Tras 3.000 años de historia, vivimos en una región aún por definir, por hacer, por concluir, según José Antonio Griñán, presidente por decreto de Andalucía. Pero sus gobernantes socialistas han tenido tres décadas para hacerlo, ¿cuántas más necesitan?
La realidad es que habitamos una región privilegiada, pero aún a la cola del desarrollo español y europeo. Los políticos que la han gobernado se han columpiado en los fondos de subvención de la UE, para mantenerse en un apacible estado de subdesarrollo mental y físico. Todos los baremos que se pueden consultar en el terreno de la economía dan fallos estructurales. Somos en estos momentos, los primeros en todo lo malo: en el desempleo, con la cuarta parte de los 4.500.000 de parados en España; PIB en la región, según el informe de septiembre de 2010 de la Junta de Andalucía, el decrecimiento interanual de la economía andaluza es del –0,4%, algo menor que el trimestre precedente, pero seguimos en negativo; los índices educativos siempre superan a los de otras zonas del país, en cuanto a abandono y precariedad con aulas prefabricadas o almuerzos fríos y deserción escolar; nuestros niveles de producción, productividad y exportación son francamente bajos en relación a regiones menos pobladas y con menos recursos; la sanidad tiene un agujero por donde se escapan los médicos que costó años y dinero formar. En fin que seguimos, como bien dice Griñán, por terminar de crecer, a esto se le denomina, Sr. Griñán, subdesarrollo.
Hemos avanzado en infraestructuras, tenemos nuevos aeropuertos; autovías, aunque con tramos importantes aún por construir; trenes de alta velocidad; nueve universidades públicas de segunda categoría, pudiendo haber tenido 4 o 5 potentes y destacadas, pero ‘el café para todos’, amplió el espectro hacia la mediocridad; una industria aceitera que prefiere tirar por lo fácil y exportar el producto en bruto, para que Italia, por ejemplo, lo comercialice a nivel mundial, como si fuera suyo; una industria vinícola raquítica; una industria inmobiliaria de relumbró, que arrastró a la miseria a casi todo lo demás y el turismo, que es lo único que nos queda en pie, pero a expensas de los rubios del norte, una industria frágil y estacionaria.
Andalucía es España, ha dicho Griñán, y está claro que es la zona que más se parece a este nuevo país acorralado por los números rojos. Pero, ¿cuál es su concepto de Andalucía/España? Una región con casi ocho millones de habitantes, mucho más grandes que varias regiones de España y, desde luego, que algunos países europeos. Con recursos naturales suficientes, no puede seguir dependiendo de una sola industria, que basa en los servicios su punto de apoyo para casi toda su economía. La clave se llama diversificar la producción industrial y comercial, ser competitivos e incrementar las exportaciones. En eso se ha hecho poco o no lo suficiente en estas tres décadas de recetas socialistas se sopa boba europeísta.
Griñán ha puesto como ejemplo de progreso el vuelo directo Málaga-Nueva York, que se restablece, pues ya ha fracasado en una ocasión, gracias, entre otras cosas, a esa impresentable compañía americana, llamada Delta Air Lines. Si se abre una puerta al turismo americano con el vuelo directo Málaga Nueva York, será porque nuestra ciudad es el imán para que esos aviones se llenen. Por algo será que ese vuelo directo es a Málaga y no a Sevilla o a Córdoba. Pero en esto, como en casi todo, la tirantez política, la pugna por las cuotas de votos tiene la culpa. Griñán lo sabe, porque en su reciente viaje a la Moncloa, encontró a un Zapatero ‘sordo’ a Andalucía, porque “en Madrid se entiende mal la posición geográfica de la región”. Mal asunto, si quedamos en que Andalucía es España, algo falla en ese concepto.
Cambio, segunda modernización, Andalucía imparable, han sido eslóganes, frases cohetes que nunca despegaron. La Junta ha estado gobernada por conceptos de marketing político, bien aplicados y bien pagados, pero un lema no hace desarrollo. Se apuntan el logro de tener a una región más igualitaria, es cierto, faltaría más tras 32 años de Constitución democrática. Aunque la gran reforma profunda del latifundio está por hacerse, ¿quiénes siguen siendo los propietarios de los grandes terrenos agrícolas y pecuarios? Andalucía merece mejores dirigentes.
Sean estos o los que vengan, no importa el color político, lo que necesita esta región es abrirse al desarrollo, aunar esfuerzos públicos y privados, dejar a un lado los vaivenes partidistas internos o externos y ponerse de acuerdo en las cuestiones fundamentales de Estado regional: la economía, la educación, la sanidad, la cultura y dar a los andaluces, si no un presente mejor, sí un porvenir cierto. Tiene usted razón señor Griñán, “la región está por hacer, por terminar y es necesario invertir”. Sobre todo, invertir en voluntad y creerse de verdad que Andalucía es España.
Señor Carlos, en mi opinión, su artículo es magnífico, pero tiene un pequeño/gran borrón: El orden de las cuestiones fundamentales de Estado regional, debió entenderse y escribirse así: la educación, la cultura, la sanidad, la economía… Pues, otro gallo nos cantaría. Un saludo