El mercado inmobiliario malagueño está roto. Los bancos, repletos de pisos, compiten con las inmobiliarias. La feria de oportunidades ya no levanta pasiones
Los que se dedican a vender casas se quejan de que los bancos les obstaculizan su negocio. Las instituciones bancarias se ven en la perentoria necesidad de salir del stock que cargan, producto de los embargos. La guerra se ha escenificado el pasado fin de semana en el Palacio de Ferias y Congresos, donde estaba convocado otro Salón Inmobiliario del Mediterráneo (SIMED), esta vez calificado ‘de oportunidades’, que ha evidenciado una vaga afluencia de compradores, aunque lo han visitado 6.000 personas. Hasta ahora, la razón de existir de los bancos no había sido vender ladrillos, sino otorgar préstamos a constructores y compradores. La crisis ha cambiado las reglas del juego.
El pasado puente festivo los organizadores del Simed abrieron las puertas con 5.000 viviendas sobre las mesas. Unas 1.000 de ellas en manos de los bancos en la provincia de Málaga. Mientras chicos y grandes se paseaban disfrazados de muertos vivientes por las calles, plazas y bares de la ciudad, la industria del ladrillo languidecía en el Palacio de Ferias. El cabreo del sector contra los bancos lo ha denominado con un sustantivo descriptivo: intrusismo.
Es verdad que quienes bien conocen el mercado saben que está detenido, congelado. Y en buena parte por culpa de los propios bancos que no aflojan el crédito hipotecario, ni ningún otro. Por eso, decidieron no invertir en una feria del inmueble como en aquellos tiempos de la gran bonanza, donde todo el mundo quería y se arriesgaba a tener más de una propiedad. Denominaron a esta edición ‘Simed de oportunidades’, en una afán de ofertar viviendas baratas, que ha salido mal. Y eso a pesar de que allí ofrecían pisos desde 25.000 euros. Las entidades bancarias presentes, que exponían pisos de segunda mano, fueron: Ibercaja, Cajamar, Caja España-Caja Duero, Sareb, Unicaja, Nova Caixa Galicia, CajaSur y Bankia.
Además, Unicaja colocaba obra nueva sobre planos, un atrevimiento exagerado en estos tiempos. Rosa Villaseca, directora comercial de esta entidad, aclara que no se trata de casas embargadas, aunque las promociones de la feria tienen un descuento de hasta el 30%. «Los precios varían fundamentalmente por las calidades, el tamaño de la vivienda y la zona en la que está construida», indica. Unicaja es la propietaria del suelo, desarrolla las promociones, las vende y, además, ofrece la financiación «lo que es una garantía para los clientes», asegura Villaseca; según publicó este diario con la firma de Ignacio A. Castillo.
Los bancos, hábiles en explorar el mercado, han aprovechado para ofrecer a los visitantes al SIMED orientación financiera. Lo que es igual a captar clientes para engrosar sus cuentas de resultados. Futuros compradores, tal vez, de algunos de los cientos de casas vacías. El problema financiero de la banca en general, se calcula unos 700.000 pisos en sus manos en toda España, es reconvertir los sólidos ladrillos en dinero contante. Una situación inédita para el sector financiero, que no está acostumbrado a tanto peso muerto.
En esta ocasión, ni el atractivo de los descuentos, ni el asesoramiento directo han logrado acabar con la realidad, que tozudamente indica que el paro no se ha movido sustancialmente de sus altas cifras, que las rebajas de sueldos continúan y que a quienes tienen trabajo fijo, nadie le garantiza hasta cuándo lo tendrán. También se constata que los bancos, pese a que dan descuentos en el precio global de las casas, incrementan por otra parte las comisiones por los préstamos para compensar el bajo porcentaje actual del Euríbor, del 0,5 por ciento. Contra esas maniobras financieras de los bancos para colocar sus activos inmobiliarios, los promotores nada pueden hacer, ya que siempre acaban en manos de las entidades bancarias, que son los que otorgan los préstamos. Para ellos este nuevo competidor es un adversario difícil de vencer, porque actúa con deslealtad. Pero es que el dinero no tiene amigos.
De lo que no hay duda es de que, tras este fin de semana largo de promociones inmobiliarias, de los 5.000 pisos ofertados por unos y otros, el inventario sigue prácticamente igual, sin ventas significativas. La banca sigue en punto muerto con sus 1.000 viviendas en el bolsillo, mientras las empresas del inmueble constatan que vender pisos ya no es tarea fácil, sino que se ha convertido en una pesadilla de la que no acaban de despertar, y ahora con un nuevo y poderoso adversario.