Las ondas expansivas de la alegría

3 Jul

Escribir tal día como ayer lunes, después de una noche de éxtasis futbolero es recoger –todavía en plena forma– las ondas expansivas de una alegría de la que ya dimos cuenta, hace unos días, en la barriada de Vistafranca, en la que sus calles (en especial calle Gaucín) exhibían uno de los mayores índices de banderas españolas per cápita, rivalizando en porte con los viejos ficus de la finca.

Los cuatro goles de España a Italia permanecían ayer a flor de piel en mil y un detalles. Dos jubilados se sentaron ayer en el parquecito con tipuanas que hay al pie del Ejido, en la cara que mira a la plaza de la Merced, y el saludo de los dos amigos se limitó a un «No veas el partido», dando por hecho que sólo había un encuentro y que ambos lo habían presenciado.

En la calle Altozano, un hombre de unos 50 años, con la camiseta de la selección española y un sol de mil demonios, abría las páginas de un periódico deportivo –con muchas fotos y algún texto de acompañamiento– en el que destacaba la cara de éxtasis de Iker Casillas levantando la copa como si estuviera en un campeonato de halterofilia.

En El Palo, la imagen del día, una madre llevando a primera hora de la mañana a su dispuesta niña de pocos años, seguramente a algún campamento escolar, mientras la chiquilla agitaba una banderita española.

Es fantástico que ya no nos peguemos de costalazos con el de enfrente y que las batallas, siempre que se puedan, las ejecuten, de forma simbólica, jóvenes que persiguen un balón. Sostenía hasta no hace mucho Javier Marías que había dos cargos en España cuyos ocupantes terminaban enloquecidos: presidente del Gobierno y entrenador de la selección española de fútbol. Vicente del Bosque ha roto la racha de entrenadores enloquecidos y malencarados y se ha convertido en un ejemplo de comportamiento para todos.

Frente a esa preocupante ración de cargos públicos maleducados, bastante incultos, rencorosos y amigos del alarido, se alzan las figuras públicas del entrenador salmantino y del jugador más admirado, Andrés Iniesta, un chico de pueblo, que desconoce lo que es tomar el sol en la playa pero que como Del Bosque destaca por su buena educación, tacto y modestia. A ver si aprenden algunos, aunque sea a contenerse.

El doctor

En la avenida de Carlos Haya se encuentra el nuevo hospital CHIP, que corresponde al nombre de Complejo Hospitalario Integral Privado. Como dato curioso, el restaurante cafetería lleva por nombre Doctor Zhivago, un eco literario y de gran pantalla que le habría encantado a Boris Pasternak (y a Omar Sharif).

Al pie del barrilito

El famoso barrilito de los jardines de Alfonso Canales, entre la calle Vendeja y el puerto, luce al pie un cartel de información botánica que el tiempo se ha encargado de descuajaringar y deslucir. Complicado lo tiene cualquiera para informarse. Urge su retirada y recambio.

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