Costa del gas

12 Jul

Repsol busca gas a pocas millas de la Costa del Sol

Si Repsol busca gas es que hay gas. Si lo encuentra lo comercializará, lo cual es bueno si bajan el precio al consumidor. El impacto medio ambiental es seguro

Este país, que es absolutamente dependiente de los recursos energéticos que importa (petróleo y gas) de los países del norte de África, principalmente Argelia y Libia, se daría un respiro si encontrara gas en cantidades suficientes como para abastecer, al menos en un 15 por ciento, el mercado interno. Contra el proyecto exploratorio de Repsol están casi todas las organizaciones españolas a excepción del gobierno. Se cree que una explotación de gas frente al litoral de la Costa del Sol, degradaría la oferta turística, especialmente la ubicada entre Fuengirola y Mijas. El sector del turismo echa chispas y aún no ha comenzado a salir el gas del subsuelo marino.
      El progreso tiene sus inconvenientes y la disputa política está encendida. Los adversarios de esta operación industrial piensan en el golfo de México, donde el reventón de un pozo submarino originó una marea negra, que afectó a la costa sur de los Estados Unidos el año pasado, y cuyo control fue una operación difícil de realizar, sin contar los miles de millones dólares en daños.
      La zona a explorar en nuestra Costa del Sol es una reserva biomarina de alta significación. Por donde van a empezar a perforar el lecho marítimo, a unos 1.600 metros de profundidad en el llamado mar de Alborán, es hábitat de delfines, tortugas, praderas de posidonias y camino de paso de ballenas y aves terrestres y marinas, además de áreas de interés arqueológico.
      El gas, que es un recurso natural no renovable, es un manjar que se esconde, atrapado en las profundidades, esperando que Repsol, en este caso, hinque los taladros y coloque una tubería para extraerlo hasta sus plantas procesadoras. Los controles que le han puesto son extremos, pero a tanta profundidad y con tantos elementos o variables adversas a considerar, cualquier accidente podría ocurrir que convierta a la Costa del Sol en la Costa del gas. Para que el trabajo pueda realizarse en condiciones aceptables de extrema seguridad, las autoridades del gobierno español han exigido: “Evitar las épocas críticas de especies protegidas, presentar un plan de protocolo ante posibles situaciones de derrames accidentales, incorporar medidas de protección de las especies de fauna marina, y en particular, de los cetáceos y elaborar un plan de restitución económica y ambiental para compensar los daños que se puedan producir ante hipotéticos casos de vertidos”. Lo que da idea de la peligrosidad de esta operación de alta ingeniería petrolífera.
      La historia viene de lejos. En 2005 se creó el proyecto ‘Siroco’ a cargo de la filial de la empresa nacional, Repsol Investigaciones Petrolíferas (Ripsa). Su estudio preliminar descartó la existencia de petróleo crudo, pero aseveró que sí podía haber bolsas de gas en la franja submarina analizada. En este punto se le exigió a Repsol presentar un estudio detallado de impacto medioambiental, para poder otorgar el permiso correspondiente. Tras su presentación a la Secretaría de Estado de Cambio Climático en junio de 2010, ahora esta oficina gubernamental ha decidido dar el visto bueno al proyecto, siempre que Repsol cumpla a cabalidad las cláusulas especificadas en el citado pliego de condiciones, una de las cuales fija que la exploración se tendrá que hacer entre los meses de febrero a abril, para limitar los efectos nocivos tanto a la temporada alta de turismo, como a la pesca o el tránsito de cetáceos.
      La polémica está servida en el mar de Alborán. Mientras el PSOE, en la voz de Miguel Ángel Heredia, se manifiesta en contra de esta exploración, pues puede dar al traste con la única industria que mantiene a flote a la Costa del Sol, polemiza acusando al PP de Mijas y Fuengirola de ‘callar y otorgar’ en este asunto. El tema es espinoso, pero el progreso necesita de ese gas cautivo y en este momento más si cabe. Está por verse si el taladro marino de Repsol no perfora más allá de las esperanzas comerciales y convierte a este Mare Nostrum en un vertedero difícil de limpiar.

2 respuestas a «Costa del gas»

  1. Lo lamento pero discrepo muy mucho con la parte final del articulo. El Psoe y el Sr. Heredia podran manifestar lo que quieran. Igual que el gobierno, que en voz de su vicepresidente tercero en la elecciones municipales prometia y daba su palabra que no se harian las prospecciones. Pero la realidad es bien distinta, el PP gracias al peso que tiene en el senado consegui que no prosperase esta locura medioambiental, pero el Psoe gracias a su peso en el congreso y gracias a sus «socios» Ciu y Pnv lograba aprobarlo en el congreso, despues medio ambiente dio el visto bueno y ahora solo esta a la espera de la aprobacion de industria. Quien tiene fecha hasta el 20 de agosto. Curiosa fecha, una fecha vacacional, que a buen seguro podria conseguir reducir el impacto d ela noticia. Por tanto una cosa es la «diarrea» dialectica del Psoe y otra la realidad de sus actos como siempre. Hace lo contrario de lo que dice.

  2. Siento discrepar con el que discrepa y, por supuesto con este gobierno y cualquiera de los anteriores.

    Por ejemplo el del Partido Popular que, efectivamente, mientras gobernaba aprobó el Real Decreto 248/2004, de 6 de febrero, por el que se otorgaban permisos de investigación de hidrocarburos llamados «Siroco-A», «Siroco-B» y «Siroco-C», situados en la provincia de Málaga.

    Curiosa la relación de Rodrigo Rato con Repsol, la autorizada a realizar estas prospecciones:

    Por ejemplo, en el año 2001, las 6 emisoras de radio de la familia Rato (Muinmo), recibió en publicidad de Repsol 40 millones de pesetas (de las de entonces).

    Este dato, a pesar de la escasa repercusión en el EGM de estas emisoras (26.000 oyentes), tratada de forma independiente, podría sonarnos hasta normal, pero ese mismo año, la Cadena Ser, con 200 emisoras y 10 millones de oyentes, solo recibió de Repsol en publicidad 67 millones de pesetas.

    Cosas que te hacen pensar y medir las palabras cuando se pretende defender la postura de uno u otro partido político.

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