No hay como tener a un amigo de la infancia en un alto cargo público. Se recuerdan aquellos días y se abre la caja de los favores. Qué de recuerdos
Yo quiero tener un amigo de esos. He rebuscado entre la fotos antiguas de Los Maristas de Málaga, y me cuesta trabajo identificar los pantalones cortos con las caras de ahora que salen por la televisión dando declaraciones oficiales. Qué lástima. Saber que muchos estarán por ahí repartidos en los dos partidos que gobiernan y no encuentro uno al que proponerle nuestro tierno pasado.La infancia es el territorio del candor. Donde se fraguan las alianzas estratégicas del futuro. “Yo seré ministro, ¿y tú?” “Yo alcalde, como mínimo”. Así, la imaginación infantil va urdiendo puentes de colaboración. ¡Qué futuro! No hay nada que pueda con esas asociaciones de la primera edad. Al reencontrarse, los recuerdos afloran para reafirmar aquellos días de ilusión. Son lazos verdaderamente sólidos, indestructibles al paso del tiempo. La barba crece, también la barriga, pero al aflorar aquellos recuerdos, aquellos juramentos de solidaridad, vuelven a correr como si fueran pateando el balón del progreso personal, pero ahora tras el dinero.
Indetenibles, hacen planes y se reafirman en aquel juramento tácito. Se reparten las ganancias como lo que son: hermanos de sangre. Ser grandes y tener poder ha sido el camino recorrido, aunque los estudios se quedaron en el trayecto, qué importa eso en un país donde se escala sin casi saber hablar, ni leer ni escribir. Ahora que han llegado no puede dejar de ser como pensaron. ‘Quien no actúa como piensa, termina pensando como actúa’, lo dijo el Che Guevara; ellos no lo saben, ni falta que les hace, son amigos, desde que eran amiguitos.
Todo comenzó en el pupitre de al lado. Con el trasiego de gomas de borrar. Con los libros de historia nacional, que ya no se llevan. Con el mismo idioma español que tan poco gusta algunos españoles de Cataluña. Manolito, Pepiño o Juani se convirtieron en sus Señorías y la memoria ya no recorre aquellas aulas tristes del pasado. Ahora todo son escenarios de poder. Se aceleran gestiones, se recalifican solares, se otorgan permisos imposibles. Se gobierna. Los amiguitos empiezan por darse un favorcillo de nada, y se ponen en una casa aquí otra en la playa, una cuentecilla en Suiza. Viven en el paraíso fiscal que ellos mismo se inventaron en aquel patio del recreo. Son entes vivientes de un mundo sin fronteras. Se han globalizado.
Los viajes exóticos, los automóviles de alta gama, no otros, empiezan a poblar sus vidas. Se hacen ostentosos, porque ‘poderoso caballero es don dinero’, que les otorga pasaporte de nobleza. De plebeyos a aristócratas de la política. ¡Cómo han progresado en esta España del progreso! Se miran al espejo poniéndose la corbata cada mañana y se sonríen, no les cabe el ego en sus cuerpecillos. A pie de calle, que casi nunca pisan, les espera el coche oficial con chófer y escolta. Van seguros por la ruta del peculado. Total no tienen más que hacer una llamada desde sus artilugios digitales. Es fácil, mucho más que estudiar aquellas pesadas lecciones de los curas. Mientras les han crecido los pantalones se han hecho ricos y famosos. Salen en los telediarios cada día. Son los analfabetos funcionales-funcionarios de moda.
Los amiguitos están extendidos por toda la geografía. Galicia, Cataluña, Andalucía. En todas partes se reencuentran para medrar desde el poder. Tejen sus redes como pacientes arañas depredadoras de las arcas públicas. ‘Aquí hay para todos y hemos llegado al lugar apropiado a la edad precisa’, parecen pensar. No hay ideología preferida. La amistad entrañable va de la izquierda a la derecha, pasando por el centro. Es una caminata de favores que no necesita desarrollarse en un pensamiento político definido, sólo el magma propicio de una cosa llamada democracia. Y así los amiguitos han crecido hasta hacerse amigotes. Vaya país que han construido.
La prensa, escudriñando en los sumarios, va reseñando los nombres propios de los casos de corrupción. Gürtel, Palma Arena y Nóos, Campeón, los ERE, Brugal, Minutas, Astapa, Palau, Urdangarin, y algunos más. Suma y sigue en un mapa que atraviesa a España de norte a sur y de este a oeste. El saqueo está de moda, mientras los parados y los desahucios, cunden y nuestra prensa se desangran con 8.000 periodistas sin escribir ni reportar y 200 medios de comunicación cerrados desde 2008. Mientras, los amiguitos hacen caja.