La cuadratura del círculo electoral requiere de una piedra filosofal, que nunca se ha podido encontrar. El Ayuntamiento se insufla esperanza con dos museos
El buque insignia del Ayuntamiento de Málaga sigue siendo la cultura, entendida desde una óptica posmoderna museística. No se acaba de entender qué análisis sociológico local da esa recomendación, que el alcalde, Francisco de la Torre Prados privilegia a todo trance desde que aspiraba a que esta ciudad fuera elegida como capital cultural de Europa para 2016, cosa que no fue posible. En los recién presentados presupuestos para el próximo año, la joya sigue siendo la misma. Dos nuevos museos-franquicias (uno francés, otro ruso), que absorben 7,1 millones entre obras, mobiliario y gestión del primer año, y que se aceleran para ser inaugurados antes de mayo, fecha de la convocatoria electoral municipal. No se conocen los beneficios en las urnas de tal inversión y si tan alta apuesta atraerá a los malagueños y forasteros a visitar las nuevas pinacotecas con una entrada de entre 6 y 10 euros por persona. Se echa de menos la difusión de la lectura y el fortalecimiento de otras áreas culturales como las artes escénicas y la música, más allá de los escenarios cerrados del Cervantes y el Echegaray.
El alcalde y sus técnicos han hecho malabarismos contables para cuadrar este presupuesto/2015 tomando en cuenta dos parámetros fundamentales: año electoral y no subir los tributos a los ciudadanos. También apartar algo de dinero para amortizar la deuda y sus intereses. Dejan de entrar unos 9 millones de euros por impuestos, pero el monto total presupuestado asciende a 699 millones, casi 10,5 por ciento más que este año que acaba y el mayor de todos del actual mandato del regidor. Sin duda que el horizonte electoral hace afinar el lápiz de la contabilidad pública local. A esto hay que agregar la necesidad de rebajar la deuda municipal con los bancos, que cerrará este año en 600 millones, situando el endeudamiento en el 110 por ciento, máximo permitido.
Otra área de difícil entendimiento es la apuesta por el desarrollo de una ciudad comparable al Silicon Valley californiano. El pomposo ‘Málaga Valley’, que se inscribe en ese otro llamado ‘Polo Tecnológico’, que pretende instalarse en el rescatado edificio de Tabacalera, donde ya han fracasado dos museos, el famoso de las piedras preciosas, que nadie apreció o el de los antiguos automóviles que se mantiene abierto gracias a las ayudas interminables de las arcas municipales, porque la taquilla no lo sostiene. A esta nueva apuesta en la ruleta vertiginosa de ese inmueble, rodeado, al parecer, de un mal fario persistente, se destinan 2,7 millones (la cifra más alta destinada a una única inversión, señalaba aquí el compañero, Miguel Ferrary), todo sea por decretar una ‘smart city’, donde aún no se han iniciado las prospecciones para saber si hay silicio.
Una simple comparación sumatoria (no es necesario ser economista de Harvard) indica que 7,1 + 2,7 (museos + tecnologías) = 9,8; que frente a los 12 millones para VPO (unas 380 viviendas) incluida la rehabilitación parece una cifra insuficiente, cuando se acaba de publicar un estudio del propio Consistorio donde el déficit de casas se cifra en miles: 1.500 viviendas/año y de 13.500 desde ahora al año 2023. Mientras desde el salón de los Espejos se califica a este presupuesto de ‘alegre’, puesto que aporta dinero que ha estado restringido en estos últimos seis años, y que se abre una rendija a la convocatoria de empleo público municipal y garantiza los mínimos de ayudas sociales; desde la oposición los señalan de ‘engañosos’ o de ser un ‘papel mojado’ (PSOE, IU). Es cierto que no se presentan proyectos nuevos, sino que se colocan partidas para concluir los que ya han comenzado o para finalizar, como es el caso del Parque Campamento Benítez, que no ha podido ser terminado este año por motivos técnicos-burocráticos. ¿Cómo plantear nuevas obras con tan escasa caja monetaria? La crisis, y no sólo financiera sino también de ideas, que no acaba.
Tal vez por esa circunstancia habría que afinar más aún el lápiz de esta contabilidad, que no acaba de servir para solucionar el gran problema ciudadano que es la falta de empleo. No es que un ayuntamiento tenga esa responsabilidad en exclusiva, pero la tiene frente a la cara de la cotidianidad más cercana. Al final, un par de museos y un parque no crean empleo de calidad ni en cantidad. Van a convocar algunas plazas de administrativos, la noticia será que para 20, 30 o 100, se presentarán miles. Para bomberos hay 30 puestos, que buena falta hacen; los aspirantes ya han empezado a levantar pesas, habrá cientos de jóvenes que desde niños lo han querido ser. Mientras tanto, unos 18.000 ciudadanos de esta ciudad no han podido aprender a leer y a escribir, aún les llaman analfabetos, en plena era de la comunicación de las ‘smart city’. Y hay niños en Palma-Palmilla que se tienen que ir a la cama sin cenar. Por ahora no hay presupuesto que alcance para tantas urgencias.