Y todo a media luz

9 Feb

Maduro-Macri, dos formas de entender a la América Latina

En Argentina se ha vivido como un tango. El populismo criollo ha gobernado como propietarios de su hacienda en medio de la pampa. Qué falta hace Borges

Los gobiernos hermanados por el neopopulismo de Argentina y Venezuela, tan arraigado en el país austral, desde que el general Perón adoptó como suyos los floreciente movimientos triunfantes de la Europa de entreguerras, al nacionalismo militarista bolivariano de Hugo Chávez, quien inauguró la senda del socialismo del siglo XXI, en 1998, la América iberoamericana ha sido traspasada por un tsunami revolucionario, que hace recordar a Giuseppe Tomasi di Lampedusa, quien creó el gatopardismo, y que estos mediáticos personajes revolucionarios han aplicado a rajatabla. Han hecho un Cambalache, que, como avisa el tango, ha sido un despliegue de ignorancia, dolo, peculado y afán de ambición. Un atropello a la razón. Como dice su letra, ‘el que no afana es un gil’.Mauricio Macri ha iniciado el comienzo del fin de la era Kirchnerista, aunque no hay que olvidar que cada vez que el peronismo ha salido de escena, ha vuelto para representar el último acto y entrar en su recuperación secular. Esto, dicen analistas de (www.infolatam.com), arroja un aliento nuevo por toda la región. El cambio que se inicia en Argentina puede dar paso a un nuevo ciclo, el renacer de una democracia con mayor madurez. En la Cumbre de Mercosur (Asunción, 21 diciembre 2015), Macri señaló que en esa organización regional no hay cabida para Estados que persiguen a los opositores ideológicos, ni se puede aceptar ‘la privación ilegítima de la libertad por pensar distinto’. Prevenido por tales señalamientos, el presidente Nicolás Maduro se abstuvo de asistir. Dilma Rouseff, que sí ocupó su sillón en dicha reunión, se puso de perfil y evitó la discusión sobre los presos políticos en Venezuela y la particular forma de entender la democracia en la República Bolivariana, tal vez porque ella misma tiene mucho que explicar en su descargo.

Como todo signo de cambio sustancial, la vista se vuelve sobre la economía, cuyos datos más recientes ponen en crisis recurrente y endémica a la mayoría de los países miembros de Mercosur y CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), donde las tesis bolivarianas se han impuesto a base del omnipotente petrodólar, desparecido ahora su poder. Van apareciendo otras tesis reformistas como el Tratado de Asociación con la UE, transformar Mercosur hacia una Alianza del Pacífico. Michelle Bachelet está en ello, aunque ha visto dificultada su acción por los bolivarianos, que se oponen al libre comercio a no ser el que ellos marcan con el narcotráfico internacional y sus socios chinos, iraníes o cubanos, según van apareciendo las investigaciones de la DEA estadounidense. La firma del TPP (Acuerdo Trans Pacífico), que incluye a Chile, México y Perú, es un estímulo para profundizar en una aproximación benéfica para ambos bloques. Algo se empieza a mover en un horizonte donde el futuro global obliga a pensar local y actuar en un mercado globalizado. Eso en sí mismo es una verdadera revolución para acabar con la pobreza en Iberoamérica. Que se logre en un continente de tan alta inestabilidad está por producirse.

La convergencia económica de los países de la región se ha dado en acuerdos bilaterales, regidos por la ALADI (Asociación Latinoamericana de Integración), donde se dan intercambios siempre y cuando las coincidencias ideológicas lo permitan, eso las condiciona. Un verdadero intercambio solo ha encontrado vaivenes y encontronazos ideológicos en las dos últimas décadas. El crecimiento ha tenido, por eso y otras causas, altibajos sin cesar. Los observadores europeos y norteamericanos, evalúan las actuaciones que aún faltan por concretar: desarrollo de infraestructuras que conecten a los países; normas comunes y regionales, como las telecomunicaciones; la adecuación de los sistemas financieros para agilizar transacciones con garantías de transparencia; entre otros, que garanticen el camino a un desarrollo sostenible retrasado tantas décadas.

Macri está en la senda de romper la baraja para poner algo de orden en su país y en la región. Argentina, junto a Brasil y México son los gigantes que podría lograrlo. No será tarea sencilla. Normalizar las relaciones amplias con los EEUU, que los Kirchner despreciaron. Una posición firme en la deteriorada OEA, que obligue al respeto a los derechos humanos, y no sólo el de los políticos profesionales. Se abre un período que puede revalorizar a toda la región, pero no es la primera vez que esa ilusión se inicia y al poco se tuerce. La acción de la diplomacia argentina es una herramienta fundamental. España, que ha estado ausente en lo que se está fraguando en Cuba, no debería estar alejada de este panorama que se está iniciando en la América Iberoamericana, los gobiernos españoles a menudo olvidan los lazos históricos que nos unen. Desde la Universidad de Málaga no se han desdeñado, y en el ámbito académico están presentes; claro eso es solo un grano de intercambio en el amplio panorama político y económico que tenemos en común. Tal vez sea la hora de mirarnos americanos como antes lo fuimos.

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