Niza, París, Londres, Estocolmo, Madrid, San Petersburgo, El Cairo. Málaga, en plena Semana Santa, también blinda sus calles por donde cientos de miles de personas asisten a las procesiones
Los atentados de bajo nivel también matan e hieren con comprobada eficacia. Son factores de terror de mínimo esfuerzo, de bajo coste, pero de gran poder en cobrar vidas humanas y sembrar el miedo. Además, son difíciles de predecir. Los servicios de inteligencia policial y militar no son tan eficientes. El enemigo vive dentro, no llega disfrazado de refugiado. Es británico, francés, sueco, ruso, español. Algunos incluso, como el que atropelló a personas en el puente de Westminster, se convierten al Islam ya de mayores. Lo cual prueba que hay un programa de proselitismo activo. Inmolarse por Alá les recompensa y convierte en mártires. Occidente está bajo la amenaza de esta inédita y fácil manera de matar infieles. Esta forma de guerra es nueva, aunque dura ya demasiados años. El frente caliente está en Irak, Siria, Israel pero las calles de Europa, de Norteamérica o de Rusia no se libran de su coletazo. Una mochila en un vagón de Metro. Un camión o coche sobre las aceras de una calle céntrica es suficiente para sembrar la muerte. Le recuerda a los ciudadanos de a pie que la cosa es contra ellos. Que ese Islam radical, que interpreta el Corán según sus intereses de expansión, está aquí, en la esquina siguiente.
Esta semana Málaga está desbordada por miles de personas en las calles, desde mediodía hasta las tres o cuatro de la madrugada, y ofrece un blanco fácil a esos islamistas. Por tanto, las autoridades han colocado bloques de hormigón, para impedir o dificultar el paso de vehículos. Además de prohibir el acceso al centro histórico de camiones que superen los 7.500 kilogramos, desde el Domingo de Ramos hasta el de Resurrección y a partir de las 16.00 horas. Aunque es de esperar que no habrá incidentes que lamentar. No está de más las precauciones tomadas.
La cuestión es para preocuparse. Ante los sucesos más recientes (Londres, Estocolmo, El Cairo), la Junta local de seguridad de Málaga ha puesto en ejecución este dispositivo de prevención especial. Los grandes bloques (ver foto) de cemento parecen más disuasorios que los maceteros gigantes que usaron en la pasada Navidad. Ahora van a desplegar unos 1.500 agentes de la policía local y Nacional. En total casi 8.000 efectivos policiales en alerta contra posibles atentados. Disponen de un sistema de video vigilancia, que cubren las principales calles del Centro Histórico de la ciudad. Toda precaución es poca contra esta amenaza silenciosa, que sólo se descubre cuando es ya demasiado tarde.
La situación se complica y agrava en el mundo. Tras los 59 misiles Tomahawk –nombrados así en recuerdo a la efectiva hacha arrojadiza de los indios americanos–, lanzados con la precisión de dar en el blanco con tan sólo un error de 10 metros y guiados por GPS, el gobierno de Donald Trump cruza una raya roja y da el mensaje del Sheriff del condado mayor. Al atacar a Bachar el Asad le escupe en la cara a su querido Vladimir Putin, amigo del dictador de Siria. El ataque estadounidense al avispero sirio, donde al menos tres grupos armados se enfrentan, enreda aún más si cabe este tablero de ajedrez bélico. Trump ha tenido el apoyo de la OTAN, y avisó a sus socios y aliados canadienses y a los chinos. Ya el presidente-empresario con el botón armado en la mano, advirtió a Corea que deje de lanzar sus cohetes nucleares y a Irán que se esté quietecito. Moscú fue alertado poco antes de que los Tomahawk volaran precisos hacia la base de Shayrat, desde donde partió el ataque sirio con agentes químicos prohibidos. En cuatro minutos, los misiles acabaron con hangares, almacenes, silos y los sistemas de defensa y radares. El conflicto acumula seis años, 320.000 fallecidos y 10 millones de desplazados. Como la postverdad está de moda, hay grupos que ponen en duda que el ataque con gases letales haya sido perpetrado por el gobierno de el Asad. Los Tomahawk ya no tienen vuelta.
No cabe duda que este ataque quirúrgico, como lo han calificado en el Pentágono, traerá consecuencias para el propio escenario sirio, como para la indefensa Europa y los propios EEUU. Ese pozo sin fondo que es Oriente Medio, donde la ley que impera es el ‘ojo por ojo’, esta ofensiva acarreará represalias. Cada vez que Francia ha intervenido con su aviación en Siria o Irak, los ataques en su territorio no se han hecho esperar. Y la semana pasada la pacífica Suecia, país de gran acogida de refugiados musulmanes, no se ha librado. Ante tal panorama de guerra, que el islamismo ha trasladado a las calles europeas, el operativo que se desarrolla en estos días en Málaga debe ser bienvenido. Tal vez con tanto Cristo y Vírgenes en los tronos que salen en procesión cada día, hasta el domingo de Ramos, Alá dé un respiro. Al fin y al cabo entre dioses de dos de las religiones del libro, puede que haya una tregua.