5.000 euros escamoteados en pagas extras a los profesores, los niños malagueños pasan hambre y los políticos roban a diario. España clama justicia
Una, sola una, de las consecuencias más graves de esta crisis de larga duración y sin fecha de caducidad, es la precariedad que se ha instalado en las aulas de la educación superior. Toda andaba más o menos mal, hasta que se agotó el presupuesto para mantener a las 10 universidades públicas andaluzas, ahora la cuestión ha llegado a su fondo. El otro grave asunto de este descalabro es la alerta de Unicef sobre los niños de la crisis, que pasan hambre y cuya educación se aleja cada día más. Han tomado como ejemplo europeo al barrio Palma-Palmilla de Málaga.
La excelencia, que tanto cacarean en los cenáculos de la Universidad de Málaga y en otras tantas de Andalucía, cuesta dinero; no se puede alcanzar sin recursos económicos. Los recortes salariales suponen una merma sensible en el ánimo de los profesores, que deambulan de aulas en aulas, cabizbajos y silentes. Porque, además de esas pérdidas de sueldos, se han aumentado a 320 horas lectivas las clases, con lo cual las que se dedicaban a la precaria investigación se han esfumado con el viento de levante. Nada volverá a ser como antes. Alguien ha escrito con acierto que tenemos algunas de las Universidades más antiguas de Europa, pero ni una sola entre las 100 primeras del mundo. Ni la vamos a tener.
La Junta de Andalucía debe, al día de hoy, alrededor de 630 millones de euros a las 10 universidades públicas de la región. Ha prometido, por boca de su presidenta, que el próximo año 2015 se pagarán las extraordinarias completas, tras 3 años recortadas a la mitad. Los sindicatos del sector piden que se repongan totalmente. El CSIF de Málaga calcula bien que los profesores han dejado de cobrar unos 5.000 euros al disminuir dichas pagas. Y que también reincorporen a los sueldos los porcentajes sucesivos rebajados. Llaman a protestar en todas las provincias andaluzas el próximo miércoles 12 a las 11:00 horas a las puertas de las delegaciones de gobierno de la autoridad autonómica. La pregunta es si los profesores dejarán de dar sus clases ese día, a esa hora para asistir a tal concentración. Porque hasta la fecha, la vocación de servicio docente se ha impuesto, y nadie ha levantado una voz de protesta, ni ha dejado de dar una sola clase, ante tan pertinaz atropello a la dignidad de una profesión altamente estimada en todos los países civilizados.
Mientras la Academia sufre en silencio y las clases siguen dándose sin reparos, Unicef acaba de publicar un informe sobre la pobreza que sufre la infancia, víctima principal de la crisis. Deben ustedes verlo, dura un minuto y medio y sobre las imágenes de la Palma-Palmilla malagueña, una voz de una niña (Lucía, 11 años) narra la vida que le ha tocado en ‘suerte’ en esta ciudad, cuyas buenas noticias hablan de recuperación, de turistas desbordando los comercios y de hoteles con habitaciones repletas a reventar. El testimonio de la pequeña Lucía es demoledor. Pinche aquí o ponga este enlace en su navegador y escúchelo. http://www.youtube.com/watch?v=6ckaaPxi8uk Los que mandan en la ciudad miran poco youtube, ni lee informes de Unicef, ni caminan mucho por los barrios, concejalillos del tres al cuarto que se miran el ombligo, encantados de haberse conocido. Pues aquí lo tienen a ver si se les parte el corazón (es una metáfora), todos gozan de una buena salud de hierro.
Unicef enseña datos. 76,5 millones de niños viven por debajo del umbral de la pobreza en el mundo desarrollado. 41 países ricos de la OCDE y la Unión Europea. Desde 2008, los hogares españoles han perdido diez años de ingresos. Seguramente nunca lo recuperarán, porque las casas no son bancos. El impulsador de ‘er banco ‘güeno’, Jesús Rodríguez, el Chule, afirma que en su barrio “hay hambre y pobreza”. Su obra intenta paliar en algo tal situación. El nombre de su ‘banco’, que no presta dinero, sino que da comida, parodia a los bancos malos, que ya ni crédito tienen para dar.
Entre noticia y noticia, los mandatarios de todos los niveles piden perdón, miran a las cámaras con caras de ángeles sufrientes. Pero nadie les cree, ni siquiera sus más fieles seguidores. En los platós de las teles alternativas, los ‘podemos’ sonríen expectantes a la espera de las urnas próximas. Las celdas judiciales se van llenando de imputados, sospechosos y otros andan por libre tras pagar fianzas con el mismo dinero que robaron. Los jueces investigan debajo de las piedras, mientras la verdad de verdad sigue a la espera. Se eternizan en procesos bajo la custodia del secreto sumarial, mientras las filtraciones plagan las columnas periodísticas, que sostienen la gravedad de la situación, que va a dar al traste con el sistema, si es que a esto se le puede llamar así. El dinero escamoteado no vuelve en su totalidad a las arcas de donde nunca debió salir, para que, por ejemplo, ni un niño español se acueste sin comer, como le sucede muchas noches a Lucía, esa niña de la Palma-Palmilla de Málaga.