Mr. Jeque-Cheque, el único inversor extranjero conocido por esta tierra del mar, se le despeja el camino para construir su ciudad del fútbol. Un plan con el que puede ganar un partido
Mientras recortan gastos en las pequeñas cosas, cortar la luz de las farolas, escoltas, asesores, coches oficiales y demás menudencias, el paro malagueño sigue al alza, mientras el 44 por ciento de ellos, ya se les agotó el pago. El proyecto que ofrece el jeque Abdullah Bin Nasser Al-Thani, puede proporcionar puestos de trabajo, no está claro cuántos, pero allí habrá tajo. Es obvio que las autoridades municipales de Málaga e incluso desde la Junta de Andalucía le allanen el camino a una velocidad inusual.
Otros se lo allanan solos, bueno con la pequeña ayuda de su rango. Ser marqués y yerno real, abre puertas. El fiscal tendrá que probar si usó ganzúa para abrirlas y el juez dictar su veredicto. El jugador de balonmano resultó un astuto gerente. Esto es fin de mundo, más allá del 11/11/11. El euro se desangra en Roma, porque de la UVI griega no sale con vida. Dos expertos economistas se hacen cargo, la tecnocracia al poder. En España estamos en elecciones y la moneda descansa en su punto esperando el penalti del 20N. Aquí, Arraijanal se despeja para comenzar el juego de las grandes ligas del ladrillo. El progreso, Pepe, se escribe con petrodólares, no con euros.
El camino es, ha sido y aún será tortuoso. El terreno Arraijanal (522.000 metros cuadrado) es propiedad, principalmente, de dos empresas del sector: Vallehermoso (60%) y Yeregui (casi, 40%). El Consistorio malagueño ha conquistado un intercambio que consiste en adquirir la parte de la primera (320.000 m2) mediante un intercambio donde la constructora se compromete a edificar 1.000 viviendas, la mitad de las cuales serán VPO, en las zonas de Bizcochero Capitán (Teatinos), Hacienda Cabello y La Térmica. Queda por dilucidar el resto del terreno (40%) en manos de los demás propietarios. Todo apunta a que Yeregui, el otro mayoritario, obtendrá parcelas para edificar en los terrenos de Repsol. Con el resto de dueños minoritarios se llegará a otros acuerdos puntuales muy pronto, según asevera la autoridad urbanística municipal.
La maniobra de este acuerdo puede permitir que el jeque se ocupe del impulso de una gran zona verde a la vez que de la ciudad deportiva, el gran parque que la Junta ha estado anunciando como necesidad para Málaga, pero cuyo desarrollo no contaba con los recursos presupuestarios suficientes. Ahora, con la permuta de los terrenos por otros, el compromiso de las constructoras de edificar pisos y la chequera generosa de Al-Thani, el puzle parece completarse. Atrás quedan los planes de edificar pisos allí en conjunto con una marina de un millar de atraques. Ahora, todo parque, todo fútbol. Al-Thani, también sueña con un nuevo estadio para el Málaga, pero eso tiene vericuetos legales de más larga solución.
Está por aprobarse este cambalache en el pleno municipal de este mes, así como estudiar el plan en detalle que tendrá que presentar Al-Thani, para concretar su viabilidad técnica y legal, así como la compatibilidad exacta con el PGOU, no sea que la Junta o el aeropuerto le pongan reparos. Si el año próximo se pone en marcha será una buena noticia para la ciudad. Estos terrenos han estado paralizados durante más de una década, enmarañados en los resquicios administrativos de la legalidad urbanística, un galimatías digna de este Estado federalista primordial y kafkiano.
El 11/11/11, que para el 90 por ciento de votantes de un diario nacional es una fecha portadora de buena suerte, no lo ha sido así para Málaga, donde el viernes pasado cayó hacia la mala nueva de que no se inauguró el primer tramo del Metro, como estaba anunciado. La nueva fecha, cabalística o no, se desconoce al día de hoy. El Metro sigue su ruta subterránea centímetro a centímetro. Hacia el Este de la ciudad, donde aún no se espera Metro alguno, se perfila un problema social -ya reseñado en esta columna meses atrás-, en los Baños del Carmen, donde se ha organizado una comunidad marginal de desheredados, que a falta de techo se han construido uno en esos terrenos dejados de la mano de las administraciones, que miran hacia la copa de los eucaliptos sin escuchar la voz de los vecinos a quienes agreden estos nuevos okupas. Al final, habrá que cambiarle el nombre por el de los ‘Baños Invisibles’.