Del 100% al Si es Sí al comedimiento del tercero, los socialistas han elegido a su anterior secretario general. Ahora viene su Congreso, donde las espadas seguirán desenvainadas
Alboroto podemita de por medio, los socialistas españoles han votado en multitud, con la esperanza de no convertirse en una versión lamentable a la francesa. Cruzaron el Rubicón de la desidia, del pugilato, de dos fracciones que ven cómo el PSOE se ha fracturado entre el pasado más pasado y un presente con futuro incierto. España contiene el aliento de los populares, que apostaban en secretos conciliábulos por Susana del Sur. Otros han dicho que Pedro Sánchez tiene aguja, pero no hilo para coser al partido. Con hilo o sin él, PSOE se apresta a reconstruirse o dividirse fatalmente. El PSOE está fracturado en dos grupos, cuyo posicionamiento ideológico es claramente opuesto. El domingo pasado enterraron a Suresnes. El nuevo tiempo socialista de Pedro se inicia ahora.
Con una participación de los militantes del 80 %, Pedro Sánchez vuelve al cargo del que fue desalojado (secretario general), por sus coqueteos con los nacionalismos y con Podemos. Ahora, con la herida sin coser, el socialismo español se abre ante un panorama más desalentador si cabe que antes. El escenario de esta obra del desaliento puede complicar, y mucho, la gobernabilidad de España, del propio PSOE y derivar hacia una ruptura definitiva con la socialdemocracia. Si abrazan a la extrema izquierda radical y antisistema, será un diluirse en Podemos con el puño en alto y la internacional de fondo. Sánchez, en su afán de convertirse en presidente del gobierno, le ha faltado tiempo para recordar que ese sigue siendo su objetivo primordial, pese haber perdido en dos ocasiones, contabilizando en el más bajo resultado electoral de toda su historia. Las adivinanzas no son cosas del periodismo, pero los futuribles escenarios políticos sí. Esbozamos algunos a continuación.
1) Cobrar facturas. Empezando por Susana Díaz y los barones gobernantes de las regiones socialistas, además de toda la vieja guardia que apoyó a la sevillana. Es de esperar que al volver a coger el timón de mando del PSOE (el reelegido), desplace a las huestes que le adversaron e imponga a los suyos a todos los niveles. Rehacer el partido sin originar nuevas y más profundas fisuras, dará el talante de estadista de este secretario general, que aún está por verse. Pedro Sánchez ha acabado con la solidez del aparato socialista. La primera batalla ha concluido, viene la segunda. Será en el Congreso de junio, a la vuelta de la esquina. Las escaramuzas empezarán en las agrupaciones donde se eligen los delegados. La prensa va a tener diversión. Lo asambleario sustituye al aparato.
2) Del Sí es Sí al No es No. Su negativa a abstenerse y permitir la gobernabilidad del PP, ha sido su bandera. Por los momentos, el portavoz del PSOE en el Congreso de los diputados, Antonio Hernando ha dimitido. Algo se empieza a mover en la bancada socialista, que ahora podría oponerse frontalmente a la aplicación de los presupuestos, apoyar la moción de censura, propuesta por Podemos, o incluso presentar una propia. Si una de las dos vías se pone en marcha, y es más que previsible, el gobierno popular tendría que convocar a elecciones generales. Nada gustaría más al reelegido que poner contra las cuerdas a su principal enemigo político.
3) Sánchez presidente. Si el secretario general forzara el escenario esbozado en el párrafo anterior. El PSOE podría volver a la Moncloa con los apoyos del abanico de la izquierda extrema. Tal vez una coalición cuya gobernabilidad no se apoyaría en una mayoría suficiente, pero sí entusiasta en pro de la progresía más radical. Los Susanistas sostienen su apoyo a Sánchez, siempre y cuando se haga un programa de gobierno ‘coherente y autónomo’. También podría intentar fagocitar a una parte de Podemos y hacerse fuerte.
4) PP, Podemos y Cataluña. El Partido Popular ha estado expectante apostando por Susana Díaz, cuya pátina socialdemócrata les daba cierta garantía de sostener un gobierno lívido, apurado por una frágil precariedad. Ahora en Génova se hacen cábalas del escenario terrorífico que se les puede echar encima. Mientras, los podemitas bailan a ritmo venezolano, celebrando que tienen a su lado a un compañero socialista, ubicado en la postmodernidad, que tanto les gusta. Con él casi llegaron a un convenio para gobernar. Tocan ya con la punta de los dedos los sillones ministeriales, y su ‘Sí Podemos’ se convertiría en algo más que un lema. Darle la vuelta a España, como pregonan, se les aparece más cerca ahora. Los secesionistas catalanes también bailan su sardana al son de la independencia de una nación cultural, como la calificó Sánchez.
La más perjudicada es Susana Díaz. Su granero andaluz no le ha dado suficiente hilo para coser a su partido, tal como ella quería. Su futuro político es más que incierto. Se avecinan cambios en su cortijo. El PP de Andalucía coge aire e infla el discurso. Puede estar a las puertas de gobernar, en coalición o pacto ad hoc, por primera vez. La debacle socialista no es solamente un punto en la agenda interna, sino que arremete contra la gobernabilidad de regiones y de todo el país. El mapa político español se resquebraja todavía más.
Cierto, amigo. Y añado: este PSOE no es el mío, de ninguna manera. Y deben haber muchos que piensen igual. Necesitamos un partido socialdemócrata en España. Y este no lo es.