La libertad

27 Mar

El cambio andaluz se le encarga a la izquierda

Atrás las elecciones regionales, delante la Semana Santa y en el medio la huelga general. El escenario no da respiro. Mientras, nuestro Gran Hermano (UE), vigila

Hemos ejercido el derecho y la obligación de votar en Andalucía y Asturias hace apenas 48 horas. Vamos a ejercer otra libertad yendo o no a una huelga general pasado mañana. Otras libertades son más complejas de ejercer. Ha dejado dicho Javier Gomá Lanzón en una buena entrevista hecha por un filósofo-periodista de esta casa, Lucas Martín, que hemos alcanzado la libertad sin saberlo, sin educación previa, sin ni siquiera esperarlo. Por tanto, vivimos en una irrealidad, porque ese ejercicio, como también dejó escrito Erich Fromm, es un oficio que hay que aprender, aunque se le tenga miedo. Tanta libertad mal utilizada traspasa las líneas mínimas de la decencia.
      Se agrede a la sociedad libre cuando se tira basura a la calle, pero también cuando se mal administran los dinero públicos, no digamos ya cuando se los roban directamente. Un alcalde joven de un pueblecillo olvidado ha proclamado una ordenanza de ciudadanía, de buena convivencia, dirigida, sobre todo a los más jóvenes. Quiere imponer aquellas reglas de urbanidad que antes, mucho antes, se enseñaban en los colegios. Desea que sus conciudadanos vuelvan a descubrir que ser libres no significa ser libertinos. Buen intento, veremos si ya no es demasiado tarde para desaprender las malas costumbres.
      Son muchos los sucesos que contrarían a nuestra libertad ganada a pulso. La corrupción ocupa el primer lugar, y como consecuencia, la mala opinión generalizada que la gente llana tiene de los políticos. Los malos echan en el saco a los buenos. Corruptela no es sólo robar unos millones más o menos; es también administrar alegremente, no prever que hay que pagar a tiempo; construir equipamientos que después no se puede poner en marcha o, ni siquiera, concluir. Aeropuertos sin tráfico aéreo; escuelas sin alumnos; parques sin árboles; puentes donde no hay ríos. El despropósito de la libertad.
      Dice Gomá Lanzón que ser contemporáneo es pertenecer a esta época, pero conociendo los problemas de ahora. Se desea libertad absoluta, que nadie regule tu vida privada. Cualquier normativa ciudadana, una regla mínima a cumplir se convierte en una agresión a esa esfera particular. “La distinción entre moral pública y privada, tan vigente en los últimos años, es algo que se debe superar”, afirma.
      Si nos refugiamos en el refranero español y adoptamos aquello de que ‘no hay mal que por bien no venga’, como consuelo en medio del caos, quisiéramos pensar que de esta super-crisis saldremos mejor de lo que somos como pueblo. Hemos venido realizando una carrera hacia la opulencia, que nos ha traído hasta aquí. Porque hay que recordar que si bien la crisis de la economía occidental, la que llamamos globalizada, nos tocó plenamente, también habíamos gestado la nuestra propia. Ricos y libres, como nunca antes, la realidad era un espejismo. Esta de ahora es la verdadera vida, con el doloroso saldo de parados, empresas quebradas, familias desahuciadas, colas en la caridad de la sopa, jóvenes españoles emigrantes en busca de trabajo, deterioro grave de la clase media. De la gran depresión americana de 1929, surgió, guerra mundial de por medio, el gigante industrial de América del Norte. No nos enfrentamos a las mismas circunstancias, pero la otra opción es la peor posible.
      El invento de la UE, que parecía una garantía sólida de progreso y bienestar, está en precario equilibrio. Si Grecia se saliera del sistema monetario, sería una hecatombe. Estamos atrapados en una red político-económica que hay que superar juntos. Mejorar los controles administrativos parece ser la primera medida. Trascender las excesiva burocracia de Bruselas, la siguiente. Mirar con mejor óptica a Oriente, imprescindible; Alemania y Francia lo vienen haciendo. Inglaterra va por libre: menos impuestos, más inversión; ellos no tiene el freno del euro.
      Aquí, en la cercanía de nuestra región, aún hay mucha tela que cortar. La CCAA con más desempleo; con mayor cantidad de empresas cerradas; con una economía por reconstruir, se asoma a un necesario cambio que tendrá que hacer la izquierda, porque así se lo mandan las urnas. La libertad de Andalucía pasa porque el bienestar y el progreso real sean posibles.

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