De la victoria vecinal y la sabiduría municipal

20 Oct

Rectificar a tiempo es de sabios, lo que incluye, aunque no sea lo habitual, a los representantes políticos. El Ayuntamiento de Málaga, con la plaza de la Merced, ha demostrado que cuando no se mete a promotor inmobiliario puede destilar gotas de sabiduría.

El proyecto inicial de remodelación de la plaza insistía en ese modelo cansino de ofrecer todo espacio libre de casas a la hostelería, para que plantara terrazas de tapas y copas.

Cierto que así se crea empleo pero los malagueños y los visitantes también necesitan calles y plazas que no sean de pago.

Por suerte para todos, el Consistorio escuchó a los vecinos del Centro Histórico y hoy tenemos una plaza de la Merced que continúa con una altura distinta al resto y rodeada por un murete, para evitar la invasión silenciosa de algunos locales que, con licencia para colocar 20 mesas en la calle, meten 30 y si les dejan, 40.

La plaza ya concluida despeja muchas dudas, porque si uno leía el proyecto explicativo de la Gerencia de Urbanismo, presentado poco antes de las obras, tenía la sensación de que estaba redactado por expertos en criptografía, con expresiones tan enrevesadas como que los bancos «generan lugares de estancia para el ciudadano», los árboles «generan lugares de sombra» y que la plaza sería «un gran espacio abierto», que es lo que lleva siendo desde mediados del XIX, ya que no hay constancia de haber sido nunca techada desde su construcción (el monumento a Torrijos se inauguró en 1842 pero la plaza no tendría su aspecto actual hasta 1858).

Por lo demás, ni Picasso, que la frecuentó de niño, encontraría grandes cambios como no sean los nuevos bancos (incómodos) que, dispuestos igual que en un cine, miran para el obelisco de Torrijos. El miércoles, dos palomas montaban guardia en este recinto, resguardadas del barullo de las obras, pues los bártulos y la maquinaria seguían en gran cantidad por la plaza.

Sin duda, la zona más lucida es la de las Casas de Campos. Antes de la reforma un enorme paso de cebra culminaba en una acera, con un muro de mesas y sillas que no ponía las cosas fáciles a los peatones carentes de pértigas. Era además habitual que los coches pasaran a gran velocidad, regalando dosis de estrés a los tranquilos turistas que acudían a ver la Casa Natal de Picasso.

En su lugar hay un paseo tranquilo, con bastantes bancos que harán de muro de contención a posibles expansiones hosteleras.

De la Policía Local y de la educación de los usuarios dependerá que este enclave no se convierta en un furtivo espacio botellonero.

Cuando en 1833 se proyectó un primer jardín en el sucio descampado sin árboles frente a la iglesia de la Merced, se pensó en que entre otras cosas serviría «a las personas a quien incomoda o daña la proximidad al mar».

Hoy sabemos que, salvo que esté infectado de tiburones, el mar no daña y en la nueva plaza de la Merced «se generan lugares de estancia y de sombra», aunque una persona normal diría que hay bancos para sentarse y árboles que dan sombra. Felicidades al Ayuntamiento.

Una respuesta a «De la victoria vecinal y la sabiduría municipal»

  1. Sr. Vázquez, me resulta curioso que no haya reflejado usted en su articulo la tremenda pérdida que para nuestro patrimonio supone la indiscriminada sustitución de las decimonónicas y originales farolas que flanqueaban el obelisco de Torrijos. De ellas solo se han conservado sus fustes, mientras sus monumentales fanales han sido eliminados en favor de otros de serie y nulo interes estético ni artístico, que empobrecen una vez más nuestra ciudad. Por otro lado, la obra realizada es una chapuza si atendemos al alto porcentaje de árboles recien plantados y ya completamente secos o a la nula actuación sobre los “cubillos” de contadores y agua, que han sido simplemente repintados con dudoso criterio y técnica.

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