De Ray Bradbury y los canales marcianos

3 Mar

El autor de Crónicas Marcianas habría dado un gran salto de calidad de haber conocido la calzada marciana de la calle Mariscal, que hasta la fecha ha sorteado tres proyectos de pavimentación de la zona.

Uno de los inicios de la literatura de ciencia ficción más bonitos de todos los tiempos es el primer cuento de las Crónicas Marcianas de Ray Bradbury, El verano del cohete.

Con la ciencia ficción un servidor echa la imaginación a volar y elucubra sobre esa novela publicada en 1950 que fascinó a Jorge Luis Borges: ¿A qué cotas de calidad habría llegado el novelista de Illinois si, por ejemplo, hubiera paseado por algunas calles de la Málaga de nuestros días?

Porque una cosa es imaginar toda una civilización extraterrestre desde el porche de una casa norteamericana y otra, bien distinta, vivir la experiencia de otro planeta como si realmente estuviera ocurriendo.

En suma, ¿cómo habrían sido las Crónicas Marcianas de Ray Bradbury si, por ejemplo, tuviese a sus hijas en el Colegio de La Goleta y tuviera que convivir con el pavimento marciano de la vecina calle Mariscal? Nunca lo sabremos, pero el firmante intuye que habría tenido un gran impacto en el escritor, además de en su columna vertebral.

En mayo del año pasado, un grupo de vecinos de la calle, además del propio Colegio de La Goleta, se puso en contacto con este periódico para denunciar el estado de la calzada, que bien hacía pensar en los cráteres de Marte o en una cantera a cielo abierto.

La situación indignaba especialmente al personal porque, hasta la fecha, por hache o por be, la calle, que recuerda a un ignoto mariscal de campo que vivió por los andurriales, ha driblado tres proyectos de pavimentación de la zona en los últimos nueve años (los presupuestos participativos de 2009 y 2011 y los fondos Feder de 2015). Ya es mala suerte.

Los economistas conocen bien que en una situación de estricta igualdad de sueldos entre varias personas que desarrollan el mismo trabajo, las desavenencias comienzan cuando una de ellas aumenta sus ingresos y el resto continúa con lo puesto. Algo así ha sucedido con la calle Mariscal, cuyas incomodidades resaltan más, ahora que todo el llamado entorno de Arrabales-Carretería estrena nueva pavimentación, mientras la calle del mariscal de campo sigue a dos velas.

Las quejas de los vecinos han provocado al menos que el Ayuntamiento realice labores de parcheo con alquitrán para eliminar los cráteres de mayor consideración, pero la orografía sigue siendo montañosa, motivada en su día por el trasiego de camiones durante la construcción de dos promociones del Instituto Municipal de la Vivienda hace cosa de una década.

Resulta emocionante comprobar cómo, la calzada de la calle Mariscal está surcada por la huella de actuaciones varias para sacar y meter tuberías que recuerda a los famosos canales marcianos que fascinaron a Ray Bradbury, que escribió una gran novela, pero que habría sido mucho mejor si hubiera metido a sus niñas en La Goleta.

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