España hierve en filtraciones. Son los mensajes que circulan por las cañerías de la información, que intoxican a los medios desde Panamá a Bruselas o Madrid
Dicen que todo el que se precie de manejar dinero bueno o malo en el mundo tiene cuenta en un Paraíso Fiscal, vía Panamá, donde el Canal sirve tanto para trasvasar buques de un océano a otro, como para que los capitales encuentren puerto seguro. Ya los conquistadores españoles del siglo XVI habían explorado sin éxito el llamado tapón del Darién, unos ríos centroamericanos, que según los nativos unía ambos mares. Hubiera supuesto poner en contacto marítimo los mundos conocidos. No fue posible hasta que los estadounidenses construyeron el segundo canal artificial, que colocó a Panamá en el mapa mundial del comercio internacional o global como se le llama ahora. Antes había fracasado el francés Ferdinand de Lesseps, que llegó allí precedido con su canal de Suez en el bolsillo, pero el enjambre de la malaria y los escándalos de corrupción no le dejó excavar. Los americanos, siempre a la vanguardia del conocimiento científico, fumigaron primero con DDT, espantaron a las nubes de mosquitos y unieron a los dos mares. Panamá quedó abierto en canal para recibir a los inversionistas que no quieren pagar impuestos. Los Panamas Papers han filtrado al mundo de la prensa los nombres de cientos, miles de cuentas en esos paraísos de palmeras tropicales, que dan sombra al dinero lavado. Sin olvidar que en Europa, Montecarlo, Gibraltar y Andorra, acogen igualmente a esos capitalistas escurridizos sin ir más lejos.
También van saliendo filtraciones sobre los fondos con los que Podemos se ha financiado para convertirse en lo que son. La historia es recurrente. También a aquel Lenin exiliado en Suiza, llevando vida de burgués (‘Lo mejor de la burguesía son sus vinos y sus mujeres’, dicen que decía), le financiaron su revolución con dinero fresco del país de los Bancos y de Francia y de Alemania. No se pone en pie una organización nacional política de la nada. Cuesta dinero. Según los documentos presentados por ABC, los podemitas son hijos de la Fundación para el estudio de los procesos políticos latinoamericanos. Financiados por el comandante-presidente, ahora ‘comandante eterno’, y no porque haya durado una eternidad, sino porque, como Lenin, murió prematuramente sin ver concluida su revolución. Resulta que esos siete millones de euros para levantar a sus pupilos españoles, están sentados en la mesa con la socialdemocracia española imponiendo sus condiciones desde su minoría parlamentaria. No hay que dudarlo son dignos hijos de aquel lince que fue el camarada Lenin, que se cargó a los mencheviques y a los moderados demócratas socialistas, asaltó el Palacio de Invierno e instauró la dictadura del proletariado. La historia pugna por repetirse, aunque las condiciones no parezcan ser las mismas. Y no lo dude tampoco, los Podemos Papers han sido filtrados desde las cañerías del mismo gobierno chavista-madurista, que aún gobierna en Venezuela.
Esa filtración era conocida desde hace más de un año por los periodistas que seguimos el desarrollo e implantación del neocomunismo tropical venezolano. Los papeles que lo corroboran han salido ahora, porque era el momento de ponerle mano. Dado el deterioro interno de la administración madurista, se ha encontrado la vía de obtener los documentos, que puntualizan cuánto dinero se le entregó a los líderes del futuro Podemos y para qué se iba a destinar tal donación del gobierno de Hugo Chávez. Que no se engañen los socialistas españoles que dirigen las negociaciones. El joven Lenin español de la coleta no es que quiera un ‘Cambio’, sino cambiar todo con su ‘tic-tac’ impasible de nueva era; con su jerga copiada de su marco de referencia chavista; con sus poses de posmoderno revolucionario; con su implacable forma de gobernar verticalmente; con su evidente desprecio a las formas democráticas. Sólo las voces de algunos veteranos como Felipe González o Susana Díaz, la joven dirigente de Andalucía, parecen tener claro quiénes son, qué se proponen, qué España tienen en mente los podemitas de quien lleva paradójicamente el nombre y apellidos del fundador del PSOE.
El día a día es incansable. Te levantas y te acuestas con los pactos imposibles. Con cien días cumplidos de gobierno provisional, de espera a uno nuevo que no llega. Con la incertidumbre de unas nuevas elecciones, no como solución, sino para alargar la agonía de nuevos pactos. Y así transcurre 2016, que pasará a la historia como el año del Pacto. Las filtraciones en los pasillos del Congreso de los Diputados es un trasiego de incertidumbres, de posibles noticias que no pueden comprobarse con certezas. Si usted quiere un pacto, aquí tengo dos. Pero si no le parece, tengo otros dos. Mientras el gobierno en funciones parece perdido en el laberinto de los pactos, donde ellos mismo son simples espectadores. Rajoy se parece a aquel Napoleón, que antes las puertas de Moscú se detenía para esperar que dejara de nevar y se apagara el fuego que consumía la ciudad. “Qué hacemos ahora, le preguntó a su Mariscal más próximo. Este lo contestó: Lo más urgente es esperar, Sire”. Y esperó para tener que retirarse con el general invierno diezmando a su Grande Armeé.