La teníamos al lado y no lo sabíamos. Representa un refresco light frente al poleo-menta. Una posmoderna actualizada contra un neo conservador.
Ha levantado una polvareda socialista. Las formas han irritado a muchos. Desde Pendón, que amaga con retirarse, hasta las bases del Centro. Pero, a menos que un tsunami cambie la decisión, María Gámez será quien encabece la lista del PSOE a la alcaldía de Málaga. De nuevo el alcalde-candidato contra una mujer. A la anterior, le gano dos veces.
Es un viento fresco y juvenil. Esta señora, con aires de intelectual francesa, abogada con gafas a la moda, divorciada y madre, empezando los cuarenta, se ha encontrado con esta propuesta. No es la típica escaladora del aparato, transmite una imagen de técnica de la administración, de hormiguita laboriosa y entregada a su tarea sin mirar a los lados. No obstante, sin comerlo ni beberlo, ha dejado en el camino a pesos más que pesados, Magdalena Álvarez, entregada a los entresijos de Bruselas. Al ex rector Martín Delgado, a quien le podía escocer calentar el sillón de la oposición o al kennediano, Bernardino León Gross, cuyos horizontes lejanos no pasan por esta humilde ciudad por mucho cariño que le tenga.
Los gerifaltes del PSOE han echado por la calle del medio. Experimento ninguno, que inventen ellos. Con la joven y juvenil María se aseguran que tendrán a una jefa de la oposición sólida, que hará equipo para preparar el asalto final a la Casona en 2015; y en caso de ganar, colocarán a una eficiente funcionaria que abrirá las ventanas del Consistorio para marcar la reconquista de la joya de la corona andaluza. Aunque, para ganarle a Paco en mayo de 2011 tendrá que coger la bicicleta electoral hoy mismo.
El panorama de Málaga no es un jardín inglés. Los Polígonos industriales siguen en el país del olvido. Las natas de la capital de la Costa del Sol, de la ciudad del Paraíso, se adelantan este año y acuden, más que puntuales, a su cita anual con las playas urbanas. Las nuevas depuradoras siguen en el mismo país de los Polígonos. El PGOU está al caer, pero no cae. El macro hospital es un secreto bien guardado. El bulevar sigue atascado a las puertas de ADIF. El puerto con Carrefour nada mejor. Los Baños del Carmen siguen ofreciendo los mejores atardeceres de la bahía malagueña. Y el panorama económico continúa en la cuerda floja del paro desatado. España instalada en el 20 por ciento, Andalucía con más de un millón de parados y Málaga en el 30 por ciento, al día de hoy. Suma y sigue.
En estos eternizados asuntos, la seleccionada candidata ha tenido un papel protagónico al defender a la Junta de Andalucía, era y es su función, frente al que denomina ‘victimismo’ del alcalde, quien defiende a su entender los intereses de la ciudad, como también es su tarea. Si seguimos la lógica política, el guión de la campaña electoral está servido. Las dos cabezas de cartel no tendrán más que seguir el aburrido drama del bien y del mal. ‘Yo pido para Málaga, pero tú no me das ni agua’. ‘Hemos dado todo a Málaga, pero usted va de víctima sin razón’. Mientras las urnas deciden, se nos avecina una película ya vista, que arrojará un alto número de aburridos abstencionista. La política local es así: fastidiosa pero segura.
Se equicovan en la ejecutiva de Málaga, la opción a ganar debe ser inmediata. La imposición es un mal camino, debatir en nombres es positivo, se puede abrir un espacio para las ideas y por tanto para generar ilusión por ganar en Málaga. Gente con cualidades los hay y la sociedad socialista malagueña debía de tener la oportunidad de escuhar a todo el que quisiera postularse. María Gámez, ahora tiene encima de la mesa no solo convencer a los malagueños, sino vencer el oleaje de su barco, por aceptar sin someterse al debate de su propia casa.
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