Prueba de fuego con estrellas de cine y fútbol

25 Abr

La prueba de fuego de si un festival de cine resiste el temporal es lo que el dibujante Forges conoce como «el fumbo» y que en España tiene su máxima expresión artística en la Liga de las Dos Estrellas.

Precisamente, cuando las dos estrellas miden sus fuerzas, la conjunción planetaria hace temblar los cimientos de la hostelería malagueña y a menos que no se instalen pantallas gigantes que retransmitan el evento, los bares y los restaurantes se quedan, en la hora y media del encuentro, como un hospital robado.

Los hosteleros supieron reaccionar a tiempo el pasado sábado y ante el rito cansino de un Barcelona-Madrid, llenaron el Centro Histórico de pantallas, algunas proyectadas en una pared impoluta, como la del inicio de la calle Madre de Dios.

Coincidía el trigesimo octavo partido del siglo con la gala del Festival de Cine Español en el Cervantes, pero convivieron bien el séptimo arte con la mala educación de Mourihno, los regates de Cristiano y Messi con las triquiñuelas de los Pelayo en el casino, la película de estreno.

A los toreros El Gallo y Guerrita se les atribuye la frase que supuestamente soltó uno de ellos al conocer que Ortega y Gasset era filósofo y que su trabajo consistía en pensar: «Hay gente pa tó».

En Málaga, afortunadamente, hay gente para todo, para el «fumbo» y para el cine español y también aficionados a los dos campos y que el sábado combinaron sendas pasiones. Uno de ellos, el espléndido actor Lluis Homar, quien, vestido de rigurosa etiqueta, vio el partido de pie en un lateral de la plaza de la Merced y suponemos que no le gustó el resultado (por lo menos nació en Barcelona).

Claro que una coincidencia de espectáculos también tiene su adaptación al medio. Es el caso de la carpa gigante de un establecimiento de tapas, instalada en la plaza de la Merced, que reunía a más de un centenar de personas. Una pareja que acudió a curiosear, pensando que se estaba retransmitiendo la gala del festival, se encontró con la cara de malas pulgas del entrenador madridista. Retransmitían, por supuesto, el Barça-Madrid y cuando marcó este último, los gritos de júbilo y angustia recorrieron el cielo del Centro Histórico.

En el interior del Cervantes, el restaurado techo parecía querer tocar la platea y repartir entre los asistentes los productos de la tierra y la industria malagueña, ecos decimonónicos de éxito económico que hoy suenan a doloroso recochineo.

Aguantando el tipo con sobriedad y simpatía estuvo Paco León, el barrendero desquiciado de la serie Aída, a quien sólo le faltó retratarse con los leones de piedra de la entrada.

Fue una noche de estrellas del cine español y del Camp Nou, una prueba de fuego que no chamuscó el tirón del Festival de Cine en su noche más especial. Afortunadamente, hay gente pa tó.

La del águila

Entre los despistes del público, el de una señora poco televisiva que, señalando a la actriz Inma Cuesta le dijo a su marido: «Mira, por ahí va la del Águila negra». El águila, si no cambia el guión, sigue siendo roja.

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