El caudillo sí tiene quien le escriba

7 Mar

El presidente-comandante deja una revolución a medias y un país al borde del colapso

Tras tres meses de agonía e información escamoteada, el gobierno venezolano en funciones anunció el martes el deceso del presidente-comandante Chávez

‘Amaneció golpista y terminó dictador’, ha escrito algún articulista de la prensa española ayer. Pero en realidad el perfil de Hugo Chávez ha sido el de un caudillo disfrazado de demócrata. El de un militar, formado en el ordeno y mando, que ha logrado remodelar a un país en 14 años de gobiernos elegidos y presididos por él con mano de oficial de paracaidistas, bajo uno de sus lemas: ‘Ser rico es malo’. Chávez fue el producto de la IV República venezolana, que cumplió 40 años de alternancia de gobiernos socialdemócratas con demócrata-cristianos. Creó una clase media próspera que vegetaba en su bienestar petrolero, mientras la pobreza mayoritaria convivía con la opulencia de los viajeros a Miami, Nueva York, París o Londres. La inmensa desigualdad produjo la aventura del golpe de 1992 que llevó a la cárcel al incipiente caudillo.
Tras ser indultado por Rafael Caldera, aquel líder de la cristiandad democrática, su perfil como caudillo de la revolución bolivariana comenzó a surgir, como la esperanza de los desposeídos. Ganó sus primeras elecciones en 1998, por él mismo y como repudio a la casta política que había inaugurado el despilfarro de la renta petrolera y la corrupción rampante y casi impune. Cambió la Constitución, el escudo, la bandera y hasta el nombre del país. Contaban con un apoyo mayoritario, donde toda la izquierda liberal y el extremismo iban de la mano. Declaró la guerra verbal a los EEUU, aunque ha sido y es el principal cliente de ese maná negro que le da de comer. Se alineó, como en los mejores tiempos de la guerra fría, con los regímenes del eje del diablo para occidente, y desafió al imperio del norte haciéndose amigo y protector de la longeva revolución cubana cincuentenaria ya, salvándola de la escasez energética con 100.000 barriles de petróleo diarios a cambio de personal técnico sanitario y asesoramiento directo en la mayor especialidad de los Castro: los anillos de seguridad y espionaje. El eje Caracas-La Habana se ha solidificado en estos 14 años de chavismo.
Una fuerza telúrica, impelía a Chávez exportar su revolución bolivariana a todo el continente. Cuenta con seguidores directos: Evo de Bolivia y Correa de Ecuador e indirectos, pero fieles, la señora Kirchner, la simpatía de Brasil. Se apoyaba en su carisma y habla franca y en sus petro-dólares. Cuando llegó el barril estaba a 8 y cuando se ha ido a 105 dólares, un incremento sostenido que ha favorecido sus delirios megalómanos. Pero el principal y prácticamente único producto de exportación, que ha podido ser la palanca para dar el salto definitivo a un desarrollo sostenible y sostenido, ha conspirado contra su revolución bolivariana. Aunque los ingresos han sido ingentes, el gasto en importaciones se ha disparado de una manera desenfrenada. Hoy, el 80 por ciento de los productos que se consumen en Venezuela, desde arroz hasta whisky son importados. En eso se parece su V República a la que adversó.
Chávez deja a su país en una encrucijada económica deprimida. Según datos oficiales del gobierno venezolano, desde 1998 a la actualidad, la inflación ha ido de 20 al 27,6%; la deuda externa ha crecido de 37.016 a 95.602 millones de dólares; el desempleo ha logrado un descenso del 14,9 al 6,5%; la producción se ha mantenido en 2,990 millones de barriles diarios. Según la Cepal, la pobreza ha disminuido de 49,4 a 27,8%; la extrema del 21,7 al 10,7%; la diferencia ente pobres y ricos no ha cambiado significativamente, ya que en 1999, el 20% más pobre recibía el 3,6% de los ingresos venezolanos, mientras que el 20% más rico recibía el 54,4%; para 2010, los pobres se quedaron con el 5,4% y los ricos con el 45,2%. Por tanto acabar con la desigualdad, principal objetivo de la revolución chavista, según el Índice Gini, bajó del 0,46 al 0,39 en el período señalado. El analfabetismo, según el Instituto Nacional de Estadísticas venezolano (INE), ha sido otro logro claro: de 9,1% al 4,9%. La esperanza de vida (INE), presenta un índice ligeramente mejorado de 72,94 al 74,2%. En cuanto al Índice de desarrollo humano, según la ONU, Venezuela está en el puesto 73 de 187 países, una variante de 0,656 (2000) para 0,735 (2011). Finalmente, la mortalidad infantil se ha reducido de 19,15 a 13,95 para menores de 5 años por cada mil (INE).
A este balance hay que agregar 50.000 asesinados en 2010/2012 en las calles de las grandes ciudades a manos del hampa común, que ha desatado un feroz ataque a los ciudadanos, frente a la impavidez del gobierno venezolano. Son cifras que ocupan los más altos índices de criminalidad de América Latina y del mundo. Ahora el chavismo tendrá que ponerse de acuerdo en su candidato, Maduro sin apoyo militar, pero preferido del castrismo cubano y Cabello, presidente de la Asamblea Nacional (Diputados) y exmilitar. La oposición, fragmentada y aún sin reponerse de haber perdido con Chávez por 8 puntos, tendrá que correr para acortar esa diferencia. Pero el espíritu del comandante está aún fresco y seguramente ayudará a recoger votos a miles.

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