¿Arde Sevilla?

10 Sep

La entronizada Susana Díaz y el renunciante José Griñán. Andalucía ya no es país para viejos

Mientras el río andaluz socialista sigue su curso, sorteando los rápidos de los ERE y el fuego provocado, el PP continúa prolongando la siesta veraniega sin líder visible

Una mujer socialistas, joven y representante del aparato en versión izquierda ortodoxa, a esa que le gusta decir que siguen a los maestros Marx y Lenin, pero olvidándose del camarada Stalin, se ha apoderado del máximo sillón andaluz en el palacio de gobierno de Sevilla. No ha llegado tras la cuenta sumatoria de votos, sino por aclamación unánime de sus compañeros. La paz socialista reina en Andalucía. Sus socios, los comunistas andaluces, que asaltan supermercados y reparten la comida y los enseres escolares entre los pobres, como aquel héroe de Sherwood, la han apoyado sin fisuras para que su pacto siga sin quebrantos.
El PP ha dicho que, aunque es legal tal procedimiento de asalto al poder, no es moral. Qué raro que no reclame, con pulso acelerado, un llamado a elecciones adelantadas. En su propio patio saben que perderían, no han logrado ponerse de acuerdo en elegir un pre-candidato a tal convocatoria. Entre Bárcenas y finiquitos, el poder central del PP no ha tenido tiempo de decidir a quién señalar para el cargo a dirigir una región que se les ha escapado, una y otra vez aún ganando. Seguros de que serían derrotados, una vez más, ¿para qué elegir a ese candidato? Lo más urgente es esperar.
Es que Andalucía es roja y aguanta con los socialistas, a pesar de todos los ERE del mundo, ser cabeza de lista del paro en Europa y no levantar la economía pese a ser la Comunidad Autónoma más grande de España. Y nada importa que ardan las facturas vinculadas al ‘fondo de reptiles’ en la localidad sevillana de Los Palacios, cuyo archivo municipal cogió fuego, según las primeras pesquisas, de manera intencionada y arrasó con la historia documental de la ciudad. Al más clásico estilo de los gánster de Chicago.
El PSOE tampoco ha dicho esta boca es mía. ¿Por qué no han convocado a elecciones anticipadas? Nadie allí ha dado razón alguna. El panorama es propicio, con un PP desarbolado y sus socios de IU entregados, las papeletas serían más que favorables. Seguramente ganarían, incluso por más votos que hace casi dos años, y el pacto con IU no sería tan agobiante, y la chica de oro, Susana Díaz, habría quedado legitimada sin duda alguna. Los misterios de la aritmética política hacen que hayan preferido la vía de la elección parlamentaria, sin forzar el guión de la legalidad, para entronizar a una candidata que bien podría haber ganado de calle en las urnas andaluzas. ¿O no están tan seguros?, y han prevenido un incremento considerable de sus actuales socios, que exigirían un pacto aún más favorable para ellos. Apostar por lo seguro ha sido la elección, en política no se puede arriesgar nunca nada.
Las apuestas se juegan también aquí en esta Málaga semiparalizada a pesar del buen veranito de Feria y jolgorio turístico, con terrazas llenas de comensales y bares a barra llena. Se hacen juegos malabares sobre el ya eternizado alcalde, quien no es que aspire a seguir, sino que seguirá siempre que pueda continuar nadando esos mil metros de la mar malagueña, cada agosto, como metáfora de fortaleza. Mientras tanto, el joven líder de la Diputación malagueña se blinda de congéneres de su edad, una constelación que se prepara en las artes administrativas locales, para dar el salto hacia arriba, tan pronto se den las condiciones óptimas. Administrar en tiempos de escasez abre la imaginación y enseña que el servicio público no es tarea para viejos. La juventud aprende rápido y tiene ambición de poder, que se acrecienta con el mismo mando que ya tocan.
La alcaldía de la quinta ciudad de España, este enclave al sur de la península tan proclamada capital de una costa otrora plagada de glamur, sigue siendo ambicionada por quienes saben que el futuro les pertenece. Y aunque los políticos no se jubilan nunca, más si son electos por mayorías cómodas de gobernar, el almanaque es implacable y la sustitución les llega ahora más temprano que ayer. En las tripas del PP se rumia el cambio generacional. En el PSOE ya han dado ese paso, siempre uno por delante. Eso obliga a los populares a pensar en un joven aspirante para Andalucía y, pronto, en otro para Málaga.

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