Ideas tuvo Einstein, los esposos Curie, Colón, Luther King, Pitágoras, Higgs, Maquiavelo, Leonardo, Verne, hasta Hitler que pregonaba una Alemania aria
Las ideas a veces dan resultados concretos, otras son catastróficas. Se le atribuye a Napoleón que cuando tenía un problema espinoso en la mesa de su despacho, nombraba una comisión para que lo estudiara y le diera ideas para resolverlo. Ahora, como estamos en democracia, a eso se le llama ‘concurso de ideas’, donde todo hijo de vecino tiene el derecho y el deber, si le parece, de aportar sus puntos de vista. En esta ocasión, el salón plenario del Ayuntamiento ha decidido convocarla para ver si a alguien se le ocurre qué hacer con la manzana que ocupan los vetustos cines Astoria y Victoria, cuyo edificio alberga ya todos los fantasmas de las películas que allí se proyectaron. Tras varios años cerrados y haber pagado de las arcas municipales 21 millones de euros a los propietarios privados, las ideas no afloran; agotadas las ideas, que piensen otros. Nadie ha dado con una ocurrencia apropiada para reconvertir el edificio en algo útil. Como curiosidad, el gobierno de la ciudad y la oposición se han puesto de acuerdo en llamar a que cualquiera que quiera aporte ideas.
Las ideas suelen parecer buenas en el papel, cosa distinta es su ejecución. Sobre todo viene a resolver la falta de ideas. Una idea que parecía buena para ese entorno era realizar un conjunto cultural, donde se pudiera ampliar la Casa Natal de Picasso, ayuna de espacio. No prosperó. Otra, era echar abajo la edificación, para que la plaza de la Merced mirara al monte Gibralfaro, las ideas suelen convocar a demonios irrealizables. Han ido y vuelto, sin orden ni concierto, mientras el edificio acumula telarañas. En esta ocasión se pasa la pelota a los ciudadanos a ver si dan en el clavo. Hay en esta ciudad tramas que se enquistan en las entrañas municipales y se resisten a ser resueltas. Los Baños del Carmen, un hotel por aquí y otro por allá, los nuevos museos, que se disparan en costes; el Metro, pacto electoral de más retrasos, el convento de La Trinidad, el parque Benítez…, y ahora los viejos cines. Las ideas escasean tanto que no surgen ni pagando asesores ni técnicos. Es este un país sin ideas.
Estamos ante una crisis de ideas. Las buenas y realizables cuestan dinero. De la idea al proyecto y de éste a la obra ejecutada suele haber un largo camino plagado de imprevistos. En este caso no parece que haya que tener una idea demasiado compleja. No es más que un viejo edificio, que parece pedir ser derruido. El problema no parece estar tanto en la idea, sino en su financiación. Una idea, que se puede dar sin costo adicional, es ofrecerle la edificación a un magnate chino, que les encanta invertir en España para abrir un hotel con salón de juegos o un mini-centro comercial. La otra pregunta a responder es ¿qué tipo de equipamiento necesita la ciudad en ese lugar preciso del centro?
Las ideas son reversibles. Igual sirven para un roto que para un descosido. No surgen por generación espontánea. Antes de alumbrarlas es necesario conocer las variables que intervienen en el asunto. La menos dudosa es el coste que tendrá realizar la idea. Por sí mismas las ideas valen poco, lo valioso es su posibilidad de aplicación y sus resultados. Las buenas ideas están precedidas de su viabilidad y por sus posibilidades de realización. Es una salida por la tangente convocar a un ‘concurso de ideas’ y, desde luego, prolongar la agonía del viejo edificio Victoria/Astoria. Sólo aquellos que conocen el problema a fondo, podrán aflorar soluciones ejecutables. Lo demás serán ideas flotando en el éter. Si el Ayuntamiento tiene asesores sesudos que proponen convertir a barrenderos en guía de turistas, ¿cómo no se encierran a pensar en la idea genial para resolver este entuerto municipal? Pasar la pelota a los ‘ideólogos’ no parece ser el camino adecuado.
Una de las variables que intervienen en cualquier decisión es la que ha señalado el propio alcalde, conocedor del suelo malagueño: “La actuación en el solar será de cota hacia arriba y puede ser de cota hacia abajo, por lo que es bueno tener un criterio y que luego no haya una parálisis. Es bueno tener conocido el subsuelo antes de plantear el proyecto”. Un detalle fundamental para quienes deseen lanzarse a proponer ideas. Esto tiene que ver con la misma recomendación de la gerencia de Urbanismo municipal de demoler el edificio, para poder acometer con seriedad y mayor seguridad los sondeos arqueológicos que están en el subsuelo de esa zona.
Tal demolición para después acometer otra edificación, tras el sondeo del subsuelo, implica costes que pueden disparar las previsiones presupuestarias. Como se ve no sólo de ideas vive la ciudad. Los caminos municipales son insondables. El ‘concurso de ideas’ parte de una premisa falsa, ya que Urbanismo ha dicho su apreciación técnica y esos gurús suelen imponer su forma de ver la ciudad.