Más de una vez hemos dedicado esta crónica al reparto de comidas en Lagunillas. Hoy no será una excepción por los problemas económicos que arrastra la asociación de vecinos.
No ha tenido suerte este rincón de la Victoria. A pesar de que en el pasado fue una de las calles más comerciales de Málaga, a pesar de su vecindad con la plaza de la Merced y todo el cogollo del Centro, los turistas que se adentran por la calle Lagunillas suelen hacerlo con aprensión y temor.
No es una exageración, el autor de estas líneas ha visto muchas veces a estos guiris con cara de haberse metido por donde no debían.
Les recibe el maltratado parque de Miguel de los Reyes, con su colección lateral de solares abiertos al sol y repletos de basura y a continuación, sigue una colección de casas, muchas de ellas cerradas y semiderruidas y muy pocas huellas de los buenos tiempos.
Incluso proyectos punteros anunciados a bombo y platillo por la Junta desde hace años dormitan, mucho antes de la crisis, en esta zona, en la que se ha concentrado una catarata de viviendas sociales, y al menos uno de estos complejos es un gigantesco gueto en el que los vecinos deben callar para conservar el pellejo.
En este entramado de decadencia la asociación de vecinos de Lagunillas alivia las penurias de mil personas proporcionándoles comida todas las semanas.
Pero las cuentas no salen, las generosas contribuciones de la Cruz Roja y de Bancosol, que reciben peticiones de todos lados, por fuerza han bajado y la cofradía que echaba una mano pagando el recibo de la luz ya no puede seguir, cuenta el presidente vecinal Curro López.
Este generoso dirigente vecinal, que se recupera de un infarto sufrido en septiembre, además ha tenido que adelantar dinero de su bolsillo, a la espera de una subvención municipal que todavía no ha llegado.
La asociación, que tiene su sede en un local municipal de la calle Poeta Concha Méndez, pide la colaboración ciudadana con vistas a las duras Navidades que se presentan y además de comida, acepta juguetes usados para llevar un poco de alegría a este olvidado rincón de Málaga.
El puzle
Las lluvias copiosas de estos días dejan muchas anécdotas. Una de ellas, el comentario de una señora en el médico, que mientras esperaba turno dijo: «Si llega estar cayendo la trompa de agua de esta mañana no vengo». Véase la similitud entre esta trompa de agua y el clásico trompazo o caída súbita y traicionera. Todo encaja.
Comunicación
En la avenida de Barcelona, cuajada de negocios chinos, una malagueña que trabaja en una de las tiendas se comunica con sus compañeros chinos adaptándose a cómo estos pronuncian el español. Es bien sabido que a muchos chinos les cuesta reproducir el sonido de la erre, así que esta malagueña, al hablar con ellos, dice cosas como «son cuatlo eulos». Como dijo aquel, las lenguas no tienen valor sin más, están para hablarse y hacerse entender. Felicidades.