El Colegio del Palo se inaugura en 1882, el mismo año en que los monjes de Silos plantaron su famoso ciprés y cuenta con un precioso ejemplar cargado de años.
De sus tiempos malagueños en el Colegio San Estanislao de Kostka, en El Palo, el filósofo José Ortega y Gasset no guardó un recuerdo entrañable, si atendemos a sus escritos. No le agradarían al joven genio la disciplina ni los horarios pero sí que quedó fascinado por la luz de Málaga en ese barrio de huertas, mar y modestas casas de pescadores.
La famosa «gota de luz» sobre la que confesó que fue «emperador» durante seis años, una preciosa metáfora de los encantos del Mediterráneo, fue convertida en escultura en el paseo marítimo del Palo hace unos años, un prodigio el concretar en una obra de arte una expresión tan abstracta, pero ahí está la gota de luz, para quien quiera verla. Mejor en un día sin nubes.
Una de las pocas fotos de esos años con los jesuitas muestra a José Ortega y Gasset con un grupo de alumnos a finales del siglo XIX. Están en uno de los cuatro grandes patios del colegio, un centro educativo enorme porque está pensado para acoger a cientos de internos.
El colegio fue fundado cien años antes que el Mundial de España (el de Naranjito, no el del gol de Iniesta a Holanda) y todavía conserva buena parte de la flora que pudo ver crecer el pensador madrileño.
De hecho, con motivo del 125 aniversario, el profesor Miguel Ángel Delgado publicó un libro sobre la flora del colegio. Alguna vez hemos hablado sobre una obra acerca de los árboles notables de Málaga, un precioso trabajo de Ernesto Fernández Sanmartín, JuanAntonio Valero y A. Cuevas. Y un servidor se ha acordado del famoso ciprés del monasterio burgalés de Silos, cantado por Gerardo Diego y Machado, entre otros.
Lo que no muchos conocen es que este maravilloso ejemplar fue plantado en 1882 por los monjes, es decir, el mismo año en que en Málaga se inauguró el Colegio San Estanislao, que cuenta con dos ejemplares muy notables de cipreses.
El primero de ellos se encuentra en el jardín de la fachada principal, a la derecha. El segundo, mucho más discreto, en la esquina de uno de los patios del centro, con lo que emula así al del claustro románico de Silos. En concreto, se encuentra en el patio dedicado al antiguo general de la Compañía, el padre Pedro Arrupe, que cuenta con un busto del jesuita, y en la otra esquina hace guardia un ciprés algo más joven, plantado después.
Los dos ejemplares sobresalen muchos metros por encima de las tres plantas del colegio. El más longevo suele estar atiborrado de pájaros y los días de lluvia, como los de estos tiempos paragüeros, parece un sonajero de gorriones, mientras aguardan que escampe.
¿Este viejo ciprés fue contemporáneo del nacimiento del colegio y del joven Ortega y Gasset?, ¿tiene una edad aproximada, casi idéntica a la del ciprés de Silos? En cualquier caso, aunque no haya recibido inolvidables poemas, aquí va esta humilde crónica en su homenaje.