El Ayuntamiento reacomoda a sus cargos y deja a la oposición más indigente de lo que ya está. La recuperación económica dicen que viene, pero aún no ha aparecido
Aquí a todos los cargos, electos, señalados a dedo o ganados con el esfuerzo intelectual como los profesores, les va llegando su recorte. Según las nuevas normas de la Ley 27/2013 de Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local, le toca aplicar una reducción de personal y sueldos al Ayuntamiento de Málaga. Se han reacomodado a los que ya trabajan en el entramado administrativo sin que nadie haya ido al paro. Y a los que prestan servicio en las oficinas de la oposición se les ha recortado el sueldo. Todo dentro de la legalidad institucional, pero que en la práctica debilita al adversario. Cambiar las reglas en medio del juego tiene eso, perjudica al contrario y fortalece a quien manda. Esto entra en vigor, casualmente el 1 de mayo, buena fecha para celebrar rebajas de sueldos. Se han eliminado en el papel a 11 de éstos, lo cual redundará en un ahorro anual de 327.000 euros. No parece sustancial tal disminución si se compara con la pérdida de eficacia, que no es que sea extraordinaria, pero que ahora será menor aún. Hay quien la defiende, sobre la tabla de salvación del adelgazamiento administrativo público.
El Consistorio malagueño, que ya viene recortando los gastos generales desde 2011, ha podido bajar la cifra en algo más de un millón de euros, que ahora sumarán 1.412.083. Aunque para que el balance cuadre, aumente impuestos directos como el IBI o indirectos tal como el consumo de agua a los hogares menos poblados y más solitarios. Nunca llueve a gusto de todo el personal. Esta recuperación económica dicen que viene, que ya se le ve; aunque no aparezca aún por los bolsillos de estas esquinas.
El panorama de este litoral nuestro se apresura a poner cara de esperanza tras una avalancha de turistas, desde los cruceros touch and go durante unas horas a los que se quedan y pernoctan. Lo cual no se refleja en un incremento potente del empleo en el sector de la hostelería, único que tira del pesado y lento carro de la crisis. La otra gran industria andaluza nada en un proceloso mar de aceite de oliva en manos ahora de consorcios extranjeros. Queda poco más donde buscarle trabajo a los cursantes andaluces. Una inversión en conocimientos que no ha mejorado la salud del empleo. Con un desempleo endémico, la región llamada Andalucía sigue en el foso de las estadísticas europeas. Queda la industria de los servicios turísticos, que aunque se reanima, habrá que cuidar y obligar a que también reactive el empleo. Una asignatura que es la patata más caliente que tiene en las manos quienes gobiernan desde Sevilla.
En esa senda turística de visitantes ilustres, que no ilustrados, a lo grande, aquellos que mueven titulares e invierten por aquí, se destapa el rumor (es sólo eso) de que Putin, el nuevo Zar de la santa Rusia, se va a venir de vacaciones a una mansión que le construyen por aquí cerca, seguramente para descansar del esfuerzo bélico por la recuperación de Ucrania, que le hará vacacionar no en Crimea, como los antiguos zares, sino en la Costa del Sol, más glamurosa que aquella base naval.
Putin más o menos, el turismo es la única esperanza que aflora por estas tierras, donde tras una Semana Santa de esplendor se espera el puente que inaugura mayo y la feria de agosto hasta el final del año de luces navideñas. 2014 cerrará con cuentas prósperas, aunque todavía con las economías hogareñas restringidas. En medio, la democracia europea, regional y local se asoma el fantasma de la abstención de una peña cansada de ver recortes tras recortes. Lo negativo de no votar es que sale gratis, un alto porcentaje de abstencionistas nunca tiene representación en ningún parlamento. Es la voz del silencio, aunque sea una manifestación evidente de que el sistema hace aguas.