Con 10 puntos de ventaja en la región y 5 en Málaga, los socialistas levantan cabeza con la mirada puesta en Europa. Les falta ganar la lucha local
Se acaba de cerrar la puerta de las europeas (incluida la del fútbol) y ya se abre la que lleva a elecciones primarias, regionales y municipales, las urnas no descansan. Es lo que tienen el régimen democrático, que va de comicios para casi todo, aunque en ocasiones se salte uno que otro trámite. Y si las del parlamento de la UE queda muy lejos, los vasos comunicantes con lo local tienen claves que no pasan desapercibidas. El ganador absoluto ha sido la abstención por aquí y el crecimiento de la extrema derecha, un resurgimiento de los nazis tan caros a los centroeuropeos. Al calor de la crisis económica, la avalancha de foráneos y los vaivenes azarosos de la política exterior de la UE, los nacionalismos crecen y con ellos un sentimiento anti Unión Europea, que usa los mecanismos electorales para sentarse en su parlamento y que no deja indiferentes a los indignados de un movimiento a la izquierda de la izquierda.
Con algo más de 6 millones de electores posibles, Andalucía es un factor de decisión importante en cualquier convocatoria electoral. En esta ocasión se decidía sobre 53 eurodiputados, que son los que corresponden a España, para poblar un parlamento de 751 elegidos. Allí se dilucidan las políticas de ayudas, que tan queridas son por estas tierras. No obstante, la campaña ha esquivado lo propiamente europeo para agitarse en el cuadrilátero de lo nacional, como si estas fueran, y lo han sido, un adelanto de lo que viene: la supervivencia del bipartidismo y el freno a los nacionalismos excluyentes o a esos contrarios a la UE, y a los vagos que les importa un rábano estas elecciones. Pero esos sectores olvidan o no quieren recordar, que desde 1986 Andalucía ha recibido unos 54.000 millones de euros de los fondos europeos para su desarrollo.
Los resultados del pasado domingo en relación a esta región del sur europeo dan la siguiente foto final: Los socialistas suben, tras la debacle de las autonómicas y generales. Se reubican en su mapa de toda la vida y cogen aliento ante lo que se les viene encima. Recomponerse desde dentro y afianzar un mapa electoral que les permita seguir gobernando en Andalucía a ser posible sin socios. Aunque la abstención alcanzó el 53%, la participación subió un punto en relación a las europeas de 2009. Los indicadores estudiados prevén que en la convocatoria andaluza tal afluencia a las urnas pueda rozar el 65%, podría garantizar la anhelada victoria en las autonómicas. La estadística electoral, que no es una ciencia exacta, pero deja rastro, señala que la diferencia porcentual podría colocarse en unos 15 puntos de diferencia con los populares. Pero, las urnas tienen vida propia y suelen dar sorpresas.
Estos resultados dicen que el PSOE ha ganado en todas las provincias, excepto en Almería (35,09 PP/32,88 PSOE). En Jaén con 42,77%; Cádiz, 30,94; Córdoba, 35,04; Granada, 35,23; Huelva, 41,33; Sevilla, 37,18 y Málaga, 30,11%. En las capitales, Sevilla, Huelva y en Málaga por poco (25,21 PSOE/24,88PP) ganan los socialistas, mientras que en el resto de ciudades lo hizo el PP. Tal vez sea la única alegría de la noche electoral europea para los socialistas españoles, la que ha proporcionado, una vez más, el granero andaluz. La clave electoral está en mantener y ampliar el voto ganado ahora. Con los datos en la mano y explorando los resultados en la provincia de Málaga, donde en municipios tales como Alhaurín el Grande, Antequera, Coín, Marbella, Mijas, Vélez-Málaga, se ha impuesto el PSOE, es posible extrapolar a unas municipales muy favorables a esa agrupación, en lo que parece ser un cambio de ciclo.
Es curioso cómo los vaivenes políticos, donde las acusaciones de corrupción riegan la tierra andaluza, no se refleja en un rechazo en las urnas, sino en un incremento en la confianza en el partido que aquí ha gobernado desde que se tiene memoria de esta democracia posmoderna. Hay que considerar, igualmente, los desaciertos en los gobiernos locales administrados por los populares (todos los municipios de la Costa del Sol), apresados por la crisis, falta de inversiones, déficit y estancamiento generalizado. En Málaga con los fogones de La Cónsula apagados y Tabacalera con la maldición oscura, parece que la ciudad no levanta cabeza como la smart city que venden.