Periodismo muerto

26 Abr

La región más peligrosa del planeta para ejercer el periodismo

En lenta agonía, acosados, amenazados, extorsionados, atemorizados, con la vida en el hilo de la información, que no se puede publicar y, finalmente, asesinados

Es lo que narra el libro que hoy se presenta en Málaga: ‘Periodismo muerto. Más libertad para matar que para informar. 1.051 periodistas asesinados y desaparecidos en América Latina (1970-2015)’. Una profusa, detallada y exacta investigación académica dirigida por el catedrático Bernardo Díaz-Nosty, director de la Cátedra Unesco de la Universidad de Málaga, que traza el mapa de la ignominia de un continente, donde el oficio más bello del mundo se ha vuelto el más peligroso, donde la tinta se mezcla con la sangre del tiro en la nuca. Leer este libro, desde la introducción hasta cada capítulo, da escalofrío. Se da fe de los fallecidos por zonas geográficas, por países, donde ninguno se salva, salvo Cuba, donde no matan a los periodistas porque no hay prensa libre o en Venezuela, donde aunque parezca extraño, no sale mal en este ranking de la muerte, pues ya casi no queda prensa opositora. Cada década se refleja con los regímenes que la caracterizaron. La persecución política de las dictaduras, las guerrillas, los recovecos de las democracias, el narcotráfico, los sicarios, las maras, el boom del neopopulismo controlador de los Medios, los Estados penetrados por los narcos. Las voces cercenadas en cada época, los periodistas en medio del fuego cruzado del poder real y del paralelo. La América Latina es una zona de alto riesgo para ejercer esto de buscar la verdad. Los periodistas no son héroes que se inmolan, dice este libro. Si tomamos en cuenta el período: 45 años sale a muchos, demasiados muertos por intentar contar un continente que sigue extraviado en su laberinto. No son tiempos propicios para la prensa en esa región del mundo.
La investigación minuciosa realizada por Díaz-Nosty y su equipo no es solamente un catálogo de nombres, circunstancias, fechas de los asesinatos y desapariciones, no, es mucho más, porque como todo serio trabajo en el campo de la sociología de la comunicación, contextualiza los hechos y expande cada caso a su lugar. Es un libro que cumple el precepto orteguiano del ‘yo y mi circunstancia’. No se puede entender la violencia de un continente si no se explican sus porqués. Señala con acierto que América Latina no es un conjunto, aunque lo parezca, pues tiene sus peculiaridades que el todo puede confundir las particularidades. El factor común del análisis, es que la prensa puede ser peligrosa para los poderosos, estén estos donde sea y lleven uniforme y pistola al cinto o no. El hilo más frágil es el periodista, si se le elimina también se envía un mensaje a todos los otros. La autocensura se va sembrando y crece abonada con la sangre de los caídos.
Este libro no es solamente un homenaje a ese millar largo de caídos por aproximarse a la verdad de sus países, es una relación de una región en estado de sitio. Señala al continente como el escenario más peligroso para ejercer este oficio. En uno de sus pies de páginas recuerda el investigador a Gabriel García Márquez, quien definió a este trabajo, ‘como el mejor oficio del mundo’, una idealización que si bien cierta, se topa con la crudeza de la muerte violenta. La investigación periodística, como base de toda información como dejó dicho el periodista colombiano, es firmar una sentencia de muerte para quienes ejercen escarbando en las miserias de sociedades controladas por falsas democracias, Estados fallidos, carteles de la droga y políticos corruptos más allá de las comisiones usuales.
Esta situación generalizada la ha bautizado Díaz-Nosty como ‘anomalía latinoamericana’. Se basa dice, en ‘una culpabilidad coral que, en no pocos casos, prolonga el drama en la estigmatización de las víctimas, en la impunidad de los crímenes y en el mantenimiento de la profesión periodística en los estadios de la marginación laboral’. Sin duda es una anomalía directamente relacionada con el frágil desarrollo democrático presente en la región desde hace medio siglo. La investigación está apoyada por un despliegue de cuadros y gráficos, que no dejan fuera a ninguna de las fuentes que analizan este tema. Al leer este libro, queda clara la relación íntima que existe entre un Estado con verdadero sentido del derecho a disentir y su expresión a través de los Medios de Comunicación. Una de las formas novedosas y en clara extensión por toda la América Iberoamericana es la compra de Medios por capitales ajenos al sector e inducido desde los círculos del alto gobierno. Plantea una nueva forma de censura, al obligar a cambiar líneas editoriales adversas. El caso de Venezuela es paradigmático. Una forma indirecta de imponer censura previa y de obligar a tantos periodistas a callar o perder su puesto de trabajo.
Previene Díaz-Nosty que no queda todo dicho. Que su investigación es un portal abierto a continuar en alerta de colisión. Desde 2005, creó el Observatorio de la Libertad de Prensa en América Latina, que puede consultarse en infoamerica.org. La sangría de periodistas no ha terminado, y no lo hará mientras el continente siga en manos de quienes ocultan y manipulan la realidad sólo en su beneficio personal. Este estudio va a ser presentado en las principales capitales de América, podemos vaticinar que va a acaparar titulares de portada a lo largo de la prensa que aún queda libre.

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