Desde que Marbella se erigió en el punto de referencia de la jet-set mundial, en los dorados sesenta, donde todo exceso estaba bien visto, su impronta ha devenido en una película serie B, donde el choriceo se hizo el amo
Mientras unos exquisitos comen espetos con Moët & Chandon o almejas con Dom Pèrignon en alguno de los chiringuitos a la mode de esta Costa del Sol en crisis, los ‘malayos’ se enfrentan a una prolongada estadía a la sombra y a pagar (cosa improbable) una parte de la fortuna que esquilmaron a Marbella. El mejor agente 007, Sir Sean Connery, ha cambiado su licencia para matar por la de estafar. Como un imán para la delincuencia, esta Costa de película, es el confortable asiento de todo tipo de mafias, que siguen actuando a pleno rendimiento. Sonido, cámara, acción, se rueda.
El Ayuntamiento de Marbella, el lugar del crimen, aspira a que los malayos devuelvan 14 millones de euros por los daños y perjuicios ocasionados al municipio. En realidad, menos del 2 por ciento de lo birlado por Roca y sus secuaces. Marbella debe, al día de hoy, 100 millones de euros a la Junta de Andalucía, por el préstamo que le hizo en su momento cuando fue intervenido y la bicoca de 500 millones de euros a la Seguridad Social y a la Agencia Tributaria. Con lo cual, la cifra que reclaman a los malayos, si es que la obtienen, es un pellizquito.
Goldfinger, tercera película de la saga 007, basada en la séptima novela de Ian Fleming, y dirigida por Guy Hamilton, está considerada por la crítica como la mejor. Connery era el agente especial del M-16 con licencia para matar. Es posible que aquí el actor a bordo de su Aston Martin DB5 descubriera el gusto por la gran vida que protagonizó en Marbella, lugar donde compró Malibú, un chalé que ahora ha dado nombre a la operación judicial (Goldfinger/Malibú) que investiga sus andanzas por el mal camino.
Actor autodidacta, de orígenes muy humildes, este escocés militante, se instaló en Marbella con su esposa, Micheline Roquebrune, una jugadora de golf como él, desde comienzos de los ochenta hasta los primeros años de esta década. Desde su sanatorio, como Connery llamaba a su villa marbellí, huyó a otra casa tranquila y alejada del mundanal ruido en Nassau, Bahamas, aunque con residencias en Los Ángeles, Londres y Montecarlo. Hasta allí, el 25 de agosto cumplirá 80 años, le han llegado los ecos de la acusación contra él y su mujer. Los años dorados de Goldfinger tocan a su fin.
¿Qué necesidad tenía este actor del firmamento de las superstars en meterse en ese lío? Bueno, parece ser que mientras más tienen, más necesitan y Marbella era el cuadrilátero para plantar una buena pelea amañada. No en vano, Connery fue un buen aficionado al boxeo, antes de encontrarse con las cámaras. Un entramado de empresas de base fraudulenta le hizo ganar 53 millones de euros, defraudando a Hacienda unos 18 millones entre 2005 y 2008. Construyeron un complejo urbanístico de lujo de 72 apartamentos en primera línea de playa, cada uno se vendía por la insignificante suma de 2,6 millones de euros. No fue difícil contando con Sean como relaciones públicas. La telaraña se extendía desde villa Malibú S.A. hasta la empresa creada por los esposos Connery, ‘By the Sea’, promotora de los apartamentos; un prestigioso bufete de abogados, blanqueo de dinero, traslado de remesas a paraísos fiscales, fraude a Hacienda y, cómo no, la conexión Roca en su reino del Ayuntamiento de Marbella..
Las investigaciones, profundizadas a raíz del caso Malaya, concluyen que la construcción del complejo ‘By the Sea’ fue posible por la ayuda de Roca, quien habría recibido una compensación por su diligentes servicios. Al parecer consta en autos que éste recibió de la citada empresa de los Connery un pago por algo más de 3,6 millones de euros. Está probada la vinculación de Roca con el socio principal del despacho de abogados de los Connery,
Se explica ahora porqué Sir Sean Connery y su mujer abandonaron Marbella, tras dos placenteras y provechosas décadas como ciudadanos adoptivos. Pero si en la ficción escapó de Alcatraz, no será fácil echarle el guante en su paraíso fiscal de las Bahamas.
Nada de lo que comenta hubiese sido posible si los mecanismos de control y el deber in vigilando de la Junta de Andalucía hubiesen funcionado correctamente. Y a estos pájaros de la Junta les pagamos, y muy bien por cierto, para una labor que durante años, a juzgar por la abundante jurisprudencia existente, no han hecho. Sin contar con que aún no hemos visto a nadie que haya pedido disculpas, ni mucho menos haya asumido ningún tipo de responsabilidad, no digo ya penal, sino política por ello.
El M-16 es un fusil de asalto. El servicio secreto británico es el MI-6 (al servicio de Su Majestad).