El PP de Málaga pide estar alertas, no dormirse en los logros que se avizoran en los sondeos favorables. El PSOE intenta sacar fuerzas de la derrota porcentual
Esta confrontación electoral se desliza entre dos bloques, pese a que agrupaciones históricas como IU o nuevas como UPyD existen como telón de fondo democrático. El fantasma de la desidia sobrevuela en todas las alocuciones. Se pide el voto, pero más allá de la retórica de las campañas, el objetivo final del marketing electoral es que las papeletas se introduzcan en las urnas. La abstención es un no-voto que nadie quiere en sus filas, por más que los matemáticos electorales calculen que puede favorecer al ganador.
Hay razones varias para que el personal decida no ir a las mesas electorales el domingo 22. La hartura de crisis es la primera, porque les ha llevado a la desconfianza en los políticos con mayúsculas y sin siglas. Son aquellas personas en edad de votar, que lo han hecho antes, pero que ya las palabras no le suenan a soluciones. Las noticias sobre la corrupción de unos pocos han hecho ensanchar a este conglomerado de ciudadanos cabreados, que están a punto de no votar en son de protesta ahogada. Está el natural indeciso, que pasa de este ejercicio de responsabilidad democrática y prefiere un baño de sol o de vaguedad dominical.
Han aparecido en forma digital los cabreados militantes. Reunidos en un grupo que llama al ‘voto en blanco’ -no por Blanco-, en un intento por ser contabilizados como anti-candidatos. Un voto a medias entre la protesta y la militancia activa. Esta acción requiere de una conciencia y una voluntad en la misma medida, ya que hay que acercarse a la urna para no consignar a nadie. Hay otras actitudes frente al voto, según cada cual. Al final un hombre un voto, significa una opción tan individual y compleja como la vida misma. Podríamos citar algunos:
El voto-castigo. Este puede ser un votante de ‘A’ que vota por ‘B’, porque está harto de los suyos. En una acción punitiva: mete el voto que nunca habría pensado, pero la situación extrema lo convierte en verdugo de su propia agrupación y como aquellos ejecutores pedirá perdón al reo que eliminan.
El voto-cabreo. Es el voto inesperado de los indecisos, que en esta ocasión están más cabreados que nunca con los que le gobiernan y va con una papeleta contraria. Las causas pueden ser varias, desde que no arreglaron la acera de su calle, hasta una multa o unas oposiciones que no aprobó. El cabreo tiene tantas posibilidades, que es un imponderable en las encuestas y tienen que colocarlo en la categoría de ‘no sabe, no contesta’ o de los que aún no se han decidido. En realidad, en estos días son legión.
El voto-pasota. Votan por joder. Les da lo mismo estos que aquellos. Meten la primera papeleta que cogen, distinta a los dos grandes partidos. No distinguen entre siglas. Es un acto contra el sistema, como quemar un contenedor, como hacer un garabato en una pared. Cualquiera agrupación es buena, mientras más marginal mejor.
El voto-militante. Es el previsible, el que tienen contado ya cada partido político, el que les asegura un determinado número de concejales. Si bajan o suben, será por la variada gama de votantes existentes en medio de este ecosistema político tan ensombrecido por la crisis.
Tenemos además, el complejo panorama provincial que da pie a gobernar ese ente supramunicipal que se llama Diputación. En Málaga, como en otras provincias andaluzas, cada pueblo es un mundo electoral. Se dan paradojas que sólo se explican en la teoría política incomprensible de que no gobierna quien más votos saca, sino quien más concejales obtiene. Ya sucedió en 2007: PP con más votos (244.836) no puedo acceder al sillón provincial, se lo quedó el PSOE con menos votos (227.262), pero que le dieron 237 concejales más. En esta ocasión, los dos grandes quieren instalarse en la Diputación, como la guinda final, el trofeo provincial que encumbraría a uno y salvaría los muebles a otros. Es la aritmética asimétrica de los pueblos. Ya lo dijo aquel viejo zorro alemán, Otto von Bismarck: ‘La política no es una ciencia exacta’.
Alcalde no te rías más del pueblo de Málaga según las cuentas que les da a la prensa los 9 organismos autónomos, las 13 sociedades mercantiles, las 10 áreas y los 10 distritos suman un total de 42. En el ayuntamiento hay más de 100 y cerca de 200 asesores y cargos de confianza. Esta clase política no las queremos, nos están arruinando, el PSOE es malo malísimo pero este nuevo PP no tiene nada que envidiarle es lo peor de lo peor. Fuera ya toda esta casta. Parásitos. No los votes. Bótalos, son un cáncer.
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