La ciudad amaneció ayer achaparrada, como si una desgracia se hubiera abatido sobre todos los malagueños. De camino al trabajo por el paseo marítimo, un servidor detectó la causa de esta súbita melancolía galaica: pasaron dos cincuentones raudos, casi practicando la marcha olímpica, y uno de ellos le soltó al otro: «Los íopuchi (sic) de los suecos estos, lo que nos han hecho».
Pero claro, ¿qué nos habían hecho los suecos?, que se sepa, soltar en Málaga muchas divisas gracias a sus constantes visitas a la Costa del Sol, además de dejar enganchado al misterio a medio país con la voluminosa trilogía de «Los hombres que no amaban a las cerillas» o algo por el estilo.
Intrigado por esta soflama anti-sueca, el firmante aceleró el paso para captar alguna pista más. A la altura de la Malagueta, uno pudo dar alcance a la pareja de escapados y entonces escuchó, en el mismo tono indignado: «Y encima al Hiniesta lo han dejado listo».
Misterio resuelto. Hiniesta, que algún amigo malagueño define físicamente como «un sin playa», por esa tez blancucia que exhibe el excelente muchacho, fue uno de los jugadores de la selección española que el pasado lunes trató de horadar, sin resultado, la muralla suiza en el Mundial de Sudáfrica.
Por tanto, cuando este hombre se refería a los suecos, en realidad quería acordarse de la familia de los suizos (dicho esto con todo respeto). La confusión Suecia-Suiza en Málaga es bastante común, así que lo que estaba era desahogándose por esa distancia que en la selección española suele existir entre las expectativas y la realidad.
En cualquier caso, aunque el ánimo ha decaído un poco, no lo ha hecho el ramo del taxi pues muchos taxistas siguen exhibiendo, con toda dignidad, una bandera española en la antena de radio. Tampoco decae en los edificios. Junto al colegio de la Goleta, un bloque aparece «totalmente abanderado» de enseñas españolas, con la salvedad de una bandera paraguaya.
Mayor variedad presenta un puesto de todo a cien de la calle Cómpeta: tiene una decena de banderas nacionales al viento en plena acera, acompañada también de una enseña francesa y otra portuguesa, por si cae algún cliente vecino.
Pero el achaparramiento de ayer y hoy es pasajero. Nos vamos acercando a la cita con Honduras del lunes y puede que hasta el indignado cincuentón deje de acordarse tanto de la madre que trajo «a Suecia».
La hortaliza
Con perdón para el ramo de las hortalizas, un lechuguino que preside una poderosa constructora española acaba de arremeter contra los «andaluces vagos» que cobran el antiguo PER y que se embolsan una cantidad al mes que ni el rey Midas (unos 400 euros). Aunque en la historia de la Humanidad no se conoce hortaliza que asimile conceptos, sería fenomenal para la empresa que el lechuguino al menos recibiera nociones de lo que es un plan de empleo agrario, alejado de los tópicos que tanto denigran a los andaluces. Todo sea por erradicar la incultura en España. De nada.
Hombre señor Alfonso, que la productividad en Andalucía sea una de las más bajas de Europa, algo querrá decir ¿No?
Y, que el PER es un poco un cachondeo es una evidencia que cuesta trabajo explicar (“Chungo cuando tienes que explicar evidencias”, dijo alguien). Es de suponer que existan alternativas más serias, rentables y productivas socialmente, económica y hasta culturalmente, ¿No le parece?
Un afectuoso saludo
PD
Que la expresión “andaluces vagos” no es afortunada, es cuestión distinta.