La segunda guerra fría

5 Ago

Putin y Castro reeditan la antigua base de Lourdes frente a Florida

Esta se podría llamar la nueva ‘guerra caribeña’. Putin, tras su visita a Cuba, le ha dado dos regalos a la dictadura, condonar la deuda y reinstalar una base de espionaje

Lejos ya de aquellas bases de misiles soviéticos instaladas a las famosas 90 millas de Florida, que produjo la más aguda crisis de la guerra fría a comienzo de los sesenta, con Kennedy y Kruschev a la cabeza, se reedita ahora el pulso con los americanos desde el antiguo centro de radares que la URSS tuvo en Lourdes, una población frente a Miami. Cerrada en 2001, tras la caída de la Unión Soviética, ahora Putin, en el rescoldo de sus mejores resabios de la KGB, la ha recreado. Así, un fantasma del pasado toma forma en la misma tierra que es la espina clavada en el sur de los EEUU desde algo más de medio siglo. La revista Time atribuye esta nueva guerra fría a los sucesos de Ucrania.
La historia tiene que ver con la tecnología de la época. La estación/radar de Lourdes fue construida por los soviéticos en 1962 y puesta en funcionamiento cinco años después. Fue una prueba de fuerza de la presencia comunista a escasos kilómetros de la costa estadounidense. Había fracasado Bahía de Cochinos y los misiles atómicos habían sido desmantelados. Aquel pugilato entre el mundo libre capitalista y la utopía comunista quedaba en empate y el hongo nuclear aparcado. Pero los rusos y sus socios cubanos no se quedaban tranquilos. Instalaron la más sofisticada tecnología de aquellos años para espiar las comunicaciones telefónicas y de radio en buena parte del territorio enemigo, situado a unos 250 kilómetros de Cuba.
Hoy, una estación de radar como aquella parece obsoleta. Rusia, como todas las potencias mundiales dispone de satélites de comunicación en órbita geoestacionaria, que rastrean hasta los estornudos de Obama en la Casa Blanca. La reapertura de Lourdes, más parece un gesto simbólico, un ‘aquí seguimos’ y, desde luego, un aporte de dinero al depauperado presupuesto gubernamental cubano. Putin, ese ángel protector del viejo comunismo, ha condonado el 90 por ciento de la deuda de 35.200 millones de dólares, los 3.250 millones que quedan pendientes los pagará el gobierno cubano, pero serán reinvertidos por Rusia en el desarrollo de Cuba, según RIA/Novosti. Al mismo tiempo, el primer ministro ruso ha ofrecido a Raúl Castro un préstamo de 1.600 millones de dólares para modernizar la infraestructura eléctrica de la isla. Los otros socios a la vista, son, cómo no, los chinos. Estarían dispuestos a entrar como asociados en la puesta al día de un país, que se ha quedado en el olvido de la modernización tecnológica.
Rusia, que atenaza a la Europa sin gas ni petróleo, que se adueña de parte del territorio ucraniano, con el retorno de Crimea, aquella península donde nació Kruschev y que graciosamente había anexionado a Ucrania, que da soporte militar y técnico a los combatiente pro-rusos, que no les tiembla el pulso para lanzar misiles contra aviones civiles, en fin esta Rusia, ¿ha olvidado su glorioso pasado soviético? Sigue siendo una potencia mundial, con recursos extensísimos, cuya presencia autoritaria y tecnológica sigue extendiéndose hasta el Caribe a las puertas mismas de su enemigo histórico.
Según el diario Kommersant, citando fuentes del gobierno de la Federación Rusa, el radar de Lourdes dejó de funcionar a principios de 2002 por la falta de recursos para el mantenimiento del centro y por las exigencias de EEUU. La reapertura responde a una mejora de las posibilidades financieras y también al enfriamiento de las relaciones con Washington. Todo se ha agravado desde Ucrania, ahora ha empeorado. Rusia ha sido un aliado estratégico en la lucha contra el islamismo extremista, no hay que olvidar que fue Putin quien hizo reflexionar a Obama en cuanto a no apoyar a las fuerzas insurgentes contra el presidente sirio Bashar Al-Asad. Ahora Putin parece impulsar y encabezar un nuevo frente de los no-alineados, como en los viejos tiempos soviéticos.
Lourdes. Fue el centro de espionaje radioelectrónico más relevante de la URSS fuera de su territorio. Tuvieron allí a 3.000 especialistas. La cuota por el alquiler fue, hasta 2000, de 200 millones de dólares/año. Ahora esa cifra se duplicará como mínimo. Cuando se cerraron las instalaciones en aquel año, el entonces jefe del Estado mayor de Rusia, Anatoli Kvashnin, declaró que con esos 200 millones ahorrados podría financiar 20 satélites de espionaje y 100 radares modernos. Dado el desarrollo tecnológico actual de las comunicaciones aplicadas a la vigilancia, se entiende poco la reapertura de Lourdes, a no ser como un acto de fuerza ante un aliado al que se está enfrentado y como respuesta a las sanciones impuestas por EEUU a Rusia tras los sucesos de Ucrania. La geopolítica vuelve a jugar fuerte.

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