La plataforma ciudadana contra el ‘tarifazo del agua’ podría proponer una consulta popular, según los canales legales previstos, si el alcalde decide desoír la voz de la calle
Sobre treinta mil firmas de ciudadanos merecen una conversación directa con el alcalde de Málaga acerca de esa tarifa, que obliga a pagar más a los que viven solos en uno de los 80 mil hogares de esta ciudad. Aquí no se discute que es necesario usar con mesura este líquido escaso, lo que se plantea es la medida, a todos luces injusta, para que paguen más los que gasten menos agua, como es lógico suponer en quien vive solo o en pareja, contra los que habitan una vivienda con tres o más personas. Si a esto se agrega que esos ‘solitarios’ son personas jubiladas, de pocos recursos u otros casos de empobrecimiento salarial; la medida del Ayuntamiento, a través de su empresa de aguas, EMASA, es más grave aún. Escuchar este clamor, que se manifestó en las calles del centro de la ciudad el pasado domingo, y rectificar todo lo posible, no le va a suponer un descrédito, alcalde, sino, muy al contrario ratificar su talante de hombre justo y dialogante. Tal fama hay que mantenerla con actos o dilapidarla en las próximas urnas electorales.
La defensa de la nueva tarifa con el argumento de que la oposición convoca manifestaciones y recogidas de firmas en contra, se tambalea porque esas más de 35 mil firmas no son sólo de militantes de izquierda, si así fuera se podría extrapolar a una estadística de la derrota electoral del PP local. Allí hay rúbricas de ciudadanos no militantes, a los que en estos días les ha llegado a casa el recibo como un mazazo al bolsillo Y esa gorda factura no discrimina por colores partidistas. Este novedoso club de los corazones solitarios no entona canciones de los Beatles, apenas pide que se revise la medida y se pague una cuota más justa para todos, sin olvidar el ahorro, el consumo responsable del agua municipal. ¿Es tan difícil, primer edil?
La concentración partió desde la plaza de la Constitución en un recorrido festivo, pero signado por el cabreo generalizado de los representantes de un centenar de colectivos civiles, unas 3.000 personas, que se movieron al son de los tambores en una especie de danza de la lluvia sobre una cubierta de globos anti-tarifazo. Esta ‘guerra del agua’ empezó en enero, cuando comenzaron a llegar los recibos de EMASA, con la nueva forma de cargar las cuentas sobre los hogares habitados por una o dos personas. La afrenta encontró una respuesta rápida en voces de los ciudadanos obligados a pagar más, bastante más, por abrir el grifo. Según sus organizadores, esta ha sido la mayor protesta contra el alcalde, Francisco de la Torre, en sus quince años de mandato.
El alcalde, en una inadecuada defensa de la medida de su departamento de Aguas, invitó a los malagueños a hacer lo que él: ducharse rapidito con tan solo 11 litros por ducha a lo sumo. Hizo una medición científica en su propia bañera para confirmar su hipótesis. El ejemplo no ha sido afortunado. La contundencia del nuevo recibo es demoledora. Nadie comprende que los que viven solos o en pareja tengan que pagar, aunque gasten menos agua que las familias más numerosas. Lo que parece justo es que los primeros tramos para medir tal consumo no sean tan extremas y equilibrar las facturas de todos los ciudadanos de esta ciudad, recordándoles que el agua escasea, que cuesta dinero ponerla en los hogares y, que por tanto, hay usarla con mesura y discreción, incluso en la ducha. El nuevo sistema tiene su principal falla en el consumo/cobro por bloques, según los portavoces ciudadanos: “En el primer bloque de pago, antes había un total de 5.000 litros y ahora sólo 2.000 por habitante; en el segundo, la diferencia es aún mayor, ya que de 7.000 litros han pasado a 1.000 litros por habitante, este diseño obliga a transitar por esos bloques ahora reducidos y, por tanto, pagar más”.
En estos casos, quien impone las reglas suele tener mayoría absoluta y no oye ni escucha estos clamores callejeros. Precisamente esos votos de extensa confianza se le otorgaron para que gobiernen con equidad. Y aunque la oposición haga su trabajo, para eso está ahí, en esta ‘guerra del agua’ se le ha unido una serie de colectivos de todos los colores. El alcalde sabe que fue elegido para gobernar a una ciudad al completo, sin distingos partidistas, esta es una oportunidad para oír la petición de quienes tienen que pagar bastante por la misma cantidad de agua que consumían y consumen. Rectificar a la baja, toda la que sea posible con las cuentas de EMASA en la mano, sería un gesto digno de un demócrata verdadero e inspirado en aquel espíritu de la Transición que tanto se recuerda en estos días y de la que él formó parte.
D. Francisco, nunca es tarde si la dicha es buena. Rectifique lo del agua. No cabe mayor agravio q pagar más por consumir el preciado líquido porque se viva solo o ser mayor. Haga caso a la sensatez, hombre.