Tocaba hablar de procesiones, incienso, capirotes y de los que meten el hombro, pero la actualidad se dispara en Andalucía entre socios mal avenidos
Ya los expertos cofrades y adláteres se encargan de glorificar a la Semana Santa malagueña, famosa en encuestas y público. Por aquí manda la actualidad política, donde la presidenta andaluza ha detenido en seco a los comunistas lanzados a beneficiar a las capas más desposeídas con las que hacer la revolución ahora que los bolcheviques de Ucrania están de moda, pues no estaban muertos, estaban invernando. Susana Díaz ha invocado la legalidad: respetar la lista de espera para adjudicar viviendas de protección oficial y no darlas a dedo a quienes ocupan y gritan más.
Con una Andalucía a la cabeza del desempleo español, con más de un millón de personas en las colas del INEM y diez puntos porcentuales por encima de la altísima media española (36 y 26%, respectivamente), las tensiones sociales se disparan. Un ejemplo es lo que ha ocurrido con esas familias que reclaman un techo casi gratis, agua y luz incluidas, para poder ir tirando. IU ha respondido en solidaridad, pero se ha saltado la ley, que como ya dejaron escrito los romanos antiguos, ‘dura lex, sed lex’. No se puede gobernar en comandita si uno de los socios la incumple o va por libre a su parecer o conveniencia electoral. Díaz ha dado el ejemplo de una política seria, que no ha pensado en las elecciones futuras, sino en aplicar el reglamento legal. ¿O sí habrá pensado?
Tras quitarle las atribuciones a la consejera de Fomento y Vivienda, Elena Cortés (IU) de manera fulminante vía decreto presidencial, abrió la mesa de diálogo que ha llevado decenas de horas sin sueño por medio. Al final, tras dos maratónicas sesiones la presidenta Díaz ha cedido devolviendo a Cortés lo que le había quitado, un decreto firmado de madrugada del sábado elimina al anterior. La condición preliminar es que las familias alojadas por IU, se quedarán en las casas provisionalmente, hasta tanto se establezca, y a la mayor brevedad, si tienen ese derecho y sin dejar de considerar la lista de espera que acoge a cientos de familias necesitadas de casa rápida y barata.
El pulso, que casi acaba con el pacto bipartito, se ha saldado con una presidenta que cede ante un socio correoso y amenazante con dejar la coalición. Eso era una pose, ¿dejar los sillones que durante tantos años han ansiado? No habría llegado la sangre al río Guadalquivir. Díaz, por su parte sabe lo que se jugaba, sin socio y en minoría parlamentaria, la salida era adelantar las elecciones andaluzas. Demasiado riesgo con las ignotas europeas a las puertas y encuestas que aúpan a una IU en tiempos de crisis. Podría salir el tiro al revés y plantarse con los mismos socios incluso fortalecidos, que podrían pasar de 12 parlamentarios a 20, ¿tal vez? Por su parte, Juan Manuel Moreno Bonilla se apresuró a pescar en este río inestable sevillano: darle apoyo parlamentario a Díaz ‘para que termine la legislatura’. La política tiene revueltas siempre sorprendentes. Y es que Moreno Bonilla necesita tiempo, un valor escaso en su carrera hacia Sevilla.
El desenlace ha sido inesperado: una pax sevillana. Pero el pacto está roto por dentro. Si bien Díaz ha dado un plante de autoridad, los comunistas han probado que su minoría es de oro para, igualmente, ganar tiempo. El adelanto electoral está ya en el calendario socialista y su objetivo claro es ganar con mayoría suficiente como para no necesitar a IU nunca más. Esta izquierda ya no es lo que era o fue. Mientras el PSOE busca por sus meandros recuperar el centro de la socialdemocracia, que les señaló en su día el líder Felipe González y que tanto rédito dio a su partido estableciendo la Transición como una ruta real, los comunistas vuelven cara a la nostalgia de la revolución bolchevique, ahora cariacontecidos por el nuevo zar soviético, un Putin que enarbola esa nueva revolución de la santa Rusia, y ayudados por sondeos que los fortalecen en medio de la tempestad del caos económico.
Efectivamente, Díaz se enfrenta a los recovecos políticos de las urnas próximas, pero sobre todo a soluciones efectivas, que no efectistas, para crear empleo a cientos de miles, para tal cosa el tiempo juega a su favor. Nada fácil en un territorio que apostó en demasía por el ladrillo, ahora calcinado. Y una economía excesivamente dependiente del turismo (también ahora en manos de los comunistas) y la agricultura amenazada desde el exterior, como es el caso de la industria del aceite de oliva, ese oro verde, que desde la Junta se tendrá que rescatar para ponerla en un mayor valor en el mercado internacional, y eso pasa por una más amplia y eficaz comercialización. Díaz ha abierto la caja de los truenos, su tiempo espera.