Hoy sale en España ‘Estado de crisis’ de Zygmunt Bauman y Carlo Bordoni. Una visión pesimista del mundo que nos está tocando interpretar
La globalización marca la pauta. Estornudan los chinos y al mundo se le cala el motor. Se tambalea el esquema bipartidista español y se paraliza el Estado. Los nacionalista-separatistas crecen como hongos en el campo. Una gran mayoría de jóvenes, que no leen ni saben de noticias, se apuntan al radicalismo antisistema para cambiarlo, aunque no saben bien cómo ni porqué. Obama restringe a sus armas en el exterior, pero se le disparan dentro de su nación. La soledad de los ciudadanos se va instalado en la sociedad, que ha perdido referentes claros. Las Redes Sociales (RRSS) invaden las mentes analógicas desde su universo digital-cibernético, donde el espacio contiene el tiempo, según ha escrito Manuel Castells. Para Zygmunt Bauman, las personas se sienten bien en las RRSS, porque soslayan su soledad, esa gran amenaza en estos días individualizados, precisa. Para ser un activista de salón, como él lo califica, no se necesitan habilidades sociales especiales.
En las RRSS no se establece un diálogo real, sino uno acomodaticio. No enseñan a dialogar, sino a evitar la controversia, aclara Bauman. Estas comunicaciones en la RED instalan a los usuarios en una ‘zona de confort’, de autocomplacencia. Estas redes, asegura el sociólogo, son una trampa, aunque proporciona placer. En esta sociedad del espectáculo, donde casi todo lo que tocan los Medios de comunicación, se convierte en un ‘cuánto vale el show’, según ha advertido Mario Vargas Llosa (premio Nobel enamorado), las nuevas formas de entrar en contacto no están exentas de tales mecanismos. Exhibirse es la regla. Aunque tal presencia pública atraiga a amigos/as mucho tiempo perdidos en el espacio/tiempo real.
En el nuevo libro de este judío polaco (Poznan, 1925), que tuvo que salir huyendo de su país y de su antiguo partido comunista en 1968, tras la purga antisemita; sigue, a sus 90 años, hablando con la lucidez de un joven académico. Es considerado un pesimista, un sociólogo de la postmodernidad sin rumbo. En ‘Estado de sitio’ pasa revista nuevamente a sus principales postulados. Dice que la globalización ha acrecentado la desigualdad. No tiene ojos optimista ante esta nueva realidad. Tampoco cree que el mundo digital sea la panacea universal. Ha sido un gurú de los indignados, aunque sabe que tales explosiones sociales no concluye en nada. Acuño el concepto de la ‘modernidad líquida’, una sociedad que se ha diluido. Vivimos en el vaivén de políticas inconexas, donde la UE no es capaz de asimilar el grave problema de las mareas de refugiados. Y donde la libertad, que creíamos haber alcanzado para siempre, también se diluye frente a las amenazas de las sombras del terrorismo internacional, que obliga a restringirlas en pos de una supuesta seguridad ciudadana.
Señala que los sistemas democráticos están en crisis profunda. La gente ha perdido la confianza, señala Bauman. Rodeados de dirigentes políticos, electos o colocados a dedo, corruptos, ineptos. El poder no se ejerce ya desde los sillones locales. Cumplir promesas electorales es cada vez más complicado. La pérdida de credibilidad en el sistema está servida. Olvidan estos políticos, demasiado a menudo, el concepto glocal: ‘piensa global, actúa local’. Lo que hay que revisar son las instituciones que crearon la democracia como la conocemos. Por eso tenemos un Estado sin gobierno en este momento en España. Dónde el presente político se arrastra en busca de acuerdos, pactos difíciles de establecer en un país donde no se conocen, ni se quieren conocer, que vivimos tiempos de transición y que las mentes que aspiran a gobernar tienen que adaptarse, ser creativas, arriesgar, ejecutar alianzas, so pena de hipotecar el futuro inmediato a una aventura hacia el vacío. De no conseguir estabilidad en España, y para eso hay que operar con urgencia, el sismo político se sentirá en la Unión Europea, de hecho los ojos están fijos en este reino de taifas, que dialogan sin mirarse a la cara.
Bauman rechaza ser un profeta. Vaticinó que aquel movimiento del 15/M, tendría una corta vida. Lo vio como una ‘explosión de solidaridad, que son muy potentes, pero muy breves’. No obstante, de aquella masa espontánea han surgido agrupaciones partidistas, que asoman sus millones de votos en tono amenazante. Ahí están, recogiendo sus carteras de diputados y dispuestos a asaltar los cielos. Mientras el laberinto catalán se enroca sobre sí mismo, vascos o gallegos rumian sus vías hacia la separación. Aquí está pasando algo serio, quien no lo quiera ver se puede quedar ciego para siempre. Los partidos tradicionales –y los emergentes no parecen ser muy diferentes– han perdido capacidad de controlar una situación, que tienen raíces más allá del territorio local. ‘La presunción de que se puede resolver la situación desde dentro es errónea’, asegura Bauman.
Tal vez la lectura de ‘Estado de crisis’, sea el símil de un estado de sitio, donde los gobiernos están atrapados en un tiempo que no controlan, que les supera. Si su lectura no resolverá el problema español, al menos dará que pensar sobre algunos caminos a explorar. Lo que sí es cierto, y salta a la vista hasta de un miope, es que aquí hay que poner orden, porque si no la crisis política se comerá al Estado. @oraculocharlie
Estado de crisis. Zygmunt Bauman y Carlo Bordoni. Traducción de Albino Santos Mosquera. Paidós. Barcelona, 2016. 157 págs., 16,95 euros.