Atravesar el Puerto a nado con 72 años es una proeza. El alcalde lo viene haciendo cada agosto. En ese kilómetro, aprovecha para pasar revista a su agenda
La prueba náutica es una tradición como preámbulo a la Feria de Málaga. Y hay un participante, que demuestra el más alto espíritu deportivo, porque aunque no gana, sí que atraviesa el Puerto en un ejemplo de deportividad a toda prueba. Es una metáfora de su empeño como alcalde. Forma parte de su entrenamiento como primer edil y nadador de la ciudad. Pero, como hicimos hace unos años, el nadador no deja de pensar en su agenda política particular, que en esta ocasión está plagada de desafíos inéditos al estar gobernando el Ayuntamiento en una incómoda minoría para su partido y para él mismo. Lo que sigue es una aproximación al pensamiento agitado y sin descanso de este singular nadador, que a partir de ahora pone a prueba su permanencia en el cargo al haber anunciado, que tal vez sea el tiempo de pensar en no seguir en el sillón, aunque la natación siempre le estará reservada.
Llevaba el dorsal nº 1, como es preceptivo al primer ciudadano de Málaga. Llegó en el puesto 497 con un tiempo de 26’:04”. No está mal para un señor de 72 años cumplidos y a cuatro meses de sus 73. La mayoría de los malagueños de esa edad o menos no completarían ese kilómetro marino. Pero en esos 26 minutos largos y solitarios con su fuerza concentrada en brazos y piernas, el nadador tuvo tiempo de repasar los principales problemas que le acosan. El agua fresca aclara la mente, la sangre fluye constante e impulsa a explorar los vericuetos de la política local e incluso de la nacional.
Brazada Uno. Como buen representante de la ciudad se lanza a señalar a su propio partido la poca sensibilidad de los presupuestos generales con Málaga. En medio de la euforia del PP por ganar terreno con guiños sociales, de cara a las cercanas elecciones cruciales de finales de año, el alcalde se desmarca para criticar que han dejado a su capital en la cuneta. Es que Paco de la Torre no es que sea un verso libre en su partido, sino que rima el endecasílabo completo. Más radical que la oposición.
Brazada Dos. Es la primera vez desde el año 2000 que gobierna en minoría. El agua salobre y turbia del Puerto le recuerda eso insistentemente. Ha tenido que echar mano de un pacto resbaloso con un socio más dudoso aún. No le gusta nada, pero es lo que hay. La meta se acerca, pero aún quedan 800 metros. Son cuatro años plagados de incógnitas y eso sí que es una travesía arriesgada. Los botes salvavidas no están en ese trayecto. Muy al contrario sus adversario están en los bancos de enfrente y en los suyos propios. El mar de fondo que agitan sus piernas ahora, está también en sus compañeros de partido. Especialmente en dos de ellos: Elías Bendodo, de quien ha dicho que le sustrajo votos por ese afán desmedido de ‘entrar por la puerta de atrás’ como segundo de abordo. El otro es el portavoz, nombrado por él, quien ha declarado en la prensa que ya es hora de que aclare si va a seguir, para irle buscando un sustituto con tiempo suficiente, que esa alcaldía es muy importante para el PP como para perderla.
Brazada Tres. Está aprendiendo rápido a coger atajos. Si su apoyo en la investidura, ese ‘chico malo’ Cassá, le da de lado; se busca a María Gámez del PSOE, que negocia si miedo e intercambia un Polo por unos ascensores. El camino se hace andando, recuerda a Machado, este nadador incansable. La meta se acerca entre el reflejo de la mañana marinera y el chapoteo circundante. Pero tras el jolgorio de la Feria, donde hay que limpiar las calles más de lo que acostumbran en Limasa, vendrá otra vez esa reclamación con su mantra: ‘Málaga está sucia’. Grossen Problemen, que diría Frau Merkel.
Brazada Cuatro. Mientras avanza con la respiración adecuada, distribuye fuerzas. Pero se plantea el escenario más que probable a partir de enero. Si el PP, léase Mariano Rajoy tiene que formar gobierno con los Ciudadanos, ¿tendrá él que incluir a los tres concejales en su equipo municipal? Sería una solución para tener su mayoría de nuevo. Pero, y si estos chicos del PP/Málaga presionan en Madrid y determinan que es mejor descabalgarlo, dándole, por ejemplo un sillón en el Senado o, incluso, un Ministerio. Bendodo pasaría a ser el alcalde, que para eso es el segundo e incluso las relaciones con los Ciudadanos locales sería mejor, más fluida invitándolos a formar parte de un equipo joven, nuevo, renovado. Los escenarios a futuro no ayudan a concentrarse: hay que llegar a la meta que está cerca ya.
Brazada Cinco. A pocos metros ya, el nadador se deja atrás a casi una treintena de competidores, algunos incluso más jóvenes que él. Sabe nadar bajo presión y guardar el curul. Quince años en la mesa de la alcaldía completan unos cuantos másteres. Sabe que el PP lo ha mantenido, ‘me lo han pedido’, como candidato ganador por ser una carta política segura. Pero ahora las cartas sólo llegaron a 13, mal asunto. Los jóvenes cachorros de la Diputación empujan, les ha llegado su hora y se aproximan a los 40 y tantos. El tiempo político no espera. El hacha de guerra está en alto. Los aspirantes han acumulado méritos, ya saben gobernar, repartir presupuestos, negociar. Quieren esa alcaldía malagueña y se lo han dicho con claridad en público y en privado. El nadador va a lo suyo. Estira brazos y piernas y toca la meta. Una vez más ha completado esa travesía. Ninguno de esos jóvenes ha podido acompañarle