Parménides no pudo haberlo dicho más claro: «El ser es y el no ser, no es». Del filósofo presocrático nos quedan sólo retazos de su pensamiento pero lo conservado evidencia un razonamiento mucho más sólido que el de muchos consejos de ministros.
Siguiendo al griego barbado, el río Guadalmedina no es un río, al no tener los malagueños constancia de su existencia salvo los años de torrenteras. Si ven esto un poco exagerado, es al menos un río con su ser tocado, igual que Hugo Chávez antes de golpearse en la cabeza en algún momento de su infancia (inferimos).
En el culmen de la originalidad, los expertos llevan 50 años (si no más), bautizándolo como la cicatriz que divide la ciudad. Una cicatriz, por cierto, en la que se aprecian algunos costurones que parecen hechos por un cirujano de las campañas napoleónicas, tan pobre es su resultado.
A primeros de los 90, y vamos ya camino de los 20 años, al Guadalmedina se le quiso dar un voluntarioso lavado de cara. Digamos que fue un saltito cualitativo bastante honroso para la época.
Fue entonces cuando se instalaron cerca de una veintena de columnas acristaladas que hoy jalonan la ribera del río, entre el puente de la Aurora y el de Tetuán, por la orilla de los hoteles Ibis y NH. Lo increíble es que, en estas cerca de dos décadas, a los sucesivos ayuntamientos de Málaga este concreto mobiliario público le ha importando un pimiento.
El resultado lo pueden ver a diario los cientos de clientes de estos dos importantes hoteles: las columnas están acribilladas a pedradas y en algunas no queda un cristal sano.
Parece que en todo este tiempo, nunca ha habido tiempo o dinero para reparar estas columnas, ni siquiera cuando las autoridades se hicieron la foto junto a las columnas apedreadas el día en que se celebró el centenario del puente de los Alemanes.
Ahora que estamos en crisis y las administraciones se entretienen gastando en corbatas, quizás no sea el momento de reparar estas menudencias. El misterio es cómo pueden permanecer tanto tiempo acribilladas estas columnas, en un sitio tan frecuentado por turistas y visitantes, y por qué no, también por los malagueños. A lo mejor la solución está en el puente de Tetuán: levantamos la misma muralla de flores en la ribera y quedan borradas de la vista el río y las columnas. El no ser no es.
La Utu
Vista la forma en la que se planifica esta ciudad, doblando las alturas permitidas en el Centro e introduciendo sin ningún recato cientos de pisos en las zonas más saturadas de población, Málaga, que encabeza la liga de las ciudades costeras sin pies ni cabeza, podría aportar al mundo un nuevo invento: La UTU.
No se trata de ninguna tribu ruandesa que haya perdido la hache por el camino sino de la Unidad de Trapicheo Urbanístico, tan útil para repensar (es un decir) la sexta ciudad de España..
Señor Alfonso, cuando digo que Málaga es una de las ciudades más feas del universo (¿Se nota que soy andaluz?) gracias a sus urbanistas sobre todo, algunos dejan de hablarme. Me parece bien que se arreglen los cristales de las columnas del río, pero con el dinero de los que la apedrean. Ayer, se me acercó una chica donde antes estaba el tranvía (Morlaco) y me pregunto, ¿Es éste el lugar del tranvía? Sí, pero hace ya unos de años que lo están arreglando y no sabemos si volverá a este lugar cuando esté listo, respondí; pues entonces hemos llegado un poco tarde, dijo; o demasiado pronto, respondí. ¿Sabe usted que va a ser del tranvía, señor Alfonso? Por cierto, los alrededores del desaparecido tranvía (donde estaba, estuvo durante años aquel carrito de la compra oxidado con su mástil de bandera también mohoso, aquel hito del progreso, sobre todo el lado opuesto, el que mira a los Baños del Carmen) están asquerosamente sucio, mucha gente hace sus necesidades allí y huele fatal. Bueno, no le molesto más, un saludo y gracias, señor Alfonso.
Señor Alfonso, cuando digo que Málaga es una de las ciudades más feas del universo (¿Se nota que soy andaluz?) gracias a sus urbanistas sobre todo, algunos dejan de hablarme. Me parece bien que se arreglen los cristales de las columnas del río, pero con el dinero de los que las apedrean. Ayer, se me acercó una chica donde antes estaba el tranvía (Morlaco) y me pregunto, ¿Es éste el lugar del tranvía? Sí, pero hace ya unos de años que lo están arreglando y no sabemos si volverá a este lugar cuando esté listo, respondí; pues entonces hemos llegado un poco tarde, dijo; o demasiado pronto, respondí. ¿Sabe usted que va a ser del tranvía, señor Alfonso? Por cierto, los alrededores del desaparecido tranvía (donde estaba, estuvo durante años aquel carrito de la compra oxidado con su mástil de bandera también mohoso, aquel hito del progreso, sobre todo el lado opuesto, el que mira a los Baños del Carmen) están asquerosamente sucio, mucha gente hace sus necesidades allí y huele fatal. Bueno, no le molesto más, un saludo y gracias, señor Alfonso.
Señor Alfonso, cuando digo que Málaga es una de las ciudades más feas del universo (¿Se nota que soy andaluz?) gracias a sus urbanistas sobre todo, algunos dejan de hablarme. Me parece bien que se arreglen los cristales de las columnas del río, pero con el dinero de los que la apedrean. Ayer, se me acercó una chica donde antes estaba el tranvía (Morlaco) y me pregunto, ¿Es éste el lugar del tranvía? Sí, pero hace ya unos años que lo están arreglando y no sabemos si volverá a este lugar cuando esté listo, respondí; pues entonces hemos llegado un poco tarde, dijo; o demasiado pronto, respondí. ¿Sabe usted que va a ser del tranvía, señor Alfonso? Por cierto, los alrededores del desaparecido tranvía (donde estaba, estuvo durante años aquel carrito de la compra oxidado con su mástil de bandera también mohoso, aquel hito del progreso, sobre todo el lado opuesto, el que mira a los Baños del Carmen) están asquerosamente sucio, mucha gente hace sus necesidades allí y huele fatal. Bueno, no le molesto más, un saludo y gracias, señor Alfonso.
Si solo fuera ese tramo del río el que anda acribillado con algo. Junto al puente de la Rosaleda, en ambas márgenes del río, en los paseos que hicieron hace unos años, se acumula una enorme cantidad de basura maloliente, aunque optaran por la solución que apunta, cubrirlo todo de flores, la pestilencia seguirá llegando al olfato de todos los visitantes que acudan al estadio para animar a sus equipos. Menuda primera impresión de Málaga. Los que anden ingresados en la Cruz Roja no tendrán mucha posibilidad de disfrutar del paisaje con las ventanas abiertas.