La vía hacia la claridad conduce a la rehabilitación de esta democracia depauperada. Un déficit del sistema, como hay otros. Aunque cuesta mucho
Tras cuatro meses de constituida, se reunió la semana pasada por primera vez la comisión de transparencia del Ayuntamiento de Málaga. Con dos casos sombríos sobre la mesa parecía un debut histórico, pero no fue para tanto. Como es costumbre ambas cuestiones siguen en el limbo de la in-transparencia. Es difícil para cualquier político aceptar que se ha equivocado. Si ha alcanzado una cuota de gobierno lo es aún más. Repelentes a la claridad, transitan por la nocturnidad donde reinan las sombras. Transparencia es que la luz pase a través de los sólidos, aun así los rayos se refractan. Una práctica de difícil aplicación en esta parodia de democracia, donde la claridad parece reñida con la gestión de la cosa pública.
La opacidad está directamente vinculada con la corrupción. Los casos que se ventilan en los tribunales, que crecen como la bola de nieve que corre ladera abajo, da un radiografía de lo que ocurre en las cloacas del poder, una vez que salen a la luz mediática. Los procedimientos administrativos grandes o chicos, las tramas mafiosas de cambios de favores por tratos preferentes, los grandes montajes en el tiempo para esquilmar las arcas públicas de estas tierras andaluzas y de otras más allá de Despeñaperros, aluden a la necesidad de una ley de transparencia general en cada una de esas CCAA. Los Ayuntamientos, asiento de muchas de estas desmesuras de las sombras, se vienen sometiendo a una auditoria anual, que realiza Transparency International/España (TIE) y dice que van mejorando. Efectivamente, Málaga no se encuentra entre los peores, en un puesto alrededor de la media aceptable con unos 94,1 puntos sobre 100. Sin embargo, la comisión reunida hace unos días, ‘toreo’ eficazmente los casos sobre los que se les preguntó y las dudas siguen ahí: Espacio para las tecnologías en Tabacalera, promoción fallida y el caso ‘Raqueta’, adjudicado, al parecer, sin demasiada claridad.
Según el citado informe (2012) entre los ocho Ayuntamiento más sobresalientes por su luminosidad administrativa no hay ninguno andaluz. Málaga, junto a Vélez-Málaga y Puerto de Santa María se colocan un escalón por debajo en ese ranking. Como se ve la buena calificación de transparencia no abunda por aquí. Es cierto que, como toda estadística, este indicador es parcial e indicativo, pero es una aproximación. Otra cosa es la práctica real de tal claridad. Destacar que la media general de las corporaciones municipales de España es de 72,2 puntos sobre cien, no es para hacer fiestas patronales. Muy por detrás de Málaga están Sevilla (70,6); Cádiz (76,5); Jaén (35,3); Huelva (23,5) y otros municipios menores, como Fuengirola (88,2); Marbella (70,6); Jerez de la Frontera (52,9).
Si valoramos que la transparencia pública en todos los sectores es un indicador potente de su incidencia positiva en los manejos de los asuntos públicos, en especial del dinero, el ranking que establece TIE es demoledor. Valorando de 1 a 5 (1=nada corrupto; 5=Muy corrupto), España obtiene para el estudio de 2013 los siguientes resultados: Partidos Políticos, 4,4; Parlamento Legislativo, 3,9; Ejército, 2,6; ONG, 2,4; Medios Comunicación, 3,2; Organismos religiosos, 3,1; Empresas privadas, 3,3; Sistema educativo, 2,1; Sistema Judicial, 3,5; Sistema de Salud, 2,3; Policía, 3,1 y Funcionarios Públicos, 3,3. Como se puede ver, llama la atención que nadie obtiene la máxima puntuación de uno. De mayor a menor manera, la corrupción vive instalada en los entresijos de la administración pública y privada, siendo los partidos políticos los campeones de este análisis. Subrayar que los Medios de Comunicación no salen muy bien en esta calificación.
La transparencia y la corrupción son las dos caras de una moneda de poco uso aún por un lado, pero de gran desarrollo por el otro. Si la ecuación se despeja con a mayor claridad administrativa y controles estrictos se puede frenar la corrupción, que parece un cáncer aun en países de gran desarrollo democrático como EEUU, se podrá escribir que los rayos de luz alumbran las manos de los que cogen el dinero público, y no solo para que estén presos, sino para que devuelvan lo que guardaron en los paraísos fiscales.