Las municipales están casi a tiro de piedra, aunque falta año y medio para votar. Las presiones externas adelantan fijar a los candidatos. El de esta ciudad puede esperar
La alcaldía de Málaga siempre ha tenido una espina clavada en el Consistorio. Una empresa privada-pública, LIMASA, que limpia mal, recoge peor y amenaza bien. Como un río embravecido, cada temporada, su personal exige mejoras, mientras la basura crece en las calles. No se podría manejar peor la gestión del aseo de una ciudad. La oposición denuncia fraudes, sobreprecios, puestos hereditarios. El gobierno municipal lleva más de quince años, sorteando crisis y gastando dinero público, sin conseguir que la ciudad tenga una cara clara y bien lavada, más allá de las arterias céntricas. Encamine sus pasos por las calles aledañas a la Casa Natal de Picasso a espaldas del Teatro Cervantes. Por allí no ha pasado una escoba desde hace décadas. Intérnese por los barrios más populosos, lo mismo. Ahora la amenaza fantasma se presenta de nuevo. Los dirigentes sindicales rechazan que el Ayuntamiento vaya a introducir a una nueva empresa privada para la limpieza, mientras que la recogida de residuos esté manejada por la parte municipal. Prefieren una empresa municipalizada.
La movilización hacia otra huelga se asoma tras los contenedores. Ya anunciaron en Navidad, que dejarían el asunto para enero. Pues ya estamos otra vez ante las escobas tras las puertas de Limasa. Aunque las autoridades munícipes han asegurado que el personal no sufrirá merma ante la nueva distribución de funciones laborales, el presidente del comité de empresa, Manuel Belmonte, tiene sus dudas. La vorágine de la basura se cierne de nuevo sobre la ciudad. Con este problema irresoluto la marcha hacia la renovación del primer edil malagueño se precipita. Aunque en política un año y medio puede ser una eternidad, quien quiera que asuma la alcaldía de Málaga en mayo de 2019 heredará una escoba envenenada por la basura de la ciudad.
A estas horas el PP, que gobierna en Málaga, su capital y provincia, tiene preparada la lista de los 42 candidatos para las municipales en las ciudades con menos de 20.000 habitantes. No es infrecuente, a no ser por la antelación tan precipitada. El parte viene del Consejo de Alcaldes de los populares, donde no dudan que tienen el mejor equipo ganador en su territorio. El calendario adelantado este año se completará en marzo y abril para el resto de ciudades. También tendrán a los ocho aspirantes a alcaldes de las capitales andaluzas. El ajedrez municipal popular, base para mantener o no la Diputación, va cogiendo forma. La incógnita permanece en quién será el rey de ese tablero en la capital.
Las variables en el acontecer político son impredecibles. Véase como los resultados alcistas de los Ciudadanos en Cataluña, desarbola las previsiones aquí. Tanto en el Ayuntamiento de Málaga, como en la Diputación el PP gobiernan apoyados por los Ciudadanos, que si bien no co-gobiernan actúan de muletas políticas en las decisiones fundamentales. Son formas inéditas de gobierno, pues el PP municipal, hasta ahora sólo conocía la holgura que da las cómodas mayorías absolutas. Un crecimiento generalizado de los Ciudadanos, tal como apuntan recientes sondeos, podría trastocar la gobernabilidad municipal malagueña. El escenario posible se presta a modificaciones que acarrearían la pérdida del ayuntamiento de la ciudad para el PP. La Diputación tiene una aritmética más enrevesada, pero el drama podría ser similar, dada la relación directa entre concejales electo y la composición de la cámara provincial.
Haciendo juego de sillones municipales la ecuación es simple. Si Ciudadanos aumenta su votación a costa del PP y ese centro de votantes variables, podría pasar de 3 a 6/7 concejales. Si el PSOE bascula en 10, un acuerdo podría barajar un gobierno municipal de mayoría simple (16 ediles es el mínimo para gobernar) y el PP perdería esta plaza tras casi 20 años en el poder edilicio. Si bien puede suceder lo contrario. Ciudadanos parece tener todas las llaves en su bolsillo. En ese probable escenario adverso, el actual alcalde tendrá que pensar muy bien si se presenta para pasar a la oposición o retirarse de la política. Si desiste, tendría que dejar sitio a su compañero de bancos, Elías Bendodo, quien tendría un panorama difícil por delante. Ante esta posibilidad, el PP valorará quien de los dos sería el candidato más fuerte para hacer frente a la avalancha que se les viene encima desde su propio centro derecha. España se ha vuelto diferente y no es solo un eslogan.
Mientras se recoge o no la basura de las calles, la contienda electoral local empieza a levantarse con una perspectiva inédita y sorprendente. En el juego político nada está perdido hasta que se pierde. La forma y acto de pactar gobiernos siempre es el recurso final, como ha sido hasta ahora. El cambio sería con cuántos votos soy capaz de dirigir tal pacto. Tal aritmética de acuerdos igual podría favorecer al PP in extremis. Seguramente las próximas elecciones municipales en Málaga serán las más entretenidas de los últimos años. Lo inmediato es resolver esas escobas levantiscas, que crecen por el horizonte municipal.