Sobre Metros

5 Feb

Sin dinero para soterrar el Metro/Málaga tiene un porvenir de tranvía

El Metro, que no llega por debajo; los policías locales que claman por arriba. La ciudad, de susto y carnaval, mira a la mar que está tranquila por los momentos

El mundo del deporte hace calistenia pregonando sus dopajes varios y los chanchullos dinerarios para lograr ser sedes de mundiales. Sorprendente, que alguien se autoacuse de haber sido un falso ídolo. Por el norte, una anciana reina abdica en pro de su hijo cuarentón. Pero eso no es aquí. En esta España de susto y carnaval, de extraños en un tren, nadie se declara culpable de nada, ni mucho menos dimite; abdicar no se conjuga por ahora. Aquí lo que se lleva es la discusión chusca sobre el Metro malagueño o la algarada de policías locales que reclaman sus gustosos privilegios perdidos o una espantá de los basureros, que están a punto de romper sus escobas, tras las huelgas de Granada y Sevilla. Y el tercer hospital espera en la sala de urgencias.
Entre murgas y comparsas la parodia nacional sigue su curso. Los juzgados van a colapsar con tanto sobre fraudulento. No hay sobres pa’ tanta gente, como cantaría El Gran Combo de Puerto Rico. Y la escenificación de la ópera bufa, ‘Amy Martin’ deja perplejo al espectador. Sin despejar el laberinto andaluz de los ERE. Aquí mismo, el Metro tiene un futuro incierto y un porvenir de tranvía, según los jefes del asunto en Andalucía, que ahora son de IU, un partido que gobierna con vocación de expropiar a los capitalistas. Bueno, nada que objetar, es su esencia histórica. Comenzaron expropiando al Zar y a su familia de la misma vida y terminaron con Putin de la KGB gobernando a la santa Rusia.
El caso es que nuestros comunistas locales se empeñan en convertir al Metro subterráneo en un tranvía al aire libre. Con tan buen clima malagueño mejor ir recibiendo el benéfico solecito, que bajo los túneles lúgubres. Esa sorpresiva propuesta firme de la consejera de Fomento, Elena Cortés (IU) se basa en la escasez de dinero para seguir las obras soterradas. Esto, aunque el acuerdo inicial entre Junta y Ayuntamiento fijó presupuesto para un Metro bajo tierra, y sólo en superficie por zonas pactadas como es el tramo de la Universidad-Clínico.
El Metro de Málaga trae cola y las primeras tensiones serias, entre la alianza PSOE-IU que gobierna en Andalucía. A los comunistas de Sevilla les parece impresentable el apoyo de los socialistas malagueños a la moción de los populares, que exigen un Metro soterrado en el trayecto que atravesaría La Alameda y el Parque, que es la columna vertebral del tráfico por superficie que atraviesa el Centro de la ciudad. Es lo que tienen los pactos con unos hermanos de ideología que se pueden volver incómodos compañeros de viaje. Argumentan que ahora no hay dinero suficiente para esa obra subterránea y que sólo alcanza para recorrer ese tramo al aire libre. Pero eso significaría reordenar el tráfico automotor donde hay pocas posibilidades de espacio. La postura de IU es que no es viable el proyecto bajo tierra. La del Ayuntamiento es que por debajo o nada. La discusión está abierta y el Metro espera por cada centímetro de declaraciones. Esto encrespa las relaciones IU/PSOE andaluz.
Los policías locales cambian su papel de reprimir manifestaciones y ensayan ser ellos los protagonistas de las mismas. Defienden ahora a 51 compañeros, acusados de acosar a varios ediles en noviembre pasado, cuando levantaban sus porras por los recortes salariales. Como a todo funcionario español a ellos también les tocaron los bolsillos. Hay que recordar que los sueldos de estos agentes son, comparativamente, superiores a otros servidores uniformados similares, como los policías nacionales o los guardias civiles. Tiene derecho a protestar, faltaría más, pero se les puede recordar que no son los únicos que están bajo el yugo de los ajustes salariales.
Para pasar el rato, un acosador sexual de 70 años se paseaba en la línea 11 de los autobuses urbanos. Lo pillaron, tras las denuncias de varias señoras a las que el anciano cachondo les había rozado más allá de lo permisible, aprovechando los apretujones del personal que utilizan ese trayecto entre el Este de la ciudad y el Centro. Las fábulas de la ciudad no tienen desperdicio.

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