Zancos municipales para el parque de la ACB

27 Oct

El parque infantil de las antiguas cocheras de tranvías, junto al arroyo Jaboneros, amanece los domingos convertido en un basurero gracias a los especímenes del botellón y el coloquio incívico.

La inauguración en 2014 del parque de la ACB, en las antiguas cocheras del Valle de los Galanes, junto al Arroyo Jaboneros, fue todo un acontecimiento. Pese a que los promotores del centro deportivo Aviva, en la maqueta previa, daban a entender que en las viejas cocheras casi se iban a reproducir los jardines colgantes de Babilonia o, cuando menos, una versión a escala de un tramo del Mato Grosso de 3.000 metros cuadrados, en lo que respecta al parque infantil no exageraron y se ajustaron a lo que apuntaban las previsiones.

Porque, mientras la zona verde se quedó en un mustio reflejo de lo que anunciaba por entonces su página web en una preciosa maqueta, el parque infantil no defraudó y además de convertirse en el más grande de Málaga Este, con 600 metros cuadrados, sin duda es de los más variados y completos de la ciudad, con ese llamativo palo mayor al que los grumetes pueden ascender con seguridad para otear su futuro.
El problema es que puede morir de éxito, pues la afluencia es tan grande, que no sólo hacen uso de él personas civilizadas sino también la cuota de cabestros que puede encontrarse hasta en las mejores familias.

La prueba del algodón la encontrarán, sobre todo, los domingos, cuando los mamíferos bípedos se han solazado en el parque infantil, probablemente a horas intempestivas del sábado en las que más provecho a sus vidas habrían sacado viendo, por ejemplo, Dersu Uzala, una inolvidable película sobre la amistad entre un esquimal y un oficial ruso o incluso pensando en las musarañas, pues el ocio pensativo suele traer sus frutos.

En su lugar, suelen optar por beber -hablando de rusos, quién sabe si como cosacos- y poner el parque hecho unos zorros, de tal manera que el panorama al día siguiente es desolador.

Lo que en teoría está reservado para el disfrute de los niños, se encuentra torpedeado de litronas de cerveza, latas de bebidas energéticas, plásticos y como no podía ser menos, un tenebroso mar de cáscaras de pipas. A este respecto, resulta casi una ley de la Física que todo bípedo con propensión a hacer de su capa un sayo guarree el entorno con las cáscaras, ritual ceporrúo que luego repite en las playas malaguitas.

El resultado, ya se lo pueden imaginar: los domingos los niños necesitan zancos para poder moverse por el parque infantil, sin darse de bruces con una botella o cualquier otro tipo de basura.

La solución está a la vuelta de la esquina y no hace falta echar mano del 155: o el Ayuntamiento limpia a fondo los domingos o bien reparte zancos para que los niños que no se despeñen pasen un día inolvidable. Ánimo.

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Hace unos días unos turistas españoles pedían a un familiar que les hiciera una foto en la acera del Cine Astoria, para que saliera de fondo… «la Alhambra».

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