España tiene problemas. Uno es la educación. Se empezó la casa por el tejado (Bolonia) sin resolver la escuela básica. Un estudio (OCDE) indica que vamos regular
En el informe de la educación 2016, realizado por la OCDE, España queda relativamente bien en comparación con los países desarrollados. Los datos de participación en la escolarización temprana, secundaria, profesional y superior no son desalentadores. Sin embargo, de lo que se trata es que ese volumen se compare con la calidad y sentido de la formación. Alumnos que llegan a la universidad con serias carencias lectoras, indica que algo falla en la educación básica. Es inadmisible que a la universidad española lleguen estudiantes que las ciencias califican de ‘analfabetos funcionales’; saben leer, pero no entienden lo que leen. España tiene un problema educativo claro con los estudios que se organizan en cada Comunidad Autónoma (CA). La enseñanza de la historia es un ejemplo claro. El idioma otro. Relataba un catedrático, especializado en la investigación, que en la Universidad de Málaga hemos tenido alumnos de doctorado, provenientes de universidades catalanas, que apenas podían expresarse en español. Seguramente, tener una educación descentralizada, donde cada CA campa a sus anchas y enseña la historia local a su conveniencia, pero no la de España tal como sucedió es un lastre que se arrastra para toda la vida. Poner orden en la educación básica es una de las tareas impostergable para los gobernantes. El futuro está en el conocimiento científico y humanístico. Y eso comienza en el parvulario.
No cabe duda que el proceso separatista catalán se viene urdiendo desde las más tempranas aulas. Se empieza por desdeñar el idioma y se acaba asegurando y creyendo, como axioma de ley, que ‘España nos roba, nos subyuga y nos odia’; rechazando todo lo que huela a la España de los Borbones. Acentuar lo propio es fundamental, siempre y cuando no se siembre el odio, que siempre ocasiona las más peligrosas tempestades sin retorno probable. Los gobiernos centrales se han empeñado en ‘modificar’ las leyes de educación básica una y otra vez, para ir empeorando sin remedio. ¿Qué se debe enseñar en primera instancia? Pues que somos una nación fundadora de la Europa moderna, es decir su historia pasada y presente, incluida la tragedia franquista, que aún colea. Que hay que leer para entender lo que se lee en español (idioma oficial de España) y en el idioma particular, aprendiendo al unísono un tercer idioma, que será de cierta utilidad. Que hay que llegar a la formación profesional o a la universidad aprendido lo básico y fundamental. Además de los conocimientos primordiales de las ciencias puras y humanísticas. Y sin olvidar que se estudia para formarse como ciudadanos defensores de la libertad, de la igualdad y el trabajo, que son las bases de una sociedad próspera. Que la democracia tiene inmensos beneficios, derechos, pero también deberes, compromiso con la sociedad que son ineludibles para los mejores formados. Para eso se necesita el consenso de la política grande, sin ojos pequeños, inmediatistas y electorales. Y que la educación está subvencionada, pero no es verdad que salga gratis.
El estudio de la OCDE, que reúne a 35 Estados (los países más desarrollados del mundo y algunos emergentes), construye un análisis relacionando los sistemas educativos, sus costes y el mercado laboral. Presentan datos sobre España que si se pueden interpretar como positivos dentro de nuestras fronteras, son relativamente pésimos en relación al entorno. Aquí están algunos:
1) La población adulta española ha superado en 8 puntos la educación básica primaria (2005/2015), del 51 al 43%, lo cual es un signo positivo. Aunque en comparación con la media OCDE, 29 a 23% y UE22, 28 a 21%, seguimos con mucho retraso.
2) España está a la cola en individuos con formación profesional (FP), un 45%, mientras que Alemania, Italia, Francia, Japón o Países Bajos, superan el 70%. Seguramente en esto influye la capacidad industrial de esos países, que no es el caso de España.
3) Las españolas obtienen un porcentaje superior a los hombres en el nivel de educación superior cuando provienen de padres con un nivel inferior de educación: 33% mujeres; 24% hombres. Es el signo de la incorporación masiva de las estudiantes.
4) La escolarización temprana en España es excelente. Supera la media de la OCDE y de la UE22 desde los 2 a 5 años.
En relación a este último punto, diversos trabajos académicos (James Heckman, premio Nobel) y de Felfe, Nollenberger, Rodríguez-Planas, Santín y Sicilia, demuestran y coinciden en los beneficios de una bien planificada y financiada educación temprana. Fomentan las capacidades cognitivas en los niños para su futuro desarrollo educativo. Incrementan su rendimiento académico. Desarrolla el carácter y la relevancia social.
Está claro que nos falta cimentar el proceso educativo español desde la base, que está en la escuela infantil, básica y secundaria. En la universidad no se puede llegar a aprender por donde pasan los ríos o si los godos tuvieron veinte reyes o treinta, aquí se transmite el conocimiento para avanzar como seres adultos responsables, para ejercer una profesión del más alto nivel posible en pro del desarrollo de los pueblos. Estudiar para unirnos, no para separarnos.