Los misterios geométricos del puerto

4 May

Crece el misterio en torno al gran cubo de cristal que han levantado en el Muelle Uno, en el puerto. Si fuera cilíndrico el misterio quedaría resuelto: sería una quesera, pero sus líneas geométricas tienen algo de inquietantes y si no, recuerden las vueltas argumentales que los espectadores le dieron al monolito de 2001, Odisea en el espacio, un asunto sobre el que el crítico de cine Carlos Pumares tiene casi una tesis doctoral.

Cuentan que será la culminación de un gran edificio cultural. La idea no es nueva. Los americanos la han utilizado, delante del hotel Plaza, en la Quinta Avenida de Nueva York, para vender ordenadores y tabletas 24 horas al día: un gran cubo acristalado es el acceso a su tienda Apple, la auténtica manzana de oro, con permiso de los veteranos ultramarinos del paseo de Reding.

Pero en Málaga la llegada de este llamativo y enorme espacio cultural vacío ha disparado las elucubraciones. Y un servidor no entiende por qué, pues al fin y al cabo, el cubo sigue una tendencia muy definida: en los últimos tiempos, por los requiebros del destino, se han puesto de moda estos grandes espacios culturales sin uso, verdaderos cocherones que nos cuestan un ojo de la cara, como la antigua fábrica de Tabacos o los cines Astoria y Victoria, que siguen, administrativamente hablando, en la luna de Valencia.

El cubo también está dando que hablar. Ya conocen la infausta moda del urbanismo malagueño de autorizar la construcción de edificios en los lugares equivocados con materiales inadecuados, así que a nadie le sorprende ya que en el puerto, un sitio donde la pegada del sol no es discreta, abunde tanto el cristal. Ya no es sólo el gasto en cristasol, sino el dineral que hay que soltar para enfriar algunos grados esos hornos en los que mandan las temperaturas saharianas (y habrá que poner unas cortinillas, que a lo mejor ni están presupuestadas).

Las propuestas, mientras tanto, se disparan. Y como hay tanto espacio cultural por llenar y tan poco dinero, las ideas imaginativas surcan la bahía de Málaga y llegan hasta esta bonita oda a la arquitectura transparente y refrigerada.

El cubo, dicen algunos, debería mantenerse tal cual, como reflejo de estos tiempos vacíos y con recortes. El cubo, dicen otros, debería ser redondo y simbolizar la burbuja inmobiliaria.

Los más osados, desde el punto de vista artístico, apuntan que en su interior, herméticamente sellado, debería insuflarse aire de Málaga y abrirse dentro de cien años, para comprobar si el de entonces estará tan viciado como el de ahora (esta última propuesta ha sido descartada por maliciosa). Por otro lado, propuestas hay que ven el cubo como el espacio ideal para crear un campo no gravitatorio para nuestros políticos que, aseguran quienes lanzan la idea, atrapados como están por las costuras intransigentes de sus respectivas zagas ideológicas, hace años que no tienen los pies en el suelo.

La menos original de todas, hay que admitirlo, quiere ver convertido el cubo en un acuario, pero en lugar de focas, soltar una reata de motos acuáticas que simbolicen los altos niveles de ruido de la capital. Ya ven, el cubo acristalado levanta pasiones. Lo que habrá que levantar cuanto antes, concluyen todos, es una buena máquina de aire acondicionado en su interior.

Una respuesta a «Los misterios geométricos del puerto»

  1. Es de suponer, señor Alfonso, que en los lugares civilizados al tiempo de empezar (y mucho antes) una obra pública ya se conocen (por todo ciudadano interesado) todos los pormenores y generalidades de la misma. Pero esto es Málaga y así nos va.
    Por lo demás, para haber estado esperando (el ciudadano malagueño) muchas décadas la apertura del puerto a la ciudad (o de la ciudad al puerto, quizá), el resultado, en mi opinión, no podía haber sido más espantoso, y a la altura de lo esperado por alguien racional y con experiencia malagueña, supongo.

    Un saludo, y muchas gracias por sus magníficos artículos.

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