De los frentes políticos y el Patrimonio cascado

15 Dic

El año que viene se cumplen 50 años de la muerte de don Juan Temboury, buen momento para hacer algo con su desmejorado paseo y con la Alcazaba

Cualquier persona con dos dedos de frente –y qué decir de Jack Nicholson, cuya frente se asemeja más a un trigal que se pierde en el horizonte–, si estuviera en un puesto público trataría de mejorar poco a poco la zona de Málaga más pateada y expuesta a los visitantes, que también es la que produce unos rendimientos económicos muy respetables. Hablamos, por supuesto, del Centro Histórico.

Una persona normal, sin necesidad de pertenecer a ningún partido político, tendría muy claras las prioridades. Así que trataría de que lucieran, con las menores imperfecciones posibles, los monumentos de Málaga más visitados, que no son, ni mucho menos, una legión inabarcable como sí ocurre en Florencia, Roma, Sevilla, Atenas o incluso Antequera, que tiene mucho más patrimonio que la capital.

Se trata, para qué negarlo, de habas contadas que precisamente por ello deberían lucir en perfecto estado de revista. Hablamos de la Catedral, la Alcazaba-Gibralfaro, el Museo Picasso-Casa Natal, el Museo Thyssen y sus respectivos entornos, aparte del nuevo Muelle Uno. Estos son ahora mismo los grandes polos de atracción, a la espera de que algún día se abra la Aduana, cuya rehabilitación muy pronto superará en tiempo a su construcción… si no lo ha hecho ya.

Así pues, tenemos estos pocos monumentos y el Muelle Uno. Este año La Opinión ya publicó las denuncias del PSOE por el estado nada resplandeciente de la Alcazaba, que necesita más dinero municipal y ese mismo «cariño» que como dijo nuestro alcalde, proporcionaría al Museo de la Aduana si la gestión estuviera en manos municipales.

Cariño ahora mismo necesita la Alcazaba –en mantenimiento y en seguridad, para que ningún visitante se rompa el colodrillo– y también el impresentable paseo de Don Juan Temboury, conexión de la fortaleza con el castillo de Gibralfaro, cuya reja exterior sigue luciendo –desde que se inició el mandato de nuestro alcalde hace 14 años– oxidada, bamboleante y reventada en algunos puntos. No es precisamente un paseo ensoñador ni tampoco seguro.

Es maravilloso que en 2015 podamos disfrutar del Museo Pompidou, y con todo merecimiento Francisco de la Torre se llevará sus réditos electorales, pero no tiene sentido que lo que ya tenemos luzca como un cascajo.

Cualquier malagueño con dos dedos de frente tendría claras las prioridades. Otra cosa son los políticos que están en todos los frentes a la vez. Así se pierde perspectiva y esto es lo que pasa.

El año que viene se cumple medio siglo de la muerte de don Juan Temboury; no sería mal momento para arreglar su desmejorado paseo y echarle más cuenta (y dinero) a su querida Alcazaba.

Papa Noel

Invasión comercial norteña con risa de bajo operístico.

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