«Patas» de romanos y el Museo del Prado

2 Mar

La pata de un romano, entendida como una de las extremidades inferiores de los soldados del Imperio Romano, popularmente ha estado semioculta bajo el maremágnum de cordones de sus sandalias o cáligas, de ahí la expresión «más liado que la pata de un romano».

Así nos encontramos miles de malagueños ante el baile museístico que nos ofrecen nuestras autoridades y que, de celebrarse en el palacio imperial de Schönbrunn, en Viena, coparía todos los salones.

Quizás usted se encuentre como un servidor, sin entender un pimiento y desconociendo a estas alturas qué se va a hacer realmente tanto en el palacio de la Aduana como en el convento de la Trinidad, las dos fichas con las que juegan los políticos de nuestros dos grandes partidos.

Si echamos un vistazo superficial a las hemerotecas, concluiremos que el ejercicio de la política es una exhibición de perturbación colectiva en la que lo procedente es ir cambiando de postura frente a un mismo problema a lo largo de los años, mientras este sigue sin solucionarse.

¿Alguien recuerda la negativa rotunda del entonces ministro de Cultura, Mariano Rajoy, a que la Aduana fuera Museo de Bellas Artes? pues ahora la Aduana no sólo va a ser Museo de Bellas Artes sino una subsede del Museo del Prado.

¿Alguien recuerda el proyecto de la Junta para hacer un Parque de los Cuentos en la Trinidad?, en la actualidad, la misma administración habla de poner ahí un instituto del patrimonio y hasta un centro de arte rupestre. ¿Alguien puede asegurar con toda certeza, a estas alturas, que el Museo Arqueológico permanecerá en la Aduana y no será enviado al exilio, fuera del Centro Histórico y de los circuitos turísticos?

Así estamos muchos, en ascuas, zarandeados en medio de una marejada de propuestas. Muchas de ellas son magníficas y siguiendo la jerga robótica de nuestros responsables políticos, seguro que convertirían Málaga «en un referente cultural», «una pionera» y la pondrían «en valor y en el mapa». Lástima que no dejen de desfilar delante de la plebe con luces de colores y poco más.

Y es una pena porque si examinamos la última promesa electoral, la lanzada por Javier Arenas, se trata de una brillante idea. Sería magnífico que a Málaga llegaran más cuadros del Museo del Prado, consolidando una buena oferta de obras del XIX para poder comercializar la marca Prado, que es lo que interesa.

Las preguntas del millón son muy sencillas porque uno ya está escamado por los dos partidos: ¿Se trata de un ejercicio más de perturbación electoral?, ¿es otra promesa frívola como esa solución definitiva para el río Guadalmedina de hace diez años, presentada también a las puertas de unas elecciones?

La idea del Museo del Prado es tan buena que si finalmente Javier Arenas gana las autonómicas, habrá que recordárselo todas las semanas y, caso de que sea un bulo electoral más, que la mancha del incumplimiento luzca en su currículum hasta el final de los tiempos (los que estamos más liados que la pata de un romano quisiéramos que alguien comenzara a desatarnos).

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