Las cosas del campo, junto a la Caja Blanca

28 Ago

Ponga un equipamiento puntero donde antes sólo había campo y obtendrá un juego de contrastes muy atractivo. Además, la Caja Blanca, que como ustedes saben, así se conoce el edificio para actividades del distrito del Puerto de la Torre, tiene unas líneas simples y rotundas, de ahí que el nombre le venga como anillo al dedo y recuerde esas construcciones sobrias y desprovistas de adornos del arquitecto Adolf Loos que le ponían los bigotes de punta al viejo emperador Francisco José, que echaba pestes de todo lo que no se aproximara al rococó.

La Caja Blanca no es un elefante en una cacharrería sino un equipamiento que le da mucho encanto a este rincón todavía sin urbanizar del Puerto de la Torre. Es una obra que no desencaja precisamente por esa falta de pretensiones, que le otorga prestancia. Su autor no ha buscado deslumbrar a la audiencia sino la funcionalidad y la sencillez, dos cosas que se agradecen.

Además, en agosto y en esta zona de la ciudad, la avenida dedicada al gran editor Ángel Caffarena es la arteria de una Málaga dormida por lo que cada coche que pasa es un acontecimiento, como hace 90 años.

Esta sana carestía de tráfico es lo que convierte en muy atractivo este rincón en el que se escucha por encima de todo una catarata de grillos, banda sonora monótona pero con algo especial, como las de Michael Nyman.

Los grillos imponen su dominio justo detrás de la Caja Blanca, en un horizonte de olivos polvorientos, cañas, chambaos hechos de cualquier manera para recoger a mulos y caballos y algún chalé aislado, mientras al fondo se perfila la reformada torre árabe que da nombre al puerto.

En un lateral de la Caja Blanca hay un pequeño mirador a un cañaveral que arropa al arroyo y lo que estropea este paisaje bucólico –aderezado de tomillo, lavanda, romero y, por supuesto, grillos cantores– es una hilera de detritus varios en los que predominan botellas de varios tipos. Todo apunta a que, traspasado el murete de la Caja Blanca, se entra en un espacio administrativo distinto y por ahí no limpia ni El Tato.

Campo, tranquilidad, algo de basura y arquitectura original y sin afán de protagonismo. Todo esto en la avenida Editor Ángel Caffarena, que estaría encantado con este equilibrado espectáculo (si exceptuamos, claro, las botellas).

La prohibición

El pasado sábado, un servidor hablaba de la colección de pintadas intrigantes para los arqueólogos del futuro, faltaba por mencionar una, de esas que se realizan con una plancha, y que en puede verse en la calle Pozos Dulces. Se trata de una señal de prohibido sobre un nazareno. Confiemos en que los arqueólogos no se tomen muy en serio una prohibición que sólo es pataleta pictórica, al menos de Domingo de Ramos a Domingo de Resurrección.

Rencillas

Para los amigos de las rencillas con la ciudad de la Giralda, una mala noticia: Sevilla cuenta con una avenida de Málaga amplia y bien comunicada. No hay posibilidad de agravio. Otra vez será.

2 respuestas a «Las cosas del campo, junto a la Caja Blanca»

  1. Es un equipamiento cultural a disposición de las iniciativas musicales, pictóricas, literarias. Se dan conciertos, conferencias, se realizan exposiciones, se cede para eventos universitarios, seminarios…
    La verdad es que tiene un uso singular muy poco frecuente en Málaga.
    Creo que lo gestiona el Area de Juventud.

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