir de la admiración y respeto a la mujer a su desprecio. Se silencia el requiebro so pena de ser enjuiciado por machista
Cortejo, galanteo, halago, lisonja, piropo es costumbre que la poesía y el teatro español han grabado en sus letras. Ahora, tenga cuidado, puede ser interpretado como una agresión machista. El Consejo General de Poder Judicial (CGPJ) acaba de dictaminar que todo delito que se ejerza sobre una mujer, como consecuencia de una dominación machista, será considerado como violencia de género. Se amplía así el delito que estaba fijado a agresiones y asesinatos dentro de la pareja. Si ante una belleza femenina se le ocurre dictar un proverbial requiebro lisonjero, puede ser denunciado y detenido por agresión sexual. Si bien parece imprescindible afinar estos conceptos judiciales, es igualmente necesario, que los agresores confesos o no cumplan las penas al completo. Hasta ahora, asesinar a la esposa o novia suele salir barato en años de cárcel. Los piropos quedan ya para la literatura. Como dejó escrito Pedro Antonio de Alarcón: “Aquellos requiebros a María (Estrella de la mañana, Rosa mística, Puerta del Cielo, Torre de David, Casa de oro, etcétera), componen un ramo de flores más frescas y olorosas que todas las de los vergeles de mayo”. Si aquella María escuchara a don Pedro Antonio hoy, podría recurrir a los tribunales.
El patio de las ofensas ha originado el hastag MeToo. Todas a una tras las graves denuncias de actrices, modelos, deportistas y hasta una soldado aquí mismo, cerca de Málaga. El mundo del cine español ha reaccionado ante los premios Goya, que no destacan por nominar ni premiar a directoras. Un entrenador de niñas ha sido señalado por sus víctimas. Denunciar este tipo de delitos siempre tiene el peso de la vergüenza de las agredidas. Ahora el temor parece haberse disipado en todo el mundo. Es bueno para todas y malo para los abusadores. Pero de aquí, de este adelanto para tener cero permisividad con los machistas, a que un requiebro, un saludo amoroso gentil vaya a ser considerado una agresión fulminante, parece exceso de celo.
Genera la inhibición. Por no halagar a la belleza, se prohíbe la emisión del piropo. Por reprimir el galanteo se esconde la palabra adornada de cálida ternura. Se puede juzgar ahora al amoroso cortejo como una agresión a la mujer. No se puede pensar tan radicalmente y que tales expresiones insulten. La forma y la manera de emitirlas tienen valor de significado. Su interpretación es cosa distinta. Si la receptora de la frase se siente ofendida y le denuncia, prepárese para el escarnio. Así, que ante la duda el dogal está presto. No olvide inhibirse también vía RRSS, donde la letra va cargada de interpretaciones malignas.
La censura previa está lista. El más reciente ejemplo lo ha dado la Art Gallery de Manchester, que ha retirado el cuadro ‘Hylas y las Ninfas’, bajo el pretexto de estudiar cómo reorganizan la exhibición de su colección permanente. La pintura de John William Waterhouse, estaba en la sala ‘Persecución de la Belleza’, donde acompañaba a otras obras de finales del siglo XIX. El hilo conductor de la sala es la desnudez femenina. El cuadro retirado, sea tal vez el más explícito. Siete jóvenes blancas, pelirrojas, desnudas dentro del agua, invitan a un joven a nadar con ellas. Es una imagen del ideal femenino del Prerrafaelismo. Pero, porqué esa pintura y no otra. No hay dudas que la actualidad mediática mundial de los movimientos Time’s Up y MeToo han influenciado en tal decisión. Tal vez la visión de la belleza femenina ha sido en las artes plásticas una mirada patriarcal. Pero la historia del Arte es la que es. Descolgar los cuadros o prohibirlos no parece ser el camino para reivindicar el papel justo e igualitario de la mujer en el mundo.
Esto ocurre en un mundo internacional del feminismo que polemiza entre sí. Actrices e intelectuales francesas creen que las mujeres de MeToo se exceden en su puritanismo. La National Gallery de Washington ha pospuesto la retrospectiva de Chuck Close, al ser acusado de acoso verbal y físico a sus modelos. El campo de batalla por la dignidad social de las mujeres está encendido. La sombra de la censura previa se extiende. Sin dejar de admitir las justas denuncias de las agredidas por machistas del mundo del espectáculo, es necesario colocar el asunto en su justa medida. Censurar el arte ha sido signo de regímenes de ingrato recuerdo en Europa.
El otro caso, en medio de este furioso acoso al desnudo femenino, es el protagonizado por Facebook. En 2011, la plataforma cerró la página de un asiduo de ese Barrio cibernético por publicar en su muro un ensayo sobre el cuadro de Gustave Courbet, ‘El origen del mundo’ (1866). Facebook aplicó su política: ‘No desnudos’. Esa vertiente puritana de doble moral del mundo anglosajón, tiene que diferenciar entre arte y pornografía. Ahora, un tribunal francés juzgará si la empresa violó la libertad de expresión del citado ensayista. La obra está considerada una de las joyas del arte en Francia. Finalmente, el caso local de la soldado española salpica a los medios de otro ultraje a la condición femenina. El ‘basta ya’ es un clamor que no puede seguir esperando.
Hay una pacaterìa implícita en la penalizaciòn al piropo. Incluso me atrevería a decir que se infringe la libertad de expresión en cierto sentido pues la norma legal cohíbe «ex-ante».
Y si, la violencia de género, auspiciada por un machismo irredento, ha derramado demasiada sangre, que ahora se ha decantado hacia el tintero de la legalidad y coloca un tacho rojo sobre la opinión galante y educada que alguno/a pueda tener sobre la fémina que pasa a su lado.
Pareciera mentira que en las sociedades avanzadas, los extremismos de la derecha victoriana sean tan nefandos como los excesos del machismo recalcitrante.