El béisbol grande va a ser el referente de los cubanos cuando hoy, el presidente Barack Obama sea el padrino de la pelota cubana-americana
El malecón habanero salpica agua salada. Es el mar que separa a los dos países y que se acaba de acercar. Las 90 millas son leyenda. Tras 88 años sin visitarse, un presidente americano pisa la tierra de Martí, que ellos ayudaron a liberar de España. Tras más de cincuenta años de desencuentros, de insultos, de amagos fracasados por derrocar al dictador más antiguo del hemisferio, el gobierno americano de Obama se ha enfrascado en desembarcar sin tropas y no por una playa de Bahía de Cochinos, sino por el aeropuerto José Martí de La Habana. A lo grande, con La Habana tapizada de carteles con los rostros de Raúl Castro y Barack Obama, como viejos amigos que se reencuentran. Los cubanos gritan: ‘Vienen los americanos’, pero esta vez sin fusiles, sino cargados de dólares. Ronald McDonald casi baila ya a ritmo de salsa en la mejor esquina de La Habana. El béisbol, como metáfora de la unión cubana-americana, bateará una pelota que ha estado perdida durante algo más de medio siglo. Un home run que tiene la firma de Castro/Obama y pone fin final a aquella ‘Guerra Fría’ de misiles atómicos, que le costó la vida a Jack Kennedy.
Obama santificado, San Obama, porque ha ocurrido el milagro de que le pongan cariño a La Habana, una ciudad patrimonio de la humanidad que se ha caído a pedazos durante los largos años de la revolución. El ‘compañero’ Obama ha conseguido que asfalten las calles, que engalanen las fachadas, que remocen el estadio y pongan enfrente un punto de WiFi, que las farolas alumbren, que la Catedral abra sus puertas. Los habaneros cantan y bailan a ritmo de Rave. Ya nadie se acuerda de la visita del republicano, Calvin Collidge hace 88 años, en aquel 16 de enero de 1928 nadie esperaba a Fidel y sus barbudos bajando desde Sierra Maestra. Ahora, casi nueve décadas en el olvido, Obama recupera la isla. Como colofón a esta fiesta de los demócratas norteamericanos, el 25 próximo, actuarán los Rolling Stone, la revolución abraza al rock. Los hoteles han puesto el cartel de ‘no hay habitaciones’. El Meliá Habana al completo por los americanos. El Meliá Cohiba casi entero (300 habitaciones) para el equipo de béisbol de los Tampa Bay Rays (jugarán contra la selección cubana) y decenas de periodistas estadounidenses. El milagro Obama es que Cuba se ha puesto de moda entre la jetset del glamour. No sólo los Rolling, sino un desfile de Chanel para el 3 de mayo y Bruce Springsteen y Guns N’Roses. La isla se reflota y la avalancha de inversiones, finalmente, acabará con el embargo que los republicanos insisten en no levantar.
Este boom cubano empezó casi el mismo 17/12/14, cuando Obama y Castro anunciaron que volvían las relaciones diplomáticas directas. Los políticos principales ya han entrado en contacto con el gobierno cubano. El presidente de Francia, François Hollande, cogiendo la delantera a Mariano Rajoy, ausente de esta movida cubana-americana; el de Austria, Heinz Fischer y Federica Mogherini, jefa de la diplomacia de la UE. Y los famosos que se toman fotos en La Habana vieja, Beyoncé, Mick Jagger o Paris Hilton, tan oportuna siempre. Hasta se ha puesto de top moda, casarse en un Paladar, como hizo el cantante Usher. En el último año, el WiFi en Cuba se ha expandido. Sprint y Verizon (dos empresas americanas) han desembarcado ya en la isla. Las líneas aéreas estadounidenses pueden viajar sin vuelos chárter. El sector privado cubano avanza. Cuba, aunque por la superficie, va cambiando.
La tesis de Obama es que primero hay que poner el hombro a un desarrollo básico de la economía cubana. Eso, cree, impulsará la apertura política hacia una vía democrática, tal vez siguiendo el esquema chino, pero con la impronta caribeña y la cercanía de los EEUU y del lobby cubano americano, la inversión y la conversión hacia una democracia a lo occidental podrían avanzar. En contra, los republicanos, fuertes en el Senado, se oponen a esa opción y exigen, para levantar el embargo, una clara apuesta del gobierno cubano hacia una apertura seria y por elecciones libres, y después vendrá la ayuda económica. Por ahora, aunque con altas presiones de algunos sectores demócratas y la totalidad republicana, la tesis Obama se va imponiendo.
Por su parte, los Castro no olvidan dos puntos de orden irrenunciables: Guantánamo y el bloqueo. Ambos han sido las puntas de lanza de una revolución enfrentada al norte sin piedad. Guantánamo se ha recrudecido al convertirse en dura cárcel de yihadistas; promesa de eliminarla, que Obama no ha podido cumplir. El bloqueo se ha esgrimido como la causa de todas las privaciones, que el pueblo cubano ha sufrido durante la larga marcha de la revolución desde 1959. Ahora, Obama al pisar Cuba, le quemarán ambas causas. La otra fase de su estada será la visita a la disidencia, que aspira a plantearle, cara a cara, la premura por una apertura democrática, que nunca llega; ningún líder mundial lo ha conseguido. Obama les debe esa reunión, que le exige la comunidad cubana-americana. Y, desde luego, la sombra del líder eterno, Fidel Castro, embutido en su chándal de marca, al que Obama evitará estrechar la mano fotográfica. Cuba se levanta hoy con el amigo americano en casa. Un verdadero ‘Bienvenido Mr. Marshall’.