Esta ciudad está a la cola de las Smart City del mundo y europeas en cuanto a esa entelequia empresarial que ofrece una ciudad inteligente. Aún estamos por conectar
El Índice IESE Cities in Motion 2015 ha evaluado el nivel de desarrollo de 148 ciudades en 57 países. Analizado 66 indicadores, fijados por más de 15 instituciones internacionales, el estudio cubre áreas, como gobernanza, planificación urbana, tecnología, medioambiente, proyección internacional, cohesión social, movilidad y transporte, capital humano, gestión pública y economía. Málaga ha salido notoriamente mal, está en el lugar 80 a nivel mundial y en el 49 de los países europeos. Es decir, por debajo del nivel medio del mundo y casi al final de las ciudades europeas. Este indicador se puede interpretar como que, la pretendida ciudad inteligente malagueña, es más una bien orquestada operación de marketing que una verdadera realidad. Hay mucho por hacer.
Aunque la sumatoria de ‘marcas’ que apoyan a nuestra pretendida ciudad inteligente: ‘Malaga Valley’ – ‘Zem2All’ – ‘Smart City’ o el ‘Polo Nacional de Contenidos Digitales’, proyectado en Tabacalera, han sido presentadas como el culmen del desarrollo tecnológico aplicado a una ciudad española, ninguna de estas iniciativas, propiciadas por el Ayuntamiento de Málaga, ha conseguido situar a la capital malagueña entre las ciudades destacadas, según este informe internacional (IESE). En realidad es la ciudad española peor situada, tomando en cuenta el esfuerzo realizado.
Una ciudad inteligente se define por la calidad de los servicios urbanos sostenibles, su relación con las aplicaciones tecnológicas y la gestión eficiente de tales recursos. Esto no se ha alcanzado aún de manera real en Málaga, pese al esfuerzo municipal en mostrar iniciativas aparentes en tal sentido. La ONU aprecia que ya el 20 por ciento de la población mundial habita en ciudades. Urbes agigantadas de ciudadanos: ciudad de México, Shangai, New York, Beijing, Sao Paulo, entre otras. Ese organismo asegura que en 2050 tal porcentaje habrá subido a 70. Si las ciudades, incluso las pequeñas como Málaga no se preparan verdaderamente (fuera de amagos propagandísticos) para conseguir armonizar los diferentes factores –espacial, social, ambiental– y sus relación con las nuevas tecnologías, serán urbes difíciles de habitar.
Aquí aparece el concepto de ‘Smart City’, que intenta ofrecer a los ciudadanos entornos amables, prácticos, habitables. Los foros internacionales ha expresado la teoría del tema en que una ciudad inteligente es aquella que hace buen uso de las nuevas tecnologías, para incrementar sensiblemente la calidad de vida de sus habitantes. Reivindica el minimalismo de hacer más con menos. Eso pasa por gestionar mejor los servicios, la limpieza, por ejemplo, una asignatura en suspenso directo en Málaga. Esos mismos foros han señalado que no es suficiente tener un centro histórico atractivo para turistas si se tiene, al mismo tiempo, unos barrios desasistidos y que eso es poco o nada inteligente.
En algunas ciudades europeas (Birmingham) la inteligencia se prueba en los planes de los gobiernos locales que los diseñan y en los aportes de empresas privadas y públicas. En el caso de esta capital, la versión podría parecer el denominado ‘Málaga Valley’, un conglomerado empresarial, que no ha logrado colocar a la ciudad en un ranking destacado. Algo falla en la concepción del plan, en su ejecución o en ambas fases. Parece que aquí no funciona bien la interconexión de los datos sociales, que pueden dar las pistas ciertas de cómo actuar, de qué estructuras montar antes de crearlas como aparatos de propaganda política solamente. Un estudio de la Universidad de Alcalá, aprecia que es imprescindible ‘lograr una integración completa entre los sensores que puedan existir en una ciudad inteligente y los sistemas de toma de decisión’.
Desde la UE se señalan tres características para que una ciudad pueda ser considerada inteligente: Una, un líder innovador (en Málaga su alcalde parece serlo, aunque sin éxito en este campo). Dos, no depender sólo del poder político, colaboración entre el sector empresarial privado y público (también aquí parece haberlo habido, pero sin logros). Tres, contar con los ciudadanos, con su colaboración y entusiasmo (tampoco parece haberse logrado). La ciudad inteligente está aún por ser descubierta. Inmediatez, eficacia y transparencia, parece que ninguna de esas tres condiciones se ha conseguido en la ciudad del Paraíso, que es Málaga, como dijo el poeta.
En este ranking (IESE) están en los primeros lugares: Londres, Nueva York, Seúl, París, Amsterdam, Viena, Tokio, Ginebra, Singapur y Múnich. Y las ciudades españolas a destacar en sus lugares mundiales y europeos son: Barcelona, (34/21); Madrid, (35/22); Valencia, (73/43); La Coruña, (75/44); Bilbao, (76/45); Sevilla, (79/48) y Málaga, ya señalada, (80/49). A excepción de Madrid y Barcelona, las principales capitales de España destacan muy poco en su ubicación en este ranking. Ciudades sí, pero inteligentes pocas.