Al pairo de la macro encuesta de la situación de violencia contra la mujer en la UE, por aquí siguen cayendo como moscas. Cuatro en dos días en Andalucía
Se activa el macho ibérico por estos barrios sureños, aunque el reporte europeo dice que son peores los del norte. Poniendo en jaque el tópico que atribuye al hombre del sur una especial saña contra sus mujeres. Sin embargo, como para no perder ese hito muscular/hormonal, en apenas 48 horas, este típico del sur del sur ha acabado con cuatro mujeres, una de ellas niña, dejando a la estadística europea contra la pared. A las puertas del Día de la Mujer (¿habría que agregar, asesinada?), en lo que va de 2014, dos meses, dos semanas, la contabilidad siniestra de esta violencia suma 15 víctimas en España.
En un marco informativo donde los llamados ‘sin papeles’, en realidad sin presente, ni futuro, pero con un pasado a cuestas que les dejaron las potencias europeas, esas que ahora miran al cielo gris de su propia crisis, preocupados por las elecciones de mayo, miles de subsaharianos empujados por sus propias penurias y avalados por mafias organizadas que sobornan las fronteras africanas, se topan con la valla europea de Ceuta y Melilla. La presión demográfica, mil millones de africanos, les empujan hacia el espejismo europeo, donde esperan engrosar el ejército de empleados en los servicios allí arriba, donde quedan migajas que barrer, platos que lavar o un cuenco de sopa caliente en las colas de la caridad pública o privada.
Las noticias se solapan y las portadas de los diarios cambian de eje. A ras del día de la mujer, el informe de la UE sobre su situación de maltrato, violencia sexual y asesinato, cubre fugazmente los titulares. Los datos, todos macabros encajan en los motivos clásicos de Otelo, que actuó enloquecido por los celos que Yago repetía en su cabeza. Y pareciera que el efecto eco lleva a repetir las agresiones mortales, con la ‘causalidad’ de que, todas estas recientes cuatro, hayan sido por este sur nuestro. Pero las mujeres europeas, dice el sondeo, siguen en el escalón bajo del desarrollo social de esta UE tan democráticamente posmoderna. No es sólo que las acosen y asesinen, sino que cobran menos que los hombres, si tiene altos cargos se las persigue y aún pelean por el derecho personal a abortar, con muchos intereses en contra y no sólo los ideológicos. Pregúntele a las polacas, que tienen que salir de su país si deciden abortar, como en los viejos tiempos españoles.
Nada puede justificar, ningún motivo debe amparar que un hombre ejerza violencia, por mínima que sea, contra la mujer que dice o cree amar. No digamos que la mate, como aquel Otelo shakesperiano, cegado por los celos. Sin embargo, en España la justicia tiene dificultades aún hoy para amparar a las mujeres, tanto antes de que las asesinen o tras sus muertes. Toda normativa legal requiere recursos económicos y personal calificado para cumplirla. Si un juez decreta el alejamiento de un sujeto, tras la preceptiva denuncia de la mujer, sabemos que cumplir con tal sentencia cautelar es difícil de vigilar por la policía. Y cuando el elemento la trasgrede, ya es demasiado tarde, porque el cadáver de su mujer yace degollada, tiroteada, muerta. Está también el miedo a denunciar, es normal, un estado de violencia que impone un hombre a una mujer, la atemoriza. Por eso, se suele leer ‘la víctima no había denunciado’. Pero también se le escapa a la justicia algunas que sí denunciaron, pero que no les sirvió para conservar la vida. Y, finalmente, están las condenas firmes que parecen laxas ya que un individuo condenado por asesinar a su mujer casi nunca cumple al completo la sentencia. Así, penado a digamos 15 años, es usual que salga a los siete. Es sabido que con sólo el hecho de entregarse y declararse culpable, los jueces les exoneran unos 5 años.
Hay mucho por hacer, el entorno familiar destrozado, niños huérfanos de madre y de padre, algunos que presenciaron el acto del homicida, su padre. Traumas difíciles de curar. Hay lagunas que cubrir y aunque hay unanimidad de los actores políticos y judiciales, no sería vano que las penas se endurezcan y, al menos, se cumplan las condenas en su totalidad. La prevención, educación desde el hogar y la escuela es indispensable que se incremente, ahí se incuba el respeto al otro/otra. Y ser duros con los intentos de discriminación y abusos violentos desde la más temprana edad. No podemos seguir escudándonos en los tópicos culturales o en esa leyenda negra de los hombres del sur, al menos el análisis europeo así lo demuestra. La Agencia Europea para los Derechos Fundamentales (FRA, siglas en inglés) es la responsable del sondeo, que está considerado bien realizado, si le interesa echarle un vistazo (está en inglés) aquí tiene el enlace. http://fra.europa.eu/sites/default/files/fra-2014-vaw-survey-main-results_en.pdf