Cronicón/USA (III). El vino de Washington

24 Jul

Al recorrer Yakima Valley, emporio agrícola del Estado de Washington, nos recuerdan que aquí habitan Microsoft y Boeing. El vino está servido

En el ángulo noroeste de EEUU mirando al Pacífico y con Canadá al norte, los inmensos espacios abiertos de los bosques eternamente verdes, a este Estado –el cuadragésimo segundo de este país desde el 11 de noviembre de 1889–, le llaman Evergreen State, precisamente por esos inagotables conglomerados de parques naturales, que hacen pensar en Walt Whitman.

En primer lugar, sorprende a un español que se le ofrezca vino de la comarca en esta latitud tan elevada. La tierra seca, de origen volcánico da una vides, que cultivadas en cientos de empresas familiares, han dado a esta región del valle de Yakima, unas cuantas denominaciones de origen para sus principales bodegas. Aunque con menos desarrollo y alcurnia que el vino californiano, el cruce de cepas y de la tecnología apropiada dan caldos jóvenes nada despreciables. Sembrados en un valle de unos doscientos por ochenta kilómetros, los viñedos comparten cultivo con manzanos, espárragos, perales, cerezas y otros frutas. Este valle de Yakima es un emporio agrícola comparable al vergel andaluz.

Aunque el principal indicativo del PIB de este Estado es el turismo, su riqueza está en la diversificación de su economía. Con algo más de 6,5 millones de habitantes, Washington es reconocido como productor de madera. Y es el mayor productor de manzanas del mundo. Un recorrido por ese largo y ancho valle de Yakima lo confirma. Con una producción agrícola diversificada en frutales y cereales (cultivan lúpulo) y cría de ganado vacuno (leche y carne), el cultivo de vides y el desarrollo de la industria vinícola es una seña de identidad de esta región.

Este Estado guarda aún mayores sorpresas. Las presas construidas a lo largo del gran río Columbia producen el 50 por ciento de la energía hidroeléctrica de todo los EEUU, la mayor de ellas, la Grand Coulee, construida en 1941 sigue siendo la más grande de este país y la tercera del mundo aún en funcionamiento. Esto es construir a futuro.

Aunque se anunció la pasada semana que Microsoft entró en rojo en el segundo trimestre, por primera vez en su historia, con pérdidas de 492 millones de dólares, este gigante de la informática sigue siendo un activo para este Estado, donde tiene su sede principal, Bill Gates vive en Seattle, principal centro financiero y eje de la economía del Estado de Washington. Por si fuera poco, para un PIB de algo más de 300.000 millones de dólares (Andalucía está alrededor de 147.000 millones de euros) y una renta per cápita de unos 48 mil dólares, aquí se encuentra la sede mundial de Boeing, el mayor fabricante de aeronaves del mundo. Su tasa de desempleo está en el 6 por ciento. También operan aquí Amazon y Nintendo América.

El gobierno del Estado con la ayuda del federal han emprendido una programa de limpieza de residuos nucleares, que concluirá en 2030. Es la deuda con el pasado atómico de la región, donde estuvo ubicada la primera central nuclear de EEUU en 1943. Aquí, en Hanford Site, se produjo el plutonio para las tristemente célebres bombas de Hiroshima y Nagasaki.

La lección que se puede aprender de este territorio –originalmente hogar de los Yakama Nation–, similar en población al de Andalucía, es que la base del desarrollo está en la diversificación de la producción. Está claro que no hay que ir a un curso de Harvard para saber eso, pero cuando se palpa por los poros de los sentidos, la realidad es incuestionable. Desde la producción de madera, pasando por la industria de la pesca, la fabricación de barcos y aviones, el desarrollo del software que invade el mundo, los vinos y frutas, el turismo se da como añadidura a una región que ha sido dominada por el tesón industrial y empresarial para estar pasando la crisis sin mayores sobresaltos.

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