Ahora te lo doy, ahora te lo quito. Un suelo malagueño escamoteado por el poder central (Ministerios de Defensa y Fomento), que hoy debe ser parque
Los terrenos del Campamento Benítez, otrora centro militar y con década y media en desuso, puede albergar un parque que esta ciudad necesita clamorosamente. Se presenta otra oportunidad para que Málaga mejore y adquiera un espacio verde del que carece y padece. 28 hectáreas, casi 300.000 m2, que sería un nada despreciable parque metropolitano para el disfrute de los malagueños y visitantes. El que se defina con ese término, ‘metropolitano’ significa que los presupuestos para su desarrollo y mantenimiento venga de las arcas de la Junta de Andalucía y no del Ayuntamiento de Málaga, una precisión administrativa que se suma al, ahora nuevo, requerimiento de Fomento de que la ciudad pague por la cesión unos 76 millones de euros, menos ocho que pondrían para su construcción. ¡Qué cara, ministro Blanco, nos deja ídem!
El denominado Campamento Benítez lleva dieciséis años cerrado. Los matorrales del olvido se han adueñado de ese inmenso espacio. Su acondicionamiento está estimado en unos 20 millones de euros, de los cuales Fomento, dice, pondría ocho; el resto de los bolsillos escasos de la Junta y el Ayuntamiento. Del proyectado Museo del Transporte ya nadie habla, será porque hay que encontrar 300 millones de euros adicionales. Es mejor y conveniente tener un parque de grandes dimensiones en la ciudad que ninguno, obvio. El museo puede esperar a tiempos mejores. Primero el parque, después se verá la idea del museo, que afloró Magdalena Álvarez en su paso por Fomento, eran otros tiempos.
Es natural, que aunque el ministro Blanco haya expresado una última ocurrencia en relación a posponer el pago de los 76 millones de euros, para que el proyecto pueda comenzar y ver aquel terreno hecho un parque, el Ayuntamiento ha rechazado tal pago ni ahora, ni después. Además hay que ponerse de acuerdo aún en el término metropolitano o urbano, porque ahí radica la otra pata del presupuesto para su mantenimiento. Así que el Parque Benítez sigue pendiendo del fino hilo de los acuerdos políticos a tres bandas, que encajonan los proyectos, que parecen obvios y sencillos, para esta nuestra ciudad con ninguna zona verde de esa magnitud. Mientras tanto, la hierba sigue creciendo en silencio sin orden ni concierto, ni presupuesto.
La legalidad tiene argumentos que la razón simple de los ciudadanos no entiende. Si ese terreno fue de la ciudad, ya que está en sus términos municipales y fue cedido en su día, año 1924, para uso militar; una vez que el Ministerio de la Defensa no lo necesita, en desuso y cerrado desde 1995, ¿por qué habría que pagar por su devolución? Nos quieren vender un terreno que fue nuestro, que se les prestó en pro de las necesidades de la defensa nacional. ¡Qué gran negociante es el ministro Blanco! Debería ser fichado por Wall Street, como bróker sería un gran ministro. Qué poca ayuda le da Blanco a Gámez, ésta debe pensar, como Cantinflas, ‘no me defienda, compadre’. Por ahora, el futuro del parque Benítez tiene un porvenir incierto. Tal vez, haya que esperar a todas las elecciones que vienen, de aquí a un año, para que esto se desbloquee o no.
La semana ha transcurrido en un ir y venir de alfombras rojas. Por encima han pasado todos los famosos, por debajo se esconden algunas miserias del acontecer político local. Mientras, el horizonte electoral empaña la vista. El Thyssen, el Puerto (con casi toda su verja en pie) y otro Festival de Málaga de cine español. Málaga vibra con la cultura y sus nuevos equipamientos de pinturas famosas y palmeras sorprendidas y, además, películas nuevas. ¿Se puede pedir más? Sí, un gran parque verde y llano para recuperarnos de tanta crisis y de tanta estupidez.
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