Iberoamérica

20 Nov

Los principales ausentes: Argentina, Venezuela y Cuba

La extrema izquierda latinoamericana no vino a la Cumbre. La otra, moderada y populista, asistió con la mano tendida a España y Portugal

La Cádiz de la primera Constitución liberal de España ha reunido a los representantes de casi todo el continente hispano-portugués, hermanos en el idioma, la cultura y la historia de amor/odio que une a ambas orillas. En la hora menguada de la península, las repúblicas de allende la mar tienden la mano a la Madre Patria. El espíritu de ‘La Pepa’ ha renacido en San Fernando.
Cádiz ha sido de nuevo la capital de hispanoamericana. Lo fue en 1812 y lo es doscientos años después. En esta ocasión ha puesto como prioridad conseguir que los países hermanos de la América española y portuguesa echen una mano a las antiguas metrópolis venidas a meno. La historia tiene extraños recovecos. España y Portugal, tantos siglos de espaldas a sus antiguas posesiones, miran ahora, con ojos de esperanza, a esos países que transitan por la economía emergente de manos de gobiernos donde el populismo de variado sesgo ideológico ha echado a andar. Se pide ayuda y se ofrece a las inversiones iberoamericanas en Europa a través de la puerta española y portuguesa.
Desde 1992, se cumple la XXII convocatoria en esta de Cádiz, donde los saludos a las banderas y la foto de familia han brillado, además de algunos acuerdos multilaterales que tendrán que probar su eficacia. Cumplida la etapa de la acogida a cientos de miles de inmigrantes al olor del dinero y la prosperidad rápida del ladrillo del engaño español; la ahora economía floreciente de varios países latinoamericanos, como indican su crecimiento sostenido promedio del 3 por ciento en la última década, mientras el mundo desarrollado está en recesión; así como el aumento de la clase media en proporciones apreciables, señaladas por el Banco Mundial en estos días, hacen de la zona un imán para volver a hacer las Américas.
Pero no todo es un Potosí. En la Argentina las nacionalizaciones han detenido el auge inversor español y el país de la pampa pasa por momentos de tensión política y económica. En Venezuela, donde Hugo Chávez salvó a los astilleros españoles en la etapa Zapatero, miran más a los chinos o a los iraníes que a la vieja Europa. En Panamá el ensanche de su canal ha puesto a empresas españolas en la prosperidad exterior. Los colosos Brasil y México han tendido la mano a esta economía que no sale de su perplejidad. Así que esta Cumbre se puede calificar como la del re-descubrimiento de un continente al que solo vuelven los ojos hispanos-portugueses cuando están en serios aprietos financieros, con el déficit in crescendo y el acoso de los acreedores.
También por allá no todo es oro reluciente. Los indicativos de crecimiento económico no han acabado con la lacra de la pobreza incrustada en esas sociedades. En Colombia, Venezuela, Brasil o México, las bolsas de marginalidad en los entornos de las grandes ciudades están a la vista. En muchas zonas se roza la pobreza crítica con un 80 por ciento de personas al borde de la inanición. Ese caldo de cultivo hace prosperar la delincuencia, que han puesto a capitales como Caracas, Sao Paulo, Río o México entre las ciudades más peligrosas del mundo. Ese crecer sostenido también puede ser un espejismo que obnubila la verdadera realidad. América Latina, pese a haber creado organismo multilaterales o regionales para impulsar el desarrollo, no se ha caracterizado por una seria continuidad de los mismos. Los apetitos personalistas, los continuos bandazos del espectro ideológico y la inestabilidad política han sido los rasgos distintivos de un continente rico en materias primas, que sus gobernantes no han sabido aprovechar en pro de un lanzamiento hacia el bienestar pleno de sus pueblos.
Esta Cumbre deja algo más que la consabida foto final. Ha sido una reunión apremiada por los asuntos económicos. Se ha puesto sobre la mesa negociadora una línea de crédito de 420 millones de dólares para promover el comercio. La Corporación Andina de Fomento (CAF) dará apoyo a las pymes destinando hasta 300 millones. Se han asomado las bases para crear el Consejo Iberoamericano de la Competitividad; sin dejar de aflorar el temor a las expropiaciones, vía nacionalizaciones se sugiere un mecanismo de arbitraje entre entidades privadas. Mientras, se espera la próxima cita en Panamá para 2013, se fijan las sucesivas cada dos años, que inaugurará México en 2015. Por los momentos, el sol sale por América.

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